Atisbos
analíticos no 263, septiembre 10 DE 2017,
incopaz, instituto colombiano de y para
la paz, CALI-ARMENIA, humbertovelezr@gmail.com,
que nos recuerdas tu pasión y muerte; junto con tus
brazos y pies
te han arrancado a tus hijos
que buscaron refugio en ti.
Oh Cristo negro de Bojayá, que nos miras con ternura
y en tu rostro hay serenidad; palpita también tu corazón para acogernos en tu amor.
Oh Cristo negro de Bojayá, haz que nos comprometamos
a restaurar tu cuerpo.
Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado;
tus brazos para abrazar
al que ha perdido su dignidad;
tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad.
Haz que seamos testigos
de tu amor y de tu infinita misericordia".
te han arrancado a tus hijos
que buscaron refugio en ti.
Oh Cristo negro de Bojayá, que nos miras con ternura
y en tu rostro hay serenidad; palpita también tu corazón para acogernos en tu amor.
Oh Cristo negro de Bojayá, haz que nos comprometamos
a restaurar tu cuerpo.
Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado;
tus brazos para abrazar
al que ha perdido su dignidad;
tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad.
Haz que seamos testigos
de tu amor y de tu infinita misericordia".
¿CONSTITUYE LA CATÓLICAMENTE INNOVADORA TELOGIA POPULAR
DE FRANCISCO UN OBSTÁCULO PARA EL
DESPLIEGUE DE UNA ESTATEGIA
CONTRAHEGEMÓNICA DE LIBERACIÓN DE LOS SUBORDINADOS?
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Para algunos,
quizá para muchos, que el actual Obispo
de Roma trasladase su sede a Bogotá
sería deseable pues, durante las meras
cuatro frías noches que en ella durmió, la cifra de asesinados se redujo de manera notable y, de acuerdo con informes
oficiales, las lesiones personales disminuyeron en un 84%[1]; la política agotada en la pugna Santos-Uribe puso a muchos a reflexionar; por vez primera durante 96 horas seguidas los Medios
de difusión visibilizaron los dolores, las angustias y las miserias de “los de abajo”; las gentes sintieron que las
“obviedades” sobre las que el Papá enhebró sus discursos, eran una pura y santa realidad irrealizada; y
también ,por vez primera en muchas décadas, todos y todas, incluidas las exguerrillas
y el Eln y un sector importante del neo-paramilitarismo,
ensayaron un lenguaje menos agresivo y
hasta fraternal. Tremendo “milagro” éste
que, excepción hecha del impulso a la Reconciliación, quizá solo durará hasta
que el Papa Francisco retorne a Roma.
Ya diremos más adelante cómo y por qué “un solo hombre” pudo
producir tan fugaz “milagro”, pues
otros dos Papas ya habían besado piso
colombiano sin producir tan tremenda movilización ciudadana, mental y hasta de “curiosidad”.
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En la historia
de los Papas, dificultoso se torna fijar y precisar las fronteras entre su
función pastoral (imprimirle dirección evangélica a los católicos), su papel
moral (señalarles la distinción entre el bien y el mal) y su papel político (gobernar
el pequeño pero poderoso Estado del Vaticano y manejar sus relaciones con otros
Estados). Aunque en general, los dos primeros papeles han sido los más visibles,
el tercero, el papel político, ha sido el más oculto y tapado quedando casi
siempre a merced de la discrecionalidad y de las convicciones personales de
cada Papa. De los 6 Obispos de Roma que
ha habido en los últimos 70 años – Pío XII, juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo
II, Benedicto XVI y Francisco-, todos, con estilos distintos y acentos
diferentes y más cerrados unos que
otros, han cumplido su papel pastoral y
moral, pero dos, Juan XXIII y Francisco
han sido los más francos, “liberales” y
abiertos. Uno y otro, más el segundo, han buscado abrir la Iglesia a un espíritu
nuevo más próximo a los problemas
concretos de las bases eclesiales, a un
enfoque más amplio y comprensivo de lo
bueno y de lo malo, a una mejor inteligencia de las otras Creencias así como
del ateísmo y del agnosticismo, lo que los llevó a elevar la política a una fase superior de
manejo para denunciar, sobre todo y ante rodo, las miserias de las sociedades
capitalistas, consumistas y antiecologistas. El Papa Juan, en busca de una Iglesia más cercana a los problemas de
sus feligreses, abrió el Concilio Vaticano II, pero por lo corto de su obispado, apenas 6 años, no pudo
cosechar sus primeros frutos; vinieron después tres Papas, que bailotearon
entre “un poquitico” del Vaticano II y “un mucho más” del conservadurismo de la época preconciliar, correspondiéndole a Benedicto XVI observar, desesperado e impotente y maniatado, los escándalos
financieros del Banco del Vaticano. Presentó entonces su renuncia al Papado y
llegó un Francisco inscrito en la llamada “Teología Popular” y dispuesto a
enfrentar la aguda crisis del Banco del Estado del Vaticano. Como para
recordar: nos estamos refiriendo a un
pequeño Estado teocrático de Europa meridional, enclavado en Italia, al oeste
de Roma en la margen derecha del río Tiber, de 2 km2 de superficie urbana y con
menos de mil habitantes que, aunque carece de recursos naturales, posee un importante
Banco, “el Banco para las obras de la Religión”, con acciones muy bien
colocadas y muchos escándalos en su seno sin que ninguno de los Papas
anteriores se hubiese atrevido siquiera a medio arañarlo, pues su manejo
se movía bajo un total “secreto”.
Habían sido muchos los Cardenales y altos Ejecutivos católicos, que se habían
visto implicados en una u otra versión de negociados financieros. Lo primero
que hizo el nuevo Papa en abril del 2013 fue suprimir el pago de 25.000 euros anuales a cada uno de
los cinco Cardenales de la Comisión Cardenalicia de Vigilancia; en seguida,
consciente de que todo escándalo y error
del Banco, que habían sido muchos y
reiterados, empañaban la imagen del Estado del Vaticano obscureciendo el
ambiente y creando un clima adverso a
la aplicación de su Teología Popular,
personalmente asumió su reforma, levantó todo “secreto” en torno a su manejo y
nombró una Comisión Investigadora conformada por expertos todos ellos ajenos al
Vaticano, con la tarea de investigar a cualquier miembro de la Curia y con la
obligación de entregarle a él ,y sólo a él, los resultados de su trabajo[2].
Buscaba así Francisco enterarse a fondo de lo que venía pasando, sin cortapisas
ni excusas, para poder tomar las decisiones más oportunas. Como se destaca en
la Crónica citada, más temprano que tarde los funcionarios del Estado del Vaticano estuvieron divididos en dos grupos: los
Cardenales y Clérigos que estaban en contra del Papa y los que estaban a favor
de Bergoglio, situación que se acentuó cuando se evidenció que el Banco del
Vaticano, o “Instituto para los Obras de la Religión”, en el 2014 había
intentado borrar más de 200 cuentas sospechosas de haber sido usadas para
transacciones ilegales y, lo peor, cuando se supo que ese santo Banco estaba
implicado en el lavado de dineros de las mafias y en muchas otras cosas no tan
santas.
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Francisco se
vino a Colombia muy marcado por el necesario y trascendental paso de la Reconciliación y el Perdón y
la Reparación. Así lo manifestó el primer día de su visita en la Plaza
de Armas ante las autoridades del
Estado, “quise venir hasta aquí para
decirles que no están solos, que somos muchos los que queremos acompañarlos en
este paso, este viaje quiere ser un aliciente para ustedes, un aporte que en
algo abre el camino hacia la conciliación
y la paz”. Y “la paz será un fracaso, si no hay reconciliación”, proclamó
en Villavicencio el segundo día de su visita.[3] En
realidad que en otras encuentros, a este
segundo paso lo calificó como el primero, pero no en términos cronológicos sino por su
importancia central pues, en su opinión, no podía haber una pacificación auto-sostenida con los alzados en armas ni avance alguno
significativo en la construcción de paz positiva si todo el proceso negociador en su conjunto no
estaba alimentado por el paso
conciliador. Por eso, y así lo
reiteró, de modo explícito, en su última homilía en Cartagena el 10 de septiembre,
precisamente se había venido a Colombia
en una muy concreta coordenada de su historia, vale decir, cuando éste segundo paso, o etapa cronológica,
la del inicio práctico de la Reconciliación, estaba en su momento de
máximo despegue. Sentía que él y su Iglesia, y así lo pensaba, tenían la obligación moral de hacer un significativo aporte a la
transformación de los históricos odios y venganzas en un proceso permanente y reiterado de reconciliación, perdón y reparación. Además, una Iglesia volcada en esa dirección, era una
Iglesia inscrita en un proceso simultáneo de profundas transformaciones
internas.
Fue así como el
Papa con claridad distinguió con
claridad los tres pasos cronológicos del proceso negociador sobre los que ya
habían abundado los analistas y
académicos, 1. la pacificación; 2. la reconciliación, siendo éste, en su concepto, el más importante; y 3. la construcción de
paz positiva, tres pasos que estaban subordinados a otro paso estratégico, que en
Cartagena el último día de la visita precisó así: “Si Colombia quiere una paz estable y
duradera, tiene que dar urgentemente un paso” en la dirección “del
bien común, de la equidad, de la justicia, del respeto de la naturaleza humana
y de sus exigencias”, indicó el sumo pontífice durante el sermón de su
eucaristía final en Cartagena. Así Francisco,
en su última homilía en Colombia, instó al país a construir la paz “no con la
lengua, sino con manos y obras”. Aprovechó,
entonces, su último discurso para lanzar
el mensaje más político sobre cómo debe avanzar el proceso de paz en Colombia.[4]
Importa
recordar que en su intervención en
Cartagena el últimos día de la visita señaló que el primer paso lógico-cronológico del proceso negociador, el de la pacificación,
ya lo habían dado el año pasado los
grupos enfrentados, gobierno y guerrilla, con los apoyos, sobre todo, de otros grupos políticos y partidistas; pero,
que ahora se estaba entrando a un
trascendental segundo paso cronológico
cuyo protagonista central tenía que ser el conjunto de la Ciudadanía, un permanente Pleno de Gentes que, cohesionadas alrededor de diarios y reiterados Encuentros, fraternales y
solidarios, iniciaban un largo proceso
de Conciliación y Perdón y Reparación. Aunque no lo dijo, de modo explícito,
dejó sobreentendido que vendría un tercer paso cronológico que era el de la
construcción de la paz territorial en, desde y para los pobladores comunitarios a los cuales deberían haberse reincorporado ya las
distintas categorías de Excombatientes. Para esta época él estaría en Roma o en otras partes del mundo,
haciendo lo que más sabía, de un lado, rezarle al Cristo Negro por el conjunto
de la Paz colombiana y, del otro, brindándole al país los necesarios apoyos
internacionales.
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Creyentes o no creyentes en los Atisbos Analíticos nos
hemos sentido como muy abiertos
receptores críticos de un Mensaje que este Papa Humanitario y Humanista ha
enviado a todos los colombianos, católicos y cristianos, no creyentes y ateos,
indiferentes y agnósticos, muchos de estos últimos portadores de una Ética solidaria y
ciudadana que ya quisieran para sus
feligreses el propio Francisco tal como
él mismo lo ha destacado en diversas oportunidades, “es mejor un ateo sincero que un católico hipócrita”[5].
No es que debamos deponer la crítica, pero sí la alejamos de aquella que en todas las conductas de un
personaje poderoso que le es distinto, “descubre” siempre alguna versión de complot. Por estos días,
por ejemplo, se nos han atravesado afirmaciones olímpicas, por no tener el
menor soporte empírico, como aquella que
dice que Francisco, revestido de humildad, ha venido a Colombia a preparar
mental y simbólicamente a la población para una invasión de Estados Unidos a
Venezuela realizada desde Colombia o aquella que señala que su humildad es
cínica porque lo único que ha buscado es apoyar a su Iglesia católica en una
coyuntura de crisis. No es que aceptemos, por ejemplo, de buenas a primeras su teoría de la teologización de lo popular,
pero ya la explicitaremos con
respeto aunque le encontremos
importantes limitantes y limitaciones
para los procesos contra-hegemónicos de emancipación de los subordinados.
Las críticas
pueden moverse en una dirección menos avara. Aunque en esto no tenga que ver
Francisco ni quizás sus colaboradores extranjeros, creemos que aunque los
organizadores de los conversatorios
invitaron a los sectores de población deseados por el Papa, sin embargo,
en algunas de las selecciones específicas primaron intereses estatales. ¿Por
qué, por ejemplo, no se invitó ni a una sola madres de los varios miles de
asesinados a través del perverso y
criminal juego semántico llamado “falsos positivos”? Concesión a la Iglesia
católica colombiana también fue el que
no se le exigiese pedir perdón por
la masa de acciones de los curas pederastas en contra de los niños y menores de edad. También llama la atención que
ningún representante de las exfarc ni del Eln que, en honor a su presencia,
pactó con el gobierno un cese bilateral temporal del fuego, hubiese sido invitado a uno u otro de los conversatorios.
El Eln, por ejemplo, grupo de ideología cristiano-marxista, concertó con el gobierno un cese
bilateral temporal del fuego a partir
del 1 de octubre y, como lo ha señalado por estos días, durante la visita del
Papa de facto decretó un cese unilateral como un reconocimiento a su
extraordinaria gestión.[6]
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Ya en materia de
críticas y análisis más serios, el comunicador Arturo Guerrero ha dicho[7] que estuvo muy bien que el Papa que ha venido
haya sido este Papa y no otro Papa, pero
que sería mejor que el país y el mundo contaran con más elaborados guías, pues
sus discursos habían sido una batahola
de “obviedades”, que “una valoración
de su discurso deja ver el uso de
conceptos y lenguajes repetidos sin fin a lo largo de los tiempos: reconciliación,
amor, misericordia, respeto, humildad. Palabras como piedras rodadas, que de
tan lisas entran por un oído y salen por otro. Lo alarmante, prosiguió
Guerrero, es que en pleno siglo de la
postmodernidad las muchedumbres reciban
esa prédica como si se pronunciaran por
vez primera, como si tal verbo sin dientes
sirviera todavía para re-encantar la existencia”; adicionó enseguida el
argumento de que en materia de modernización tecnológica Colombia vivía en el siglo XXI, pero que en asuntos de modernidad y de ideas y valores permanecía en
el siglo XIX y “por eso el más grande personaje viene, hipnotiza y distribuye
consejos idénticos a los forjados para los bisabuelos y los medios de
comunicación, boquiabiertos, le hacen eco”. Válida en mediana medida la apreciación de Guerrero sobre la
superviviente Colombia premoderna, sin embargo, primero, a esas movilizaciones
han asistido también muchos curiosos, y un Papa
despierta curiosidad aún en las sociedades más modernas, segundo, no
todos los 45 millones de colombianos actuales son pre-modernos en sus ideas y
valores, y tercero, siendo esto lo más importante, ese montón de obviedades sobre
las que Francisco enhebró sus Encuentros fraternos, siendo en esto muy similar a Pepe Mojica, se refieren a hechos y situaciones reales-
políticas, económicas, culturales, laborales, recreacionales y hasta oníricas-
todavía no realizadas ni alcanzadas ni conquistadas para la vida cotidiana y la
intimidad de esas masas, que por eso no pueden si no decirse: “ajá,
caray, cómo es que he pasado por alto esto tan obvio, cómo no me había
percatado, por qué lo había olvidado , en realidad de verdad que este chévere
Francisco tiene toda la pura razón”.
Muy positivo ha
sido, por otra parte, el artículo del profesor de la Universidad del Valle Alonso
Moreno, quien como él mismo ha dicho, esta visita llegó cuando la
corrupción a escala burocrática superior había alcanzado su máxima expresión con los mayores
escándalos corrompiendo la misma sal y
por eso la examinó como una encarnación
de la esperanza de lograr la paz.[8]
Sorprendente y confidente estuvo, por
otra parte, el lúcido analista Alfredo Molano, quien le confesó al país que tras 50 años de no haber asistido a una misa, por la televisión, entre atento y
conmovido, había vivenciado completica la primera pues, a Francisco “lo
tengo como uno de mis maestros políticos, un tema que en el fondo considero espiritual”. [9]
**********6**********
Dijimos desde un
principio que el Papa Francisco se inspira en la llamada Teología Popular, o,
mejor, en la aplicación de la teologización de lo popular; pero, la Teología
Popular no puede confundirse con
la teología de la Liberación, horizonte
éste del que estuvimos muy cercanos durante los años de universitario
cuando nuestros maestros fueron Camilo
Torres y Orlando Fals Borda en la Universidad Nacional.
Para efectos de esta distinción, importa
diferenciar en el interior de la Iglesia católica dos teologías[10] ,
una “ la Teología Especulativa” basada, sobre todo, en doctrinas, ideas y
dogmas, a la que le importan más los ritos que la ética, que las conductas concretas y que las formas de vivir, y otra “ la Teología
Narrativa” más asociada a los hechos presumiblemente históricos, y a la que,
más allá de los ritos, le importan, sobre todo, las exigencias de los
Evangelios, traducidas en formas
históricas concretas de vida con
bondad, respeto, tolerancia
y ternura con todos. Y ya hacia
afuera de la iglesia, y a una escala más política, importa también distinguir las relaciones de sus dos Teologías, la
Especulativa y la Narrativa, con la
Teología de la Liberación a la que, desde la época de Camilo Torres, han
pertenecido varios Jerarcas y seglares católicos en Colombia y América Latina y
que es, más bien, una teologización de la revolución social. En el interior de
la Iglesia, el Papa Francisco se ha ubicado en la Teología Popular, que es una
forma específica de la Teología Narrativa y ha dado muestras de respetar la
Teología de la Liberación, que él no
comparte pero comprende mientras, en alta proporción, las Jerarquías Eclesiales no desean ni escuchar su nombre.
En Colombia, basta recordar la experiencia
del Obispo de Buenaventura, Monseñor Valencia Cano.
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Al observar con
detenimiento los variopintos Encuentros
fraternales y solidarios del Papa Francisco en
cuatro ciudades colombianas, de modo todavía provisorio y como en un primer borrador, hemos
logrado recoger el significado específico de la Teología
Popular aplicada a los problemas y especificidades del país.
Para Francisco
todo católico debe ser un protagonista comprometido que, en los muy plurales
ámbitos sociales laicos en los que cada día se desenvuelve cada uno – social, político, cultural, ideológico,
vivencial, educativo-formativo, productor de ideas e imaginarios, laboral,
recreacional, grupal etc - debe contribuir a impulsar Encuentros fraternos y solidarios en los que los nexos e interacciones interpersonales
e intergrupales que los van definiendo,
tengan como uno de sus focos de inspiración y de influencia la presencia de lo espiritual evangélico.
No es que, de modo desenfocado, se
aspire a que el factor
Cristo- Evangelio sea el determinante, pero, por lo menos, sí uno altamente influyente. Entonces, más que en los ritos de las Iglesias, se espera
que los católicos todos los días se reinventen llevando a la práctica las
exigencias de los Evangelios. Y los
Jerarcas y Curias deben ser un permanente acompañante de esos Encuentros dirigiendo a sus rebaños no desde los altares y los púlpitos y los confesonarios, sino metidos hasta el cuello en esos cotidianos Encuentros en procura de una sociedad cada día más
humana y digna, es decir en opinión del Papa, cada día más cristiana.
Esos serían los contextos, primero, el de los excluidos y
sufrientes de todo tipo, y segundo, el
de la búsqueda de lo evangélico popular, desde los que la Iglesia Colombiana
debería lograr la más profunda
transformación; debe salirse de sus compromisos con los poderes establecidos,
así como de su encerramiento en las sacristías
para, codo a codo, con la masa de excluidos y sufrientes y adoloridos y
explotados colombianos dar el paso más estratégico, que ya señaló Francisco,
“si Colombia quiere una paz estable y duradera, tiene que
dar urgentemente un paso en la dirección del bien común, de la equidad, de la
justicia, del respeto de la naturaleza humana y de sus exigencias”.
Entonces,
como lo precisó Hernando Gómez Buendía[11]
“Francisco viene del movimiento teológico que concluyó por darle razón a
Lutero, para esperarlo a la vuelta del siglo XXI”; de Lutero
son el rechazo a la Iglesia apoltronada y del clero arrogante para volver a la
creencia y la vivencia del encuentro
personal e íntimo con Dios y, por eso, Francisco le dijo a los 132 Obispos colombianos,
“la misión de ustedes es singular. Ustedes
no son técnicos ni políticos son pastores”.
Y
acerca del esperado tema de la paz, el pontífice, tras citar a García Márquez,
les hizo esta reflexión: “Todos sabemos que la
paz exige de los hombres un coraje moral diverso. La guerra sigue lo que hay de
más bajo en nuestro corazón, la paz nos impulsa a ser más grandes que nosotros
mismos”. Y al terminar el discurso, les hizo un llamado a comprometerse
con el Putumayo,
Y
antes de concluir… un pensamiento quisiera dirigir a los desafíos de la Iglesia
en la Amazonia, región de la cual
con razón están orgullosos, porque es parte esencial de la maravillosa
biodiversidad de este País. La Amazonia es para todos nosotros una prueba
decisiva para verificar si nuestra sociedad, casi siempre reducida al
materialismo y pragmatismo, está en grado de custodiar lo que ha recibido
gratuitamente, no para desvalijarlo, sino para hacerlo fecundo. Pienso, sobre
todo, en la arcana sabiduría de los pueblos indígenas amazónicos y me pregunto
si somos aún capaces de aprender de ellos la sacralidad de la vida, el respeto
por la naturaleza, la conciencia de que no solamente la razón instrumental es
suficiente para colmar la vida del hombre y responder a sus más inquietantes
interrogantes.[12]
Es
sabido que la visita de Francisco a
Colombia fue preparada y planificada por una Comisión mixta conformada
por representantes de la Iglesia y del Gobierno, y uno y otro con seguridad en
su intimidad deseaban que los interlocutores fuesen “tales y tales” y los temas a tratar “estos y estos”. El Estado
con toda legitimidad podría haber deseado que hubiese Reuniones o
Encuentros con algunos de los
representantes de los poderes estatuidos del establecimiento y con algunas
autoridades específicas; pero no, los interlocutores fueron, los niños en
general y con síndrome de down en particular; los drogadictos; los enfermos
terminales; las mujeres violentadas; los migrantes sin techo; los pandilleros;
los indígenas y afrodescendientes; los desechables; los arrinconados; y, sobre
todo, las víctimas, los sobrevivientes
concretos del conflicto armado y los jóvenes
y las mujeres. Sobre éstas, casi
ningún creyente se había atrevido a decir lo que proclamó ante el Comité
Directivo del CELAM, Consejo Episcopal Latinoamericano,
"Si queremos
una nueva y vasta etapa de la fe en el continente, no la vamos a obtener sin
las mujeres. Por favor, no pueden ser reducidas a siervas de nuestro
recalcitrante clericalismo”. [13]
Por su parte, los representantes de la iglesia
esperaban que los temas fuesen el
estatuto del catolicismo, la defensa de la familia tradicional, los matrimonios
Gay, la adopción Gay, la eutanasia. Sin
embargo, a este Papa no le impusieron ni permitió que le trataran imponer nada,
ni los interlocutores con los que iba a dialogar ni los temas que debía
tratar. Tanto los primeros, los interlocutores, como los segundos, los temas, fluyeron con
espontaneidad de la lógicas internas de
su enfoque de Teología Popular. Por eso
llama poderosamente la atención que, excepción hecha de su reunión con el
Presidente Santos, no hubiese habido ni un solo Encuentro con uno u otro sector de las elites de poder, sino que, por
el contrario, todas las reuniones
conversadas fueron, si no con lo
más genuinamente popular de los
explotados, sí con personas y sectores de la masa más afectada por los mayores sufrimientos.
Emocionantes fueron, sobre todo, sus Encuentros y Conversatorios en las tardes
al anochecer cuando al llegar a la
Nunciatura lo esperaban uno u otro grupo de sufrientes, y el Papa, no obstante la fatiga de 12 horas de
variada labor pastoral y no obstante el acoso de algunos de sus acompañantes para que se entrara a descansar,
se detenía delante de cada uno de ellos mirándolos a los ojos como tratando de
apresar el dolor específico de cada uno
de ellos y solo entonces adivinaba lo que les debía decir. Por otra parte, el Papa
en ningún momento se refirió a los temas expresivos de la, para muchos, “la más profunda crisis
histórica de la familia en Colombia”
producida, de acuerdo con el conservadurismo moral, por la lucha por la
vigencia de los derechos de las comunidades gay.
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Es
indudable entonces que la Teología Popular del Papa Francisco es profundamente innovadora de los estilos con
los que en Colombia las mayorías de
las Curias han manejado la
evangelización; esto no obstante, trasladado el asunto al plano de la política,
sobre todo liberadora y des-alienadora, se impone, aunque sea bajo la forma de pregunta una importante inquietud planteada por el
profesor de la Universidad Nacional, Miguel Angel Herrera, cuyo texto citado recomendamos, “¿acaso la Teología del Pueblo no se
constituye en un obstáculo poderoso para la construcción de la autonomía integral en las luchas contrahegemónicas
de los[14]
subalternos de Colombia y del mundo por
su liberación?
**********9**********
Terminamos este
Atisbos con una pregunta ¿por qué un hombre solo, y hasta muy solitario en el seno de su propia Iglesia, ha logrado tan alta movilización en
Colombia con 4.5 millones de asistentes a las cuatro Misas -Conversaciones?
Ya lo dijimos,
la visita de un Papa es noticia en cualquier parte del mundo, aun en los países
más incrédulos donde muchas gentes pueden ir de modo masivo a verlo aún por mera
curiosidad, lo que es más válido cuando
ese Papa es similar a nuestro latinoamericano Pepe Mojica en muchas partes del
planeta tierra considerado el mejor Presidente de la contemporaneidad. Como
para mandar por todas partes, muy junticos, a Mojica y a Borgoglio.
Entonces, en
Colombia Francisco movilizó una inmensa
muchedumbre, estando en su seno
también mucho curioso, primero porque
su prédica es un
hecho tangible y observable- vive como piensa, en un cuarto decente
pero sencillo; aleja de sus vestidos toda forma suntuaria de lujo;
en Roma se traslada en un viejo CochePapa; come, lo que es recomendable para todo el
mundo, de un modo frugal pero sabroso; y, a
ese hecho tangible, se adiciona el de
ser un gran dialogador que, con respeto y permiso previo, se le mete a la gente
concreta a su intimidad para despertarle obviedades que, por viejas y cansadas , ya estaban adormecidas
y por eso los escuchantes al
percatarse del “milagro” no pueden
más que sorprenderse ante el mago que
las despierta; entonces, se abren más
cuando las obviedades despertadas les preguntan que por qué se habían olvidado
de ellas, a lo que aquellos les responden que porque “ya creían que no las
podían realizar”. Segundo, movilizó
tanta gente porque posee un extraordinario carisma y Max Weber sugirió que
cuando alguien lo tiene muy grande es capaz de mover montañas. Pero no basta
poseer carisma. En tercer lugar, en cuanto al tono, la forma, el momento y el
lugar, sabe decir las cosas de un modo directo y con un lenguaje sencillo por
inteligible. Y en cuarto lugar, para no
tornarnos redundantes, es un
artista en el manejo del lenguaje corporal, sobre todo ¡esa sonrisa inapagable
redondeada por esa mirada tierna y picarona que siempre se clava en los ojos
del sufriente preguntándole por su específico dolor!
[1]
. “Bogotá sumó dos días sin homicidios durante la visita del papa”, El
Espectador, 08-09-2071.
[2] .”Los banqueros de Dios”, Crónica de cómo el Banco del Vaticano lavaba el dinero de las
mafias”, https://actualidad.rt.com,
05-02-2015.
[6]
. Ver, “Por qué negociar con el ELN:
Desafíos y Salidas”, Atisbos Analíticos
No 260,
[7] .
Guerrero, Arturo, “El Papa y el Verbos sin dientes”, El Espectador 07-09-2017.
[8] .
Moreno, Alonso, “Demos el primer Paso”, Caja de Herramientas, No 557,
17-09-2017.
[9] .
Molano, Alfredo, El Espectador”,
10-09-2017.
[11] .
Gómez Buendía, Hernando, “¿Qué nos dejó la venida de Francisco? , RAZÓN
PÚBLICA, 10-09-2017.
[14]
.Herrera, Miguel Angel, “Francisco Borgoglio, un Papa misionero en su propia
tierra”, Caja de Herramientas, o9-09-2017.