Atisbos analíticos 262, Armenia, agosto 12 de 2017, Humberto Vélez r,
miembro de INCOPAZ, INSTITUTO COLOMBIANO
DE Y PARA LA Paz, Cali, incopaz@gmail.com, humbertovelezr@gmail.com,
CONTRA UN GOBIERNO
PROGRESISTA POSTNEOLIBERAL.
ENSAYO
SOCIOPOLÍTIC0
Introducción
La condesamos en el
siguiente epígrafe:
Una
insuficiente pero substantiva síntesis
de una Crisis dialéctica.
En un Estado
de ciudadanos y aún de clases, la oposición
racional pero también el
ejercicio racional del poder son legítimos
y hasta necesarios para la vigencia de la democracia, pero, como lo
aprendimos de Estanislao Zuleta, la racionalidad de esta
se rompe y lesiona cuando o los
opositores echan por la borda el conjunto de reglas estratégicas pactadas o
previamente instituidas, o cuando los manejadores del poder se niegan a
dialogar con los opositores, viejos o
nuevos. En uno y otro caso, se está asumiendo una conducta irracional ya frente al poder ya en relación con su ejercicio. Por todo esto, la democracia en todo país no
puede ser un asunto de ya para siempre sino un problema en continua y periódica revisión crítica. Para
el caso concreto de la Venezuela actual, el problema se complica porque tanto
en la oposición como en el gobierno
existen importantes fracturas y
tensiones internas: hay oposición legal e ilegal y en el gobierno hay grados de
identificación con el proyecto chavista.
Por otra parte, estas consideraciones teóricas deben tener como contexto
la índole, los alcances y las consecuencias
de los problemas y asuntos de
cara a los cuales se están produciendo los juegos de poder. Una cosa es cuando
éstos sólo tienen como referente problemas rutinarios de monótonas
gobernanzas y otra cosa es cuando están
en juego heterogéneos Modelos de orientación socioeconómica de la sociedad
siendo éste el caso de la Venezuela actual. En el primer caso, el diálogo
siempre será necesario para que, como siempre, todo siga igual, pero, en el
segundo, el conversar es imprescindible no tanto para negociar Modelos que
son innegociables sino, ante todo y
sobre todo, para restablecer y restaurar las reglas de juego siempre y cuando
el Modelo del Gobierno sea viable como apuesta democrática.
En la actualidad toda el agua sucia e
inmunda de la crisis venezolana le ha caído a Nicolás Maduro, a quien, para
disminuirlo aún más, hasta muy actuales “Dictadorazos” fácticos de varias partes del mundo,
adornándose de demócratas, han llamado “dictadorzuelo”. Que todo recaiga sobre
un individuo concreto, en lo metodológico no es lo más pertinente, sobre todo
en un caso como éste, en el que están enfrentadas poderosas fuerzas
sociopolíticas internas y externas. Es por eso por lo que urge una interpretación
histórica sobre los orígenes,
desarrollos y posibles desenlaces de una crisis que, examinada sin animosidad en clave de sus
grandes logros y conquistas pero también de sus
dificultades, limitaciones y errores, permite evidenciar que ni siquiera la figura
carismática de Hugo Chávez en algunos casos concretos sale del todo bien
librada. No se trata de salvar a la brava a un Maduro que, por cierto, no es un Chávez ni un Allende redoblado, sino, más bien, de
entender la crisis para poder entender los impactos de sus posibles desenlaces
que, sean los que sean, para bien o para mal serán decisivos para el presente y
el futuro de Venezuela y de América Latina.
Aquí y en
Cafarnaún, la posverdad- informar
mal de manera intencional o emplear la táctica de “la noticia sustituta o no
noticia” basada en la idea de que
más eficaz que ocultar una
noticia es dar otra distinta que ocupe el lugar de la noticia real[1]-
siempre será un dispositivo de hiperdominación
ideológica; pero, creemos nosotros, que desentrañar y reubicar la posverdad
es una de las mejores formas de empezar
a luchar contra un dominio reproducido a mayor escala social. En el trasfondo
de este espectáculo mediático cósmico que es la Venezuela actual, se encuentran ora tapados
ora silenciados varios fenómenos que han
venido siendo objeto de señores que, más
que para informar, parecen haber sido entrenados para desinformar o desubicar la información. En el caso
venezolano posverdad y no información ha
habido de parte y parte, pero el extremo ha estado en los Medios de difusión,
que defienden a la oposición. En el caso colombiano, por ejemplo, asombra el
caso de Noticiero Nacionales que, después de la Constituyente, continúan
dedicando casi 30 de sus 60 minutos de
transmisión, por ejemplo, a hablar bellezas de los14 países latinoamericanos
que en Lima “desautorizaron” la Constituyente como si hubiese sucedido en sus
propios países o a poner de relieve las sanciones personales de Estados Unidos
a dirigentes del Chavismo silenciando, en un claro ejemplo de no noticia, apoyos y realidades como éstas:
Que Venezuela “ni es ni representa una amenaza
para la paz y la seguridad internacionales”, como lo ha señalado el presidente
del Consejo de Seguridad de la Onu, el egipcio Amr Abdelalati; que, a mediados
de junio, el gobierno de Trump llevó el tema del derrocamiento de Maduro al
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero no logró obtener el respaldo necesario[2];
que en la patria de Bolívar se ha
avanzado en la construcción de un Estado Comunal todavía embrionario- aquel que
desliza la idea de Comunas Autogestionarias como expresión del poder soberano de
la ciudadanía-; que lo que se propone la Constituyente es perfeccionar la Carta de 1999
constitucionalizando ideas ligadas al impulso de una economía postpetrolera,
así como a la institucionalización de las ya ensayadas Misiones Sociales y de
nuevas formas de participación como los Consejos Comunales[3];
que para sacar avante la nueva Constituyente se ensayó un inédito sistema
electoral que, manteniendo el principio del voto universal y secreto,
animó y movilizó el voto por sectores
sociales[4]; que en la actual coyuntura de la etapa,
Venezuela recibió el respaldo de los 57 países miembros del Consejo de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas en el que se destacan países como China, Rusia,
Irán, La India y Pakistán[5];
que a la cita de Lima, de los 26 países latinoamericanos, 10 Cancilleres no
asistieron a firmar un Acuerdo, que tenía
como presupuesto que “Venezuela ya no es una Democracia”, como si la de muchos de sus países, la de Brasil, por
ejemplo, lo fuese[6];que, por su solidario trabajo
internacional, Venezuela será
Presidente hasta el 2019 del segundo Organismo más grande del mundo,
“Movimiento de Países no Alineados”, que cuenta con 12O Miembros y 17 Observadores[7];
que en el mismo día en que en Lima se
apoyaba una condena al gobierno venezolano, 12 países de ALBA o cercanos, Alternativa Bolivariana para América Latina y
el Caribe, aprobaron una declaración de respaldo al gobierno venezolano[8];
que el diario “Jornada” de México ha editorializado destacando que “todos deben sacar la mano de
Venezuela”[9];
que en la oposición venezolana se mueven dos sectores, uno que acepta el
diálogo con el gobierno y que, en sus discursos, espacios y prácticas no
armadas, debe ser respetado y protegido, y otro totalmente opuesto a un diálogo
del cual hacen parte personajes que,
como Leopoldo López, Henrique Capriles, Antonio Ledezma y Maria Corona Machado,
hicieron parte del frustrado golpe de Estado del 2002, a los los que ahora la oposición presenta como
demócratas inmaculados cuando ninguno de ellos ha logrado disimular sus
conductas esquizofrénicas de insurrectos en las calles de Caracas y de
demócratas convencidos en el interior de sus casas, así como sus declaraciones a los Medios en las que
posan como ciudadanos perseguidos. Entonces, como para preguntarse, ¿habrá en
esta tierra algún régimen político que permita esa doble conducta tan
contradictoria en lo político y en lo ético?
Pero, ¿cómo es que se ha creado el imaginario de que en Venezuela
existe una dictadura tan extrema que ha
logrado estremecer y afectar al conjunto del “social” venezolano?
Sencillamente mintiendo, apelando a la no noticia y repitiéndolo “in extremis” los Medios
cartelizados de Estados Unidos, de la mayoría de los países de Europa y de América, bajo monopolio privado, han
logrado gestar una percepción en relación con la cual el repetirla, el decir
que ocurrió y el reiterarla importa más que lo que realmente pasó. El ya citado para-periodismo que, sobre todo
en Europa y América, desde meses atrás
ha estado lanzando bobas mediáticas contra el gobierno de Venezuela y su prestigio internacional, ha llegado a tal
extremo que llevó al reflexivo y analítico Boaventura de Sousa Santos a
modificar una decisión por él ya tomada , que nos cuenta así,
“El 26 de mayo suscribí un documentos elaborado por
intelectuales y políticos venezolanos de varias tendencias apelando a los
partidos y grupos sociales en conflicto a parar la violencia en las calles e
iniciar un debate que permitiese una salida no violenta, democrática y sin la
injerencia de los Estados Unidos. Decidí
no volver a pronunciarme sobre la crisis venezolana. ¿Por qué lo hago
hoy?
Porque estoy abrumado con la parcialidad de la comunicación
social europea, incluyendo la portuguesa, sobre la situación de Venezuela, una
distorsión que recorre todos los medios para demonizar a un gobierno
legítimamente electo, atizar el incendio social y político y legitimar una
intervención extranjera de consecuencias incalculables. La prensa española
llega al punto de embarcarse en la perversidad difundiendo noticias falsas
sobre la posición del gobierno portugués…Los desaciertos de un gobierno
democrático se resuelven por la vía democrática. Por cierto que los venezolanos
pueden (incluyendo a muchos chavistas críticos) cuestionar la oportunidad de la
convocatoria, sobre todo teniendo en cuenta que disponen de la Constitución de
1999, promovida por el presidente Chávez…Pero nada de eso justifica el clima
insurreccional que la oposición ha radicalizado en semanas siguientes y cuyo objetivo no es corregir los errores de
la revolución bolivariana sino ponerle fin e imponer salidas neoliberales (como
está sucediendo en Brasil y Argentina) con todo lo
que ello significó para las mayorías pobres de Venezuela”. [10]
No habría mucho más que añadir, para estar del todo de acuerdo con Boaventura,
si se señala que la creación de un clima
insurreccional tan extremo como el que ha buscado gestar un sector importante
de la oposición, ni siquiera se justificaría si se explicitan las intenciones y
los deseos de los actuales chavistas de desarrollar y perfeccionar la Carta de 1999 constitucionalizando los avances del
proceso bolivariano con elementos propios
de un Estado Comunal y de un nuevo e
inédito sistema electoral, que combina sufragio universal con votación por
sectores sociales.
Destapado un
primer problema, el de que en elecciones para la Constituyente, el
gobierno no habría sacado, de acuerdo con la oposición, sino 2.4 millones de votos, su lectura puede
ser así:
En Venezuela,
como votación, sobre todo y ante todo, de las barriadas comunales de sus
grandes ciudades y de una amplia
fracción de los sectores populares y sin
el voto de las clases altas y muy
poquiticos de las medias, y sin contar
la votación de la población indígena y sin que haya habido elecciones en el
exterior, hubo entre 7 y 8 millones de
votos a favor de la Constituyente. El gran testigo involuntario de
certificación de este volumen de sufragios, de modo paradojal, ha resultado
siendo la Entidad Técnica extranjera, Smartmatic, encargada del sistema del voto electrónico, cuyo
director, Antonio Mugica, antes de dar su declaración en Londres después de
haber abandonado, con los pies en polvorosa, a Venezuela con sus 20 empleados,
denunció de modo apriorístico,
“la diferencia
entre la cantidad anunciada- ocho millones o sea 41.55% del padrón electoral- y la que arroja el sistema es por lo menos de
un millón de electores, pero ahí está la
información para una auditoría más minuciosa.., pues la cifra es un
estimado”.[11]
No se trata de
negar la posibilidad de que haya habido algún tipo de fraude que, por pequeño
que sea, por su perversidad intrínseca siempre será condenable, pero por la cantidad y
consecuencias, una cosa es un fraude de un millón y otra cosa es uno de 6 millones de sufragios, que sería
la cifra fraudulenta que la oposición le atribuyó al gobierno, pues éste no
habría obtenido sino 2.4 millones de votos, o sea, un 12.4% del padrón electoral.
De todas maneras, ahí tiene el gobierno las cifras para cualquier auditoría
independiente, lo que no puede decir la oposición, pues la misma noche de su
consulta fáctica incineraron las presumibles 7.5 millones de papeletas de los
participantes. Lo que parece válido es que Venezuela electoralmente se
encuentra fragmentada en dos fracciones que arrastra cada una entre 6 y
7.5 millones de votos siendo unos
de sus polos, el del Socialismo del Siglo XXI traducido en la
vigorosa movilización de las Comunas Populares y, el otro, los ocho partidos o
movimientos políticos cercanos a las posiciones de una u otra fracción de la burguesía y del
imperio norteamericano. Pero, lo más
preocupante y grave es que en uno y otro extremo de la polarización se
mueve una fracción armada. Entonces, nada tan cercano como ésta
de Venezuela a la posibilidad de una guerra civil si en el corto plazo no se
encuentra una salida de dialogo y de acuerdos democráticos, más metodológicos
que programáticos, pero sin injerencias externas ni de países y mucho menos de
imperios.
Veamos ahora un segundo problema, que es una mentira a
rajatabla, a la que, exhibida así,
la opinión pública colombiana le puede brindar otra mirada, que trascienda
el perverso cuento del castrochavismo, de modo presumible, vigente en Venezuela:
En la economía
de este país en 1998, antes de la llegada de Hugo Chávez al gobierno, el sector privado capitalista generaba el 59.3% del Producto Bruto interno y
durante toda la gobernanza del “socialista” gobernante venezolano ese porcentaje se mantuvo entre el 57 y el 62.8%
ubicándose en la actualidad de
Maduro en un 58.1%, de acuerdo con
información del Banco Central de Venezuela para el 2016.[12]
Esto en cuanto a la producción de mercancías o de valores de cambio, que es lo
típico del capitalismo. En segundo lugar, en contraste con lo que muchos creen,
en este país existe una robusta clase capitalista, con sus fracciones de clase,
la industrial y la comercial subordinadas a la financiera, muy bien organizadas, que
poseen 250.000 empresas. En el Grupo Forbes, entre los más multimillonarios
del Mundo aparecen tres venezolanos: Juan Carlos Escotet, Gustavo Cismeros y
Lorenzo Mendoza. Mucha de esta
empiria nos las proporciona el profesor
de Economía de la Universidad Central de Bogotá, Carlos Duque García en un corto y preciso y
rico Ensayo titulado “Capitalismo, ¿fantasma o realidad en Venezuela?[13] Y
para los que pregonan que en Venezuela no
ha hay una clase social asalariada sino una masa de burócratas
parasitarios de un Estado Totalitario, se les puede recordar que en el país
hermano para el segundo semestre del 2015 en el sector privado laboraba el 79.3% de los trabajadores. Finalmente,
habrá que resaltar que el ahorro y la acumulación de capital en Venezuela ha tenido un origen claramente
privado acompañado por una fuerte
inversión extranjera que , de acuerdo con el
Banco Mundial, para el 2014, alcanzó 27 mil millones de dólares. Ya la
quisieran las clases dirigentes de Colombia.
Como reza el
dicho popular al hablar de brujas, “no hay que creer en ellas, pero que las
hay, las hay”, muchos ciudadanos, y sobre todo ciudadanas, metiéndose bajo el sobaco la anterior
información, parecen pregonar, “aunque no hay que creer en el socialismo, en
Venezuela, que lo hay, lo hay, pues en
la época de Chávez hubo cientos y cientos de expropiaciones, sobre todo, en los sectores vivienda y latifundios”.
Cierto que las hubo en el período 2007-2009, pero no tocaron a los grandes capitalistas
ni modificaron en nada el carácter capitalista de la economía, pues sólo
afectaron al 1% de las 250 mil empresas ya referenciadas y a las empresas
afectadas se les pagaron indemnizaciones acordadas entre el Estado y el Gran
Capital, amén de que muy pronto, ubicándose aquí un primer importante error del
chavismo, entraron en crisis por fallas en la gestión y por el incipiente
chantaje económico de la oposición, viéndose
el Estado en la obligación de refinanciarlas vía la renta petrolera.[14]
Pero, “si no hay una economía socialista, dirán otros, por lo menos su
Estado sí es un Estado Totalitario de
partido único similar al existente en Cuba o al que existía en la Unión Soviética. De todas maneras,
no se podrá ocultar que en la
tierra de Bolívar no existe un sistema político de partido único pues,
cualesquiera que sean su status y posiciones, existe una oposición
pluripartidista, que no participó en las elecciones para la Constituyente,
porque ella misma así lo decidió; ahora
en el período posconstituyente, algunos
de esos partidos y movimientos
políticos– Acción Democrática, varios cuadros de Primero Justicia, Un nuevo
Tiempo, Avanzada Progresista y Movimiento Progresista de Venezuela- han mostrado interés en participar en diciembre
en las elecciones para Gobernadores, mientras que otros- Primero Justicia, los
partidos del ala pirómana como Voluntad Popular, Vente Venezuela, Alianza Bravo
Pueblo y el resto del MUD- optan por
seguir en la línea insurreccional de desobediencia y no participación electoral.[15]
Aunque en
Venezuela, durante todo el proceso de la revolución bolivariana, han asomado la
cabeza elementos y notas de un embrionario “Estado Comunal”- noción todavía en
debate que desliza la idea de Comunas autogestionarias como
expresión del gobierno del Pueblo[16]-
el que se ha mantenido, y hasta profundizado, ha sido el viejo Estado Petrolero, de inspiración liberal, que es desde
donde Maduro ha echado mano para derivar
los dispositivos institucionales necesarios
1.
ya para
defenderse
de un amplio sector de dirigentes de la oposición con su periódica convocatoria a un nuevo tipo de insurrección, una ”burguesa-pequeño
burguesa-untada de pueblo”, conducta defensiva que es legítima para cualquier gobierno que haya sido
elegido de modo legal constitucional; al frente de la oposición, con
apariciones periódicas y oportunas, ha habido una vanguardia violenta armada
que ha tenido distintas presencias como, por ejemplo, el intento de toma de la Base Francisco Miranda el 19 de abril
de 2017 y ahora con la rebelión en el
Fuerte Paramacay[17],
liderada por el excapitán Caguaripano retirado desde el 2014 de la Guardia
Nacional, con lo que se ha buscado crear
la sensación de muchas fracturas en el Ejército, así como animar una reacción en cadena en el resto de las instalaciones
militares, evento que hasta ahora no ha despegado;
2.
ya para
reprimir, lo que es cuestionable, a
algunas corrientes críticas del chavismo y de
la oposición desarmada siendo en el tratamiento de este eje político
donde Maduro más ha fallado ;y
3.
ya para aislar a ciertos
sectores chavistas armados, pues un signo destacado de los nuevos gobiernos,
entre ellos el de la Revolución Bolivariana, que durante las dos últimas décadas
se han instaurado en América Latina ha sido el de empujar importantes cambios y
transformaciones sociales sin apelar a los fusiles.
Destapados, entonces, la economía y el Estado, esto es lo que se observa en
Venezuela: Una
economía capitalista y un Estado liberal en profunda crisis con dos fuerzas
sociopolíticas bordeando las orillas de una guerra civil si, en el corto plazo,
no encuentran en el régimen político una salida para negociar no un Modelo de Sociedad y de Estado, que para cada
parte objetivamente es distinto, sino
para pactar, sin armas en la mano y sin intervenciones extranjeras inadecuadas
e irrespetuosas, un conjunto de reglas de juego político-electorales-culturales
que reorienten por los cauces de la democracia participativa sus respectivas
luchas ideológico-político-programáticas.
Es por todo esto
porque no podemos si no estar de acuerdo con la conclusión a la que llegó Carlos Duque García en su ya citado Ensayo,
“Las
políticas económicas del chavismo (controles de precios, subsidios,
expropiaciones marginales, etc.) no han cambiado el carácter capitalista de la
economía venezolana, ni constituyen la expresión de una revolución social que
haya derrocado a la clase dirigente, sino más bien una reforma social en el
marco del respeto al gran capital, nacional y extranjero. Y la indudable
crisis de abastecimiento e inflación desbocada no es otra muestra del fracaso
mundial del socialismo, sino acaso del mal manejo de una economía capitalista
por parte de un gobierno intervencionista”.
Entonces, dada la
posibilidad potencial de que la situación interna en Venezuela devenga en una
guerra civil, en lo político y en lo ético urge propiciar y afianzar los
diálogos internos entre el Gobierno y la Oposición legal para producir rápidos
y oportunos acuerdos de índole más metodológica que programática.
1.
Una corta y necesaria historia del Chavismo
De acuerdo
con Luigi Ferrajoli, un Estado no se
justifica a sí mismo, sino que sólo se legitima por su importante función
instrumental en la medida en que de modo progresivo haga vigentes, a
través de leyes y dispositivos efectivos
especiales, el conjunto de los derechos de los ciudadanos.[18] Una buena parte de ls
reformas constitucionales que hubo en América Latina en las dos últimas décadas
del siglo pasado tuvieron como referente
a la avanzada liberal logrando
algunas de ellas alcanzar la condición de un Estado Constitucional tal como lo
ha definido el jurista italiano contándose, entre ellas, la Constitución
venezolana de 1999, impulsada por Hugo Chavez y el incipiente chavismo bajo la
denominación
Notas de Pie de página.
[1] .
Diez Rodriguez, Angeles, profesora de la Universidad Cumpletense de Madrid,
“Cómo no dar una noticia. Paraperiodistas españoles ante la Constituyente
venezolana”, 09-08-2017.
[2] .
“ONU afirma que Venezuela no amenaza l
paz mundial” www.resumenlatinoamericano.org,
13-08-2017.
[5] . “Venezuela
recibe el apoyo de 57 países en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU2, www.mundo.spuniknews.com ,
22-06-2017.
[7] .
“Venezuela asume presidencia del Movimiento de Países no ALIEADOS”, www.resumenlatinoamericano.com,
15-09-2016.
[11] .
“La Empresa encargada del voto electrónico con conforma el fraude en la Constituyente de Maduro”. BBC.
Las2orillas, www.las2orillas.co, 02-08-2017.
[12].
Idem
[13] .
Duque García, Carlos.”Capitalismo ¿fantasma o realidad en Venezuela?, www.razónpublica.com, 31-VII-2017.
[18]
.Farrajoli, Luigi
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