Atisbos
analíticos 262,
VENEZUELA 2017, UN NUEVO TIPO DE GOLPE DE ESTADO NO
CONTRA UNA inexistente REVOLUCIÓN SOCIALISTA SINO CONTRA UN GOBIERNO CAPITALISTA
PETROLERO POSTNEOLIBERAL.
ENSAYO
SOCIOPOLÍTIC0
Introducción
La condesamos en el
siguiente epígrafe: Una insuficiente
pero substantiva síntesis de una Crisis
dialéctica.
A
los lectores que, por las razones que sean, no puedan leer todo el Ensayo, les
rogamos la paciencia necesaria para, por lo menos, echarle un vistazo a la presente
Introducción.
En
la actualidad toda el agua sucia e inmunda de la crisis venezolana le ha caído
a Nicolás Maduro a quien hasta muy actuales “Dictadorazos” fácticos de varias partes del mundo,
adornados de demócratas, para disminuirlo aún más, han caracterizado como “dictadorzuelo”.
Que todo recaiga sobre un individuo concreto, en lo metodológico no es lo más
pertinente, sobre todo en un caso como éste, en el que están enfrentadas poderosas
fuerzas sociopolíticas. Es por eso por lo que urge una interpretación histórica
sobre los orígenes, desarrollos y
posibles desenlaces de una crisis que,
examinada sin animosidad en clave de sus grandes logros y conquistas pero
también de sus dificultades,
limitaciones y errores, evidencia que ni siquiera la figura carismática de Hugo
Chávez sale del todo bien librada. No se trata de salvar a la brava a un Maduro que, por cierto, no ha estado a la
altura, sino, más bien, de entender la crisis para poder entender los impactos
de sus posibles desenlaces que, sean los que sean, para bien o para mal serán
decisivos para el presente y el futuro
de Venezuela y de América Latina.
Aquí y en
Cafarnaún, la posverdad- informar
mal, de manera intencional, en cualquiera de sus versiones como lo han
venido haciendo los Medios de Difusión, sobre todo en lo relativo a tapar y silenciar la realidad- siempre será
un dispositivo de sobredominación
ideológica, pero desentrañarla y desmontarla es una de las mejores
formas de empezar a luchar contra ella.
En el trasfondo de este espectáculo mediático cósmico que es la Venezuela actual, se encuentran tapados y silenciados varios fenómenos que han venido
siendo objeto de la llamada posverdad y
que trascienden al débil maduro
de carne y hueso
Despelotado el primer fenómeno, éste puede leerse así: en Venezuela, como votación,
sobre todo y ante todo, de las barriadas comunales de sus grandes ciudades y de
una amplia fracción de los sectores
populares y sin el voto de las clases altas y muy poquiticos de las medias,
y sin contar la votación de la población
indígena y sin que haya habido elecciones en el exterior, hubo entre 7 y 8 millones de votos a favor de la Constituyente. El
gran testigo involuntario de certificación de este volumen de sufragios, de
modo paradojal, ha resultado siendo la Entidad Técnica extranjera, Smartmatic, encargada
del sistema del voto electrónico, cuyo
director, Antonio Mugica, antes de dar su declaración en Londres después de
haber abandonado, con pies de polvorosa, a Venezuela con sus 20 empleados,
denunció de modo apriorístico,
“la
diferencia entre la cantidad anunciada- ocho millones o sea 41.55% del padrón
electoral- y la que arroja el sistema es
por lo menos de un millón de electores, pero
ahí está la información para una auditoría más minuciosa.., pues la cifra
es un estimado”.[1]
No
se trata de negar la posibilidad de que haya habido algún tipo de fraude que,
por pequeño que sea, por su perversidad intrínseca siempre será condenable, pero por la cantidad y
consecuencias, una cosa es un fraude de un millón y otra cosa es uno de 6 millones de sufragios, que sería
la cifra fraudulenta que la oposición le atribuyó al gobierno, pues éste no
habría obtenido sino 2.4 millones de votos, o sea, un 12.4% del padrón
electoral. De todas maneras, ahí están las cifras para cualquier auditoría, lo
que no puede decir la oposición, pues la misma noche de su consulta fáctica
fueron incineradas las presumibles 7.5 millones de papeletas de los
participantes. Lo que parece cierto es que Venezuela electoralmente se
encuentra fragmentada encontrándose unos de sus polos, el del Socialismo del
Siglo XXI, en la vigorosa movilización de las Comunas Populares y, el otro, en
ocho partidos o movimientos políticos cercanos a las posiciones de una u otra fracción de la burguesía y del
imperio norteamericano con el agravante de que en uno y otro extremo existe un sector armado.
Nada tan cercano como ésta a la posibilidad de una guerra civil si en el corto
plazo no se encuentra una salida de dialogo y acuerdos democráticos más que
programáticos de tipo metodológico sin injerencias externas ni de países y
mucho menos de imperios.
Veamos
ahora a un segundo despelotado al que,
exhibido así, la opinión pública
colombiana le puede brindar otra mirada, que trascienda el embrujado
mito del castrochavismo, de modo presumible, vigente en Venezuela: En la economía de este
país en 1998, antes de la llegada de Hugo Chávez al gobierno, el sector privado capitalista generaba el 59.3% del Producto Bruto interno y
durante toda la gobernanza del “socialista” gobernante venezolano ese porcentaje se mantuvo entre el 57 y el 62.8%
ubicándose en la actualidad de
Maduro en un 58.1%, de acuerdo con
información del Banco Central de Venezuela para el 2016. Esto en cuanto a la
producción de mercancías o de valores de cambio, que es lo típico del
capitalismo. En segundo lugar, en contraste con lo que muchos creen, en este
país existe una robusta clase capitalista, con sus fracciones de clase,
industrial, comercial y financiera, muy bien organizadas, que poseen 250.000 empresas. En el Grupo Forbes, entre los más multimillonarios
del Mundo aparecen tres venezolanos: Juan Carlos Escotet, Gustavo Cismeros y
Lorenzo Mendoza. Mucha de esta
empiria nos las proporciona el profesor
de Economía de la Universidad Central de Bogotá, Carlos Duque García en un corto y preciso y
rico Ensayo titulado “Capitalismo, ¿fantasma o realidad en Venezuela?[2] Y
para los que pregonan que en Venezuela no
ha hay una clase social asalariada sino una masa de burócratas
parasitarios de un Estado Totalitario, se les puede recordar que en el país
hermano para el segundo semestre del 2015 en el sector privado laboraba el 79.3% de los trabajadores. Finalmente,
habrá que resaltar que el ahorro y la acumulación de capital en Venezuela ha tenido un origen claramente
privado acompañado por una fuerte
inversión extranjera que , de acuerdo con el
Banco Mundial, para el 2014, alcanzó 27 mil millones de dólares.
Como
reza el dicho popular al hablar de brujas, “no hay que creer en ellas, pero que
las hay, las hay”, muchos ciudadanos, y sobre todo ciudadanas, metiéndose bajo el sobaco la anterior
información, parecen pregonar, “aunque no hay que creer en el socialismo, en
Venezuela, que lo hay, lo hay, pues en
la época de Chávez hubo cientos y cientos de expropiaciones, sobre todo, en los sectores vivienda y latifundios”.
Cierto que las hubo en el período 2007-2009, pero no tocaron a los grandes capitalistas
ni modificaron en nada el carácter capitalista de la economía, pues sólo
afectaron al 1% de las 250 mil empresas ya referenciadas y a las empresas
afectadas se les pagaron indemnizaciones acordadas entre el Estado y el Gran
Capital, amén de que muy pronto, ubicándose aquí un primer importante error del
chavismo, entraron en crisis por fallas en la gestión y por el incipiente
chantaje económico de la oposición, viéndose
el Estado en la obligación de refinanciarlas vía la renta petrolera.[3]
Pero, “si no hay una economía socialista, dirán otros, por lo menos su
Estado sí es un Estado Totalitario de
partido único similar al existente en Cuba o al que existía en la Unión Soviética. De todas maneras,
no se podrá ocultar que en la
tierra de Bolívar no existe un sistema político de partido único pues,
cualesquiera que sean su status y posiciones, existe una oposición
pluripartidista, que no participó en las elecciones para la Constituyente,
porque ella misma así lo decidió; ahora
en el período posconstituyente, algunos
de esos partidos y movimientos
políticos– Acción Democrática, varios cuadros de Primero Justicia, Un nuevo
Tiempo, Avanzada Progresista y Movimiento Progresista de Venezuela- han mostrado interés en participar en diciembre
en las elecciones para Gobernadores, mientras que otros- Primero Justicia, los
partidos del ala pirómana como Voluntad Popular, Vente Venezuela, Alianza Bravo
Pueblo y el resto del MUD- optan por
seguir en la línea insurreccional de desobediencia y no participación
electoral.[4]
Aunque en
Venezuela, durante todo el proceso de la revolución bolivariana, han asomado la
cabeza elementos y notas de un embrionario “Estado Comunal”, el que se ha
mantenido, y hasta profundizado, ha sido el
viejo Estado Petrolero, de inspiración liberal, que es desde donde Maduro ha echado mano para derivar los
dispositivos institucionales necesarios
1.
ya para
defenderse
de un amplio sector de dirigentes de la oposición con su periódica convocatoria a un nuevo tipo de insurrección, una ”burguesa-pequeño
burguesa-untada de pueblo”, conducta defensiva que es legítima para cualquier gobierno que haya sido
elegido de modo legal constitucional; al frente de la oposición, con
apariciones periódicas y oportunas, ha habido una vanguardia violenta armada
que ha tenido distintas presencias como, por ejemplo, el intento de toma de la Base Francisco Miranda el 19 de abril
de 2017 y ahora con la rebelión en el
Fuerte Paramacay[5],
liderada por el excapitán Caguaripano retirado desde el 2014 de la Guardia
Nacional, con lo que se ha buscado animar una reacción en cadena en el resto de
las instalaciones militares, evento que hasta ahora no ha despegado;
2.
ya para
reprimir, lo que es cuestionable, a
algunas corrientes críticas del chavismo y de
la oposición desarmada siendo en el tratamiento de este eje político
donde Maduro más ha fallado ;y
3.
ya para aislar a ciertos
sectores chavistas armados, pues un signo destacado de los nuevos gobiernos, entre
ellos el de la Revolución Bolivariana, que durante las dos últimas décadas se
han instaurado en América Latina ha sido el de empujar importantes cambios y
transformaciones sociales sin apelar a los fusiles.
Despelotados, entonces, la economía y
el Estado, esto es lo que se observa en
Venezuela: Una
economía capitalista y un Estado liberal en profunda crisis con dos fuerzas
sociopolíticas bordeando las orillas de una guerra civil si, en el corto plazo,
no encuentran en el régimen político una salida para negociar no un Modelo de Sociedad y de Estado, que para cada
parte objetivamente es distinto, sino
para pactar, sin armas en la mano y sin intervenciones extranjeras inadecuadas
e irrespetuosas, un conjunto de reglas de juego político-electorales-culturales
que reorienten por los cauces de la democracia participativa sus respectivas
luchas ideológico-político-programáticas.
Es
por todo esto porque no podemos si no estar de acuerdo con la conclusión a la
que llegó Carlos Duque García en su ya
citado Ensayo,
“Las
políticas económicas del chavismo (controles de precios, subsidios,
expropiaciones marginales, etc.) no han cambiado el carácter capitalista de la
economía venezolana, ni constituyen la expresión de una revolución social que
haya derrocado a la clase dirigente, sino más bien una reforma social en el
marco del respeto al gran capital, nacional y extranjero. Y la indudable
crisis de abastecimiento e inflación desbocada no es otra muestra del fracaso
mundial del socialismo, sino acaso del mal manejo de una economía capitalista
por parte de un gobierno intervencionista”.
De todas
maneras, lo que hay sacar de la cabecita de muchos es la idea o la
representación de que lo que está acaeciendo en Venezuela no es más que la expresión
de un Maduro antidemocrático, que está
persiguiendo a muerte a una masa de
demócratas, heroicos defensores de la
democracia, no de cualquiera, sino de la liberal con sus principios de la
división de poderes que neutralizaría la posibilidad de una dictadura. Maduro, bueno o regular o malo, no
ha sido sino un dirigente más de un
dificultoso y todavía embrionario
proceso de construcción participativa
de un nuevo Estado Comunal en una sociedad que, como la venezolana, posee las
mayores reservas de petróleo del mundo siendo, por lo tanto, elevadísimo el
interés del imperio norteamericano por mantener los más robustos controles
sobre sus distintos gobiernos. Si se
saca este contexto del análisis, Maduro quedaría reducido a mucho menos de lo
que en la actualidad la oposición afirma de él.
1.Una corta historia e los orígenes y
evolución de la crisis
Como lo ha
destacado Luigi Ferrajoli, notable neoconstitucionalista, un Estado no se
justifica a sí mismo, sino que sólo se legitima por su importante función
instrumental en la medida en que, de modo progresivo, haga realidad, a
través de leyes socialmente efectivas, el conjunto de los derechos ciudadanos.
(3)
IMPRESA EN CONSTRUCCIÓN NELSON MANRIQUE
La hora cero de Venezuela
8 Ago 2017 | 5:00 h
Nelson Manrique
Una proposición de Hegel, que Marx
hacía suya, afirma que la verdad está en el todo, y es ese “todo” la primera
víctima de los enfrentamientos que hoy desgarran al hermano pueblo venezolano.
Hay dos versiones cerradas y
monolíticas sobre lo que sucede en Venezuela. Para la primera un gobierno
usurpador, corrupto, autoritario y criminal ha llevado a Venezuela al desastre
y ha obligado a cientos de miles de venezolanos a huir de su patria porque no
tienen cómo sobrevivir al desabastecimiento y la violencia estatal. Se
trata ahora de restablecer la democracia, previo derrocamiento del gobierno de
Nicolás Maduro, y devolver el gobierno de Venezuela a los buenos venezolanos,
agrupados en los partidos de la oposición.
Para la segunda versión, la situación
que enfrenta Venezuela es el resultado de décadas de saqueo imperialista y de
mal gobierno de las corruptas oligarquías nativas. El régimen de Hugo Chávez, y
su sucesor Nicolás Maduro, han devuelto la soberanía y han aportado conquistas
sociales y derechos fundamentales al pueblo venezolano.
Cada versión silencia la parte que
rompe la unidad ideológica de su relato. La derecha silencia que la llegada de
Hugo Chávez al poder fue precedida por décadas de una corrupción institucional
que llegó a su clímax con el gobierno de Acción Democrática, la corrupción aún
para los estándares latinoamericanos era demasiado y desembocó en una gran
crisis estructural. Se olvida que los paquetes de ajustes estructurales
impuestos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, a comienzos
de los 90, provocaron el “Caracazo”, que dejó, según cifras oficiales, 300
muertos, aunque versiones independientes hablan de 3 mil.
Es imposible entender el ascenso de
Chávez al poder y el respaldo que consiguió sin estos antecedentes. La derecha
venezolana silencia que el régimen de Maduro fue elegido democráticamente, en
comicios que el Instituto Carter, presidido por el ex presidente norteamericano
Jimmy Carter, uno de los organismos más prestigiosos del mundo, declaró
intachables. Suele silenciar asimismo que de 20 elecciones a las que convocó el
chavismo ganó 18 y acató los resultados de los 2 adversos.
Los partidarios de Maduro a su vez,
suelen obviar que buena parte del apoyo popular del chavismo se basó en una
amplia política redistributiva, posibilitada por el alza descomunal de los
precios del petróleo a lo largo de la primera década del siglo XXI, pero que
era insostenible. La revolución bolivariana, al no ir a una diversificación del
aparato productivo y limitarse a redistribuir, creó un sistema de asistencia
social que solo podía durar lo que durara la bonanza petrolera. Cuando Hugo
Chávez llegó al poder el precio del barril de petróleo bordeaba los $ 16,
durante la siguiente década llegó hasta cerca de $ 200, ahora oscila torno a
los $ 40. No hay una nueva bonanza que permita revertir la situación.
La crisis que atraviesa el régimen de Maduro es alimentada por la
corrupción asociada a la bonanza petrolera y a la concentración del poder. Es
evidente que según avance el tiempo el régimen tendrá que ir recurriendo a un
mayor autoritarismo, a medida que avance la erosión del consenso que lo
sostiene.
La crisis institucional, provocada
por el enfrentamiento sin salida entre el Ejecutivo y la Asamblea Nacional, se
ha saldado con la instalación de la Asamblea Constituyente convocada por
Maduro. Pero esto no soluciona la crisis política sino la agrava. El referéndum
convocado previamente por la oposición movilizó a millones de venezolanos, y
mostró un país dividido transversalmente. Las decenas de miles de venezolanos
que buscan cómo ganarse la vida en nuestro país y en el resto de América
Latina no son, definitivamente, oligarcas.
Cerrarse sobre una versión y negar la
parte de verdad que contiene la otra es un aporte seguro al camino que conduce
a una tragedia. Teniendo el Ejecutivo el control de las Fuerzas Armadas, la
derecha no tiene cómo imponer sus intereses sino es por medio de la violencia,
y esta solo es posible con el apoyo norteamericano. El escenario se está
creando: está la asonada militar del domingo, la enorme campaña mediática
mundial contra la revolución bolivariana, la creación de una correlación
institucional que aísle totalmente al régimen de Maduro, en la cual el gobierno
de PPK está jugando un papel protagónico.
Quizás ya sea tarde, pero si no se
crea el espacio para el diálogo solo queda la violencia, y esta puede arrasar
con todo. El mayor aporte que podemos hacer es exigir que los problemas de
Venezuela los solucionen soberanamente los venezolanos.
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Notas de Pie de Página
[1] .
“La Empresa encargada del voto electrónico con conforma el fraude en la Constituyente de Maduro”. BBC.
Las2orillas, www.las2orillas.co, 02-08-2017.
[2] . Duque
García, Carlos.”Capitalismo ¿fantasma o realidad en Venezuela?, www.razónpublica.com, 31-VII-2017.
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