ATISBOS ANALÍTICOS 251, ARMENIA, primera quincena de octubre
de 2016, HUMBERTO VÉLEZ R, miembro del nodo regional de Redunipaz del
suroccidente colombiano y de la Red de Paz Eje Cafetero, “POR UN NUEVO ESTADO PARA UNANUEVACOLOMBIA”. humbertovelezr@gmail.com,
Pasado, presente y
futuro del Acuerdo de Paz: 6 Escenarios
Fueron las Víctimas las que redirigiéndolos,
salvaron los Diálogos de la Habana.
Abstract
1.
Y del carácter vinculante de los
Acuerdos, ¿QUÉ?
2. ¿Qué hacer entonces
en la coyuntura?
3. Y fueron LAS
VICTIMAS Y SU CAUSA las que salvaron los Diálogos de la Habana.
4. ¿Qué hacer en el
corto y mediano plazo?
5. 6 escenarios de los
Acuerdos.
5.1.
El Modelo Habanero.
5.2. La Renegociación: La propuesta del Centro
Democrático: “BASES DE UN ACUERDO NACIONAL DE PAZ”.
5.3. El
Escenario de la Dilatación.
5.4. El Escenario de la Repetición de las Elecciones en
la Costa Atlántica.
5.5. El escenario de unos Acuerdos
jurídicamente válidos y que sólo requieren su reconstrucción política: La
demanda del Exfiscal Montealegre puede salvar el valor jurídico de los
Acuerdos.
5.6. O Referendo o, mejor aún, una Asamblea
Nacional Constituyente.
NOTA: las personas que no quieran o no puedan leer este largo Ensayo,
propio, más bien, para trabajarlo, en clases, seminarios o talleres, pueden
limitarse a leer LA INTRODUCCIÓN COMO
CONCLUSIÓN. Este Ensayo puede
reproducirse con solo citar la fuente.
LA INTRODUCCIÓN
COMO CONCLUSIÓN.
De entrada aunque con
necesarios paréntesis aclarativos, en su
formulación genérica, presentamos, y subrayada,
la hipótesis central que postularemos en este Ensayo, dirigido muy en
especial a la juventud universitaria y de secundaria:
“
Cuando en él no se postula reforma
agraria alguna ni nada que afecte el
derecho de propiedad ni la competitividad ni la libre empresa ni el derecho de
los padres a cumplir un papel central en la educación de sus hijos- lo que
no está en ninguna de las ya famosas 297
páginas-, si al Acuerdo de Paz- de “pacificación” lo denominamos en este
Atisbos- le quitamos la reforma rural,
la restitución de tierras en manos de quienes las hayan adquirido por medios
poco honestos, la Justicia Transicional asociada a la posibilidad de que los Victimarios- las
Farc son solo uno de ellos- cumplan la
obligación política y ética y material que tienen de reparar a las víctimas -
no lo podrán hacer desde una de nuestras
inhóspitas mazmorras- y la también posibilidad
de que los exguerrilleros ejerzan la política, entonces, a ese Pacto Final se le habrá quitado lo más substancial que tiene para
posibilitar el que no nos sigamos matando. Y
así será, ya lo demostraremos, porque no tiene validez empírica la afirmación
hecha por el expresidente Uribe en uno de sus más importantes textos críticos
de los Acuerdos de la Habana”: las Farc “quieren,
escribió, hacerle pagar al Estado y la
Sociedad un alto costo a cambio de una eventual e indeterminada dejación de las
armas, costo que incluye el trámite y acuerdo sobre una ambiciosa y radical agenda en la que están incluidos TODOS LOS
TEMAS NACIONALES”.[1]
En plata blanca, cuáles y cuántos, pues el Acuerdo Final se puede
condensar en 7 temas substanciales, que se encuentran muy lejos de recoger y agotar
todos los problemas nacionales.
Un desenlace así significaría, 1. el triunfo político total de
un No que en el Plebiscito, en lo estrictamente
electoral, sólo obtuvo un empate técnico; 2. la derrota política y, tras el
Nóbel, moral y sicológica e internacionalmente publicitaria, del Presidente Santos; y 3. la posibilidad real de la reanudación de la más bárbara y
desregulada guerra.
Existe, por otra parte, en el rechazo
de los opositores a los Acuerdos, una dimensión que no ha sido suficientemente
enfatizada por una buena parte de los analistas. Hasta antes de los resultados
del 2 de octubre, éramos muchos los que hablábamos de la posibilidad de que Colombia, a partir
del simple dejar de matarnos acompañado no de una genuina reforma agraria sino de la
mera reforma rural integral pactada, pudiese entrar a una etapa de transformación de la sociedad a partir de
un cambio importante en las relaciones sociales rurales. Es que con el simple hecho de tocar problemas como
los del avalúo catastral, el de un fortalecimiento del impuesto predial y el
del papel de las olvidadas economías campesinas en la definición de una
estrategia orientada a lograr la
soberanía alimentaria, se estará
produciendo ya un tremendo y
desacostumbrado revolcón en el
conjunto de la vida social.[2] Por la tanto,
habrá que recuperar la idea de que
en la oposición a los Acuerdos se encuentra
también oculta la real oposición de un
sector importante del bloque en el poder a importantes reformas
sociales, políticas e institucionales.
De todas maneras, más allá de la renegociación cerrada entre dos
elites del bloque en el poder, existen otras salidas políticas socialmente más
amplias, y con posibles simultaneidades jurídicas salvadoras, en las que
también pueden y deben participar tanto Santos como Uribe, así como los otros representantes del No siendo éste el
objetivo específico de este Ensayo. Tras los resultados del Plebiscito, la
juventud colombiana se pellizcó y empezó a vaciar sobre las calles urbanas una refrescante marejada de indignación contra
la guerra y sus consecuencias.. Todo
parece indicar que ahora los jóvenes no serán inferiores al papel que cumplieron
en la pre/constitución de 1991 cuando fueron protagónicos. Así lo ha visto
Maria Elvira Bonilla, “Los primeros en
reaccionar con vigor y fuerza fueron los jóvenes. Miles de ellos. Decididos
esta vez a ser tenidos en cuenta y a reclamar su derecho a vivir en un país en
paz. Un sentimiento mucho más profundo de lo que se creyó, que se expresó
frente al abismo, al riesgo de poder ver al país pegado en el fango de la
incertidumbre o de regresar al hueco insondable de la violencia. Lo que se ha
visto es un sacudón lleno de vitalidad que puede resultar premonitorio de
nuevos amaneceres”.[3]
Y al expresar, en lo emocional, la opinión internacional favorable al final de
la guerra en Colombia, ha escrito nuestro
antrópologo y etnobotánico canadiense Wade
Davis, “Mi corazón arde por Colombia. Y así seguirá. Sé
que encontraremos la poesía para mover a los colombianos no hacia el miedo, sino
hacia los ángeles que llevan dentro. La guerra es fácil; la paz, difícil. Pero
al final el bien prevalece. Simplemente nos cuesta más”.[4] De
todas maneras, a Santos, como lo hecho Lisandro Duque, habrá que reconocerle
sus méritos, “La primera semana del posplebiscito
fallido, el presidente Santos, comparándose con un viejo lobo de mar que
llevará a buen destino su nave maltrecha, dijo que a él, todo un exgrumete de
la Armada Nacional, no iban a hacerlo zozobrar los tiburones de que estaban las
aguas picadas. Ojalá, ojalá. Digamos que todavía tiene un tiempo escaso para
maniobrar y quedarse con su pieza, como El viejo y el mar, en un combate
honorable”.[5]
Con sobradas razones pensamos que por una
pírrica diferencia de 54.000 votos los partidarios del No, y sobre todo su líder, no pueden reimponer otras décadas más de guerra en Colombia, y
como en Editorial escribió The New York Times,” Mientras que el gobierno de Santos y las Farc han dicho que
están comprometidos con mantener el cese el fuego que ha durado casi un año,
hay más posibilidades de que mientras más dure el impasse pueda haber más nuevos sucesos de
violencia. El volver al combate —lo cual no puede descartarse— podría ser
catastrófico. Si eso pasara, Uribe sería a quien tendríamos que culpar”.[6]
Pero la compleja y no tan endurecida cadena del proceso también puede romperse por el lado de las Farc. Para
rematar con esta ya larga lista de citas expresivas de puntos de vista
centrales, escuchemos a Iván Marquez a quien, como a todos menos a Uribe, también lo presiona el tiempo, “Si no se llega a un acuerdo pronto, el proceso
de paz puede pasar del limbo al infierno”.[7]
1
Y
del Carácter Vinculante de los Resultados del Plebiscito, QUÉ?
En nuestra
opinión ´´acertada’’, pero ‘’desacertada’’ en la del investigador de la Universidad del Valle Javier Duque[8], fue la decisión del presidente Santos al
convocar a un Plebiscito, pero haya la
que haya sido la nota, la Corte, al
constitucionalizarlo, de modo explícito precisó el carácter vinculante[9]
para el gobierno de los resultados de ese evento que produjo resultados políticos para
Santos pero sin consecuencias en lo jurídico en el sentido de que en ese
evento no se estaba sometiendo a voto el derecho constitucional a la paz. Por eso, moviéndonos en el mero plano de las
analogías, nos atrevemos a afirmar que, después de ese empate técnico en el que
el 2 de octubre el No obtuvo casi una imperceptible pero válida ventaja
electoral, en Colombia dejaron de existir como realidades políticas ónticas los Acuerdos informales de la Habana con sus
contenidos originarios. Daniel Coronell ha señalado que el lunes 3 de octubre de 2016 el acuerdo
con las Farc amaneció muerto.[10]
Es pertinente lo que ha afirmado en España
Enrique Santiago, abogado de las Farc, en el sentido de que el
Plebiscito no tiene validez jurídica[11]
sino política, aunque podría ser polemizable su tesis de que los Acuerdos tengan ya un
‘’valor jurídico´´ haciéndose inmodificables para el Derecho Internacional.[12]
Y fundamentó su valor jurídico en tres razones: 1. en que
los derechos no pueden ser objeto de consultas populares, pues según el artículo 22 “la paz es un derecho y un
deber de obligatorio cumplimiento”; 2. en que en su sentencia la Corte
estableció que el
resultado del Plebiscito no tenía ningún
efecto jurídico, aunque sí implicaba una
obligación política para el presidente; y.3.en que el Acuerdo final, conforme
al Derecho Internacional, ya había
alcanzado fuerza jurídica propia toda vez que había sido suscrito como Acuerdo
Especial, que había entrado a formar parte del bloque constitucional. Esto
no obstante, a guisa de inquietudes
críticas y de dudas, destacamos las
siguientes situaciones: 1.en el Plebiscito lo que se sometió a consulta no fue
el esquivo derecho a la paz sino unos
Acuerdos, que buscaban apresarla; 2. en
sus resultados más importantes, ese evento político dijo que esos acuerdos no tenían validez política; 3. pero, ¿podrá juridizarse o darle valor jurídico a lo políticamente inexistente? ¿No se habrá
quedado el Acto Legislativo para la Paz
del Congreso y la misma firma del Acuerdo sin su más esencial materia
prima? Y finalmente, ¿No se habrán
quedado sin su más genuina substancia política esas 297 páginas que, como
Acuerdo Especial, con la
intención de constitucionalizarlas, entregaron las Partes de la Habana ante el
Organismo depositario de las Convenciones de Ginebra de 1849?
Pero, que conste que
lo anterior lo afirmamos sin consultar las lógicas de los tiempos
jurídicos que, formales para muchos, para nosotros también son muy importantes,
sobre todo, cuando se refieren a sucesos
asociados al tiempo histórico de un suceso, como es el del pasado, frente y
futuro de nuestro conflicto interno armado.
De todas maneras, no
obstante los resultados del Plebiscito, el presidente Santos,
constitucionalmente facultado para manejar el orden público, podrá llamar a una
nueva negociación o, como ha acaecido ya, mantenerle la continuidad a la que ya convocó
desde el 4 de septiembre del 2012
dándole así impulso a la
gestación de nuevos Acuerdos que, de
modo necesario.
En resumen, condensada
ésta es nuestra posición sobre la relación Acuerdo Final y Juridicidad: Los resultados del plebiscito
determinaron la muerte política del Acuerdo Final y, por lo tanto, con ella
desaparecieron las realidades políticas que, para efectos de impulsar no tanto
la paz sino el inicio de la pacificación
con el grupo insurgente más antiguo, importante e impactante, tenían que ser
juridizadas en alguna instancia institucional adecuada; ahora habrá que gestar
unos nuevos Acuerdos y buscar una
instancia en la que puedan alcanzar valor jurídico.
2
¿Qué
hacer, entonces, en la coyuntura?
En lo inmediato de estas primeras semanas y meses,
1. por
el hecho de que el Acuerdo Final haya
pasado a la condición de tabula rasa, no tirar por la borda esos cuatro intensos y complejos y
dificultosos y hasta angustiosos años de aciertos, avances y asomos históricos,
pero también de algunos errores, que le han merecido a Santos y, sobre todo, a
las Víctimas, el Premio Nobel de la Paz[13]-
FELICITACIONES ENORMES A AMBOS POR PARTE DE UN CIUDADANO NO SANTISTA- pues nada impide que los ya políticamente inexistentes Acuerdos Finales puedan ser asumidos
como unas muy ricas y
orientadoras realidades fácticas con potencia para referenciar el todavía vago pero ya muy contradictorio y limitado proceso de construcción de los
llamados pactos nacionales orientados a
renegociar los Acuerdos entre las dos elites del bloque en el poder; como lo ha destacado Iván Cepeda el Acuerdo de
la Habana tasta tal punto se ha
convertido ya en una realidad tan insoslayable que hasta sus
más empecinados opositores lo han tenido que mantener como un referente central[14];
de todas maneras,de entrada habría que destacar que en esa construcción de un
pacto nacional, deberían estar todos los que son y ahora no están y todos ellos construyendo puentes en y desde
las instancias más ricas y adecuadas. Deberían estar todas las fuerzas vivas y
activas de la nación y no sólo las dos elites del bloque en el poder, la santista y la uribista, que en los últimos 6 años se han evidenciado divididos sobre la
forma de abordar el conflicto interno armado
para brindarle seguridad jurídica a la inversión extranjera en el
subsuelo colombiano;
2. como
el inicio del proceso de dejación de las armas ha quedado en suspenso en su
primera fase de traslado del 30% de los combatientes de las Farc a los
campamentos veredales y para evitarle
enormes y peligrosos riesgos al manejo del orden público y a la seguridad vital
de los guerrilleros, bajo el monitoreo
de la ONU y la custodia de las Fuerzas Armadas y en el marco del cese del fuego,
habría que regresarlos temporalmente a sus sitios de origen; ya El Secretariado a través de Pastor Alape ha dado la orden, “todas nuestras unidades deben empezar a moverse a posiciones seguras
para evitar provocaciones’’. Por
fortuna, con rapidez el 7 de octubre, Gobierno y Farc, para afianzar el
Cese del Fuego bilateral, tomaron pertinentes y muy precisas medidas de adecuación a las nuevas condiciones
post-plebiscitarias en reunión efectuada
en la Habana con Jean Arnault, Jefe de la Misión Especial de la ONU en
Colombia; acordaron un Protocolo orientado a prevenir cualquier incidente, en
zonas de pre-reagrupamiento y
solicitaron al Secretario General de la ONU, y por su intermedio, al Consejo de
Seguridad que autorice a su Misión en Colombia a continuar ejerciendo “sus
funciones de Monitoreo y Verificación,
resolución de diferencias, reportes, recomendaciones y coordinación del Mecanismo tripartito previsto en la
Resolución 2226 de 2016”[15];
a su vez, en este mismo Comunicado no 2,
se ha señalado que, para “dar garantías a todos”, en tiempos muy breves
las propuestas y ajustes que resulten de las conversaciones del
presidente Santos con los diferentes
sectores de la sociedad, serán discutidas entre el Gobierno y las Farc. Sin
embargo, no siempre será fácil precisar las fronteras entre un retoque, un
ajuste y una reforma de fondo. De todas maneras, para la mirada del gobierno
en la última semana tienen que haberse vislumbrado avances importantes, pues
Santos, tras en un primer momento limitar el Cese bilateral al fuego hasta el
31 de octubre, ayer 12 lo extendió hasta
el 31 de diciembre del 2016;
3.
de inmediato poner en acción la vieja propuesta de un Diálogo socialmente Plural- no el simple y
clásico esquema bilateral de conversaciones
entre las partes involucradas ni tan poco el de meras movilizaciones
multitudinarias que, importantes, son circunstanciales- propuesta desde la
década de 1990 por el ELN: se trata de un Modelo Multilateral de Negociación en
el que quepan todos, sobre todo los
sectores excluidos, orientado a la concertación social. Al recoger esta
iniciativa, ha escrito Víctor de Currea
“…
la fórmula de Dialogo Nacional que
propone el ELN es la mejor propuesta
después del Plebiscito: reconocer un país dividido en el que se necesita que
una mitad dialogue con la otra, hacer una propuesta innovadora que sea capaz de
convocar a los millones de
abstencionistas- la mayor de los últimos
22 años- , revisar los temas de paz sin que implique una renegociación desde
cero de lo avanzado en la Habana y garantizar un mecanismo de encuentro entre las
dos insurgencias en un solo proceso”. [16]
De
mantenerse en esa posición, para el Eln
se trataría de una MESA
MULTILATERAL: con las Farc, con el Uribismo, con Santos, con el movimiento social/ciudadano de
la paz, y, por supuesto, con el ELN, entonces, “ el llamado Tren de la Paz,
escribió de Currea, hace una parada
relevante para subir no sólo a los del NO, sino también a quienes no han contado con una mesa, como
es el ELN, o a quienes no se sienten representados en el proceso de la
Habana…Como ha dicho Angela María Robledo, la Habana no fue espacio
de un diálogo nacional sino de un diálogo de sectores. Buscaron proteger
tanto al proceso de la Habana, que aislaron a los protagonistas de la gente; y
4.
juntando millones de manos y muchos más
millones de corazones- también cuentan las movilizaciones
multitudinarias como las que ha habido esta semana en Colombia en pro de los
Acuerdos lideradas, sobre todos, por estudiantes en casi todas las capitales
departamentales- como parte del movimiento social/ciudadano por la paz, movernos por todos
los rincones y vericuetos y escondederos del país contando que, no obstante la avalancha contraofensiva de las
derechas de todo tipo incluida la religiosa, hemos tomado “la
extraña resolución de ser racionales” y que, por lo tanto, esa Mesa Multilateral,
respetando los contextos históricos, no importa lo alejados que temporalmente
se encuentren, tendrá como uno de sus marcos a la Ginebra de 1291, que anticipó
muchos de los actuales rasgos de la
sociedad colombiana; ha sido por esto por lo que Rodrigo Uprimny nos ha
invitado a ser dignos del poema de Borges, publicado en 1985, un año antes de
su muerte,
LOS
CONJURADOS
“…y cada uno de ellos fue un Caín,
Y cada uno Abel.
Los enterraron juntos.
La nieve y la corrupción los conocen”.
JLB
“En el centro de
Europa están conspirando.
El hecho data de
1291.
Se trata de
hombres de diversas estirpes, que profesan diversas religiones y que hablan en
diversos idiomas.
Han tomado la
extraña resolución de ser razonables.
Han resuelto
olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades
Fueron soldados
de la Confederación y después mercenarios, porque eran pobres y tenían el
hábito de la guerra y no ignoraban que todas las empresas del hombre son
igualmente vanas.
Fueron
Winkelried, que se clava en el pecho las lanzas enemigas para que sus camaradas
avancen.
Son un cirujano,
un pastor o un procurador, pero también son Paracelso y Amiel y Jung y Paul
Klee.
En el centro de
Europa, en las tierras altas de Europa, crece una torre de razón y de firme fe.
Los cantones
ahora son veintidós. El de Ginebra, el último, es una de mis patrias.
Mañana serán
todo el planeta.
Acaso lo que
digo no es verdadero, ojalá sea profético.”
3
Y
fueron las Víctimas y su Causa las que salvaron los Diálogos de la Habana.
Existe
algo que los opositores a los diálogos de la Habana no han querido entender, o
mejor, en relación con lo cual se han hecho los desentendidos o, finalmente,
con respecto a lo cual las 297 páginas no han sido más precisas y explícitas y
por eso lo subrayamos: que la lógica
de la Justicia Transicional no es la de
premiar a los exguerrilleros por hacer
el tránsito de la política con armas a la política con ideas en la
cabeza, votos en las manos y amor patrio en el corazón. No, dejar las armas
para hacer política en democracia es una decisión voluntaria de ellos. Lo que
en definitiva busca la Justicia Transicional es recolocarlos en las
mejores condiciones objetivas y simbólicas posibles- que no son la cárcel ni el
impedimento de hacer política- para que puedan asumir y cumplir su obligación
ética y política, y aún material, de reparar a los ocho millones de víctimas
siendo esto válido para todos los victimarios
En
la Habana, a los dos años de iniciados los diálogos, más o menos para
septiembre del 2014, casi todos sentíamos que algo muy importante faltaba, que
el proceso no había encontrado todavía su norte. Así lo expresamos en casi todos los
Atisbos Analíticos que escribimos en ese entonces. En relación con los cuatro temas definidos en
la etapa exploratoria había habido avances importantes, aunque nada
estructural, pues lo relativo a esa dimensión casi todo se había quedado
enredado en varias docenas de “salvedades” formuladas por las Farc. Hasta que
en el segundo semestre del 2014 la
confrontación armada interna, no obstante la declaratoria de Cese unilateral
del fuego por parte de las Farc, se
recrudeció de parte y parte y los diálogos empezaron a tambalear. Entonces,
los países acompañantes se despabilaron,
llamaron a las partes a agilizar el proceso y éstas, que ya estaban haciendo la
transición de enemigos a adversarios, tomaron el toro por los cachos y acordaron la colombianización de la Justicia
Transicional bajo la forma de Jurisdicción Especial para la Paz con la misión
central de proteger los derechos de las víctimas. A partir de ese momento, en
forma cada vez más clara, los Diálogos de La Habana empezaron a encontrar su
norte y las víctimas, no obstante muchas contradicciones y tensiones entre
ellas, empezaron a darle forma política, social, cultural y organizativa a su
causa hasta convertirse en el disco duro de la negociación.
Fue así como las Víctimas lograron salvar unas
Diálogos, cuyos resultados finales como realidad política fueron anulados por
los partidarios del No el pasado 2 de octubre.
4
¿Qué
hacer en el corto y mediano plazo?
En nuestra opinión, por
limitada en lo social, no basta la Mesa bipartidista entre las elites sino que,
de modo simultáneo, debe impulsarse la conformación de una MESA MULTILTERAL
que, con objetivos de corto y mediano
plazo, jalone otras acciones asociadas al salvamento de los Acuerdos pero asignándoles mayores alcances, pues así
lo determinan, 1. el peligro real de
recaer en la tragedia bélica, y.2. las posiciones, necesidades e intereses de
la pluralidad de fuerzas sociales que tienen que hacer presencia
organizada para poder superar la crisis,
y.3. las pocas posibilidades, como veremos, de que de la Mesa
Gobierno-Oposición emerja una fórmula salvadora. Los protagonistas de
salvamento tendrán que ser muchos, numerosos también pueden ser los escenarios
de acción y con seguridad que los contenidos de los Acuerdos no serán los
mismos- ojalá con decisión y realismo
hacia adelante pues, tal como veremos, echados para atrás quedarían
reducidos a casi nada-, pero donde sí se presentarán muchos intríngulis y dudas
será en el problema de los tiempos:
los más largos que se pueda, ojalá hasta el 2018, para Uribe, cortos, hasta un
año antes de terminar su mandato para el Nóbel, y los que sean necesarios sin hacer peligrar el acuerdo de
pacificación, para los del movimiento social-ciudadano
contra la guerra. En un denso y
excelente artículo, como casi todos los suyos, Rodrigo Uprimny propuso la
concreción de un pacto social y político por la paz y su implementación por tres vías jurídicas, 1. Un pacto extrajurídico; 2. Un ajuste al
Acuerdo que sea sometido a un nuevo Plebiscito; y 3. Una Asamblea Nacional
Constituyente de competencia limitada. [17]
Aunque él opta por la segunda vía,
nosotros privilegiamos la tercera aunque
esta iniciativa no tenga todavía más que
un valor tentativo pues, por razones de tiempo, puede resultar inviable por tardía para enfrentar la crisis; en un caso así, la
salida más adecuada podría ser la de un Referendo,
pero bajo las condiciones de una Mesa Multilateral que previamente posibilite nuevos contenidos en los Acuerdos
asociados, por ejemplo, al
reordenamiento territorial del país, así como a las Políticas públicas de
educación, de salud y de justicia
ordinaria.
5
Seis
Escenarios de los Acuerdos.
5.1.El
Modelo Habanero.
Su resultado se
encuentra en las 297 páginas del Acuerdo Final que, en ejercicio realizado
por el profesor Rodrigo Galarza, sin “el uso del lenguaje sexista” que las
caracteriza - la reiteración del todos y todas y de guerrilleros y guerrilleras-
y sin la adjetivación excesiva, podrían reducirse a 204 páginas[18];
aún más, sin las reiteraciones innecesarias, agregamos nosotros que también
hicimos un ejercicio al respecto, podrían
quedar 150 menos pesadas páginas. Y en lo substancial de los contenidos,
esas 150 páginas las podemos condensar en los siguientes 7 puntos:
1. Una
pacificación con la guerrilla más antigua, importante e impactante, que inicie el proceso del dejar
de matarnos como lo ordena la Constitución en el artículo 21;
2. Una reforma de la estructura de
tenencia y uso de la tierra, que no implica una reforma agraria, comenzando por la formalización de la
propiedad seguida de la creación de un Fondo de tierras para asignarla a los
campesinos que no la tengan o la posean de manera insuficiente, una de
cuyas fuentes serían los latifundios
improductivos en el área que tengan de inconstitucional por no cumplir
la función social de la propiedad y por razones de improductividad;
3. Un conjunto de medidas
orientadas a cualificar la democracia de
representación, así como a hacer realidad
la muy constitucional democracia
ciudadana participativa;
4. La cooperación y participación de
las Farc en la erradicación manual de las drogas ilícitas
comprometiéndose los guerrilleros a romper sus relaciones con el narcotráfico y a
cooperar con esa operación sin satanizar y criminalizar a los campesinos;
5. La transformación de las Farc en un
nuevo partido político al que durante dos períodos
legislativos se le asignarán 10 cupos en
el Congreso y si, al participar en la competencia electoral, no
alcanzan el volumen de votos requeridos el Estado les complementará la cuota y si la
sobrepasan, se quedarán con los cupos que obtengan; a su turno, a los
exguerrilleros se les garantiza un
ingreso mensual correspondiente al 90% de un salario mínimo mensual, así como
unos subsidios temporales de 8 millones de pesos para adelantar proyectos
solidarios en lo productivo y en lo social; por otra parte, se acordó crear 16
Circunscripciones Transitorias Especiales de paz, CTEP, para que líderes
campesinos comunales y de las víctimas, distintos de los exguerrilleros,
compitiendo electoralmente, puedan tener presencia en la Cámara de
Representantes;
6. La colombianización
y la compleja definición
organizacional práctica de la Justicia Transicional bajo la forma de una Jurisdicción Especial de Paz, creada
de manera autónoma, por el Estado en acuerdo con las Farc y siguiendo el
criterio de El Margen Nacional de Apreciación, es quizá la parte más importante
, extensa y polemizada del Acuerdo Final; pero, existen unas notas
de este sistema de Justicia que, por mucho que se hayan reiterado, los
partidarios del No, de buena o de mala fe, casi siempre han pasado por alto: los
reiteramos:
a.
que
se trata de un sistema de justicia excepcional al que sólo se apela para
enfrentar situaciones extremas de
violación de los derechos humanos,
situaciones, de cara a las cuales, la Justicia Ordinaria ha quedado del todo
rebasada;
b. que se trata de un sistema de
justicia especial,
que sólo se aplica, de modo
diferenciado, a los Victimarios llámense guerrilleros, agentes del Estado, paramilitares
o civiles, incursos todos en crímenes de guerra;
c. que se trata de un sistema de
justicia temporal
que sólo se aplica mientras dura la situación crítica de violación armada de
los derechos humanos y que, en la simultaneidad, no suspende la aplicación de
la Justicia ordinaria colombiana que, por distintas razones, es una de las que
presenta los mayores índices de impunidad en el mundo;
d. que es un sistema de justicia orientado no a premiar a los exguerrilleros por haber dejado las armas sino a
colocarlos en condiciones objetivas y subjetivas desde las que puedan adelantar
acciones solidarias dirigidas a proteger los derechos integrales de las
víctimas, línea pro-ciudadana de acción
que no podrían realizar encarcelados
e impedidos del ejercicio de la política; y
e.
que
mientras dura su aplicación, simultáneamente va acompañada de la realización
conjunta, militares y exguerrilleros y civiles comunales, de acciones humanitarias
orientadas a alimentar la confianza
recíproca, así como a iniciar procesos de reconciliación y perdón y de
iniciación de la reparación de las víctimas (búsqueda de personas
desaparecidas, planes pilotos de
desminado humanitario, sustitución de cultivos ilícitos, salida de los menores
de los campamentos etc); y
7.
La
adopción por parte del Estado, asesorado y ayudado por algunos Organismos internacionales, de medidas de monitoreo y
verificación de la dejación de la armas, de protección de los guerrilleros
durante el proceso de dejación de las armas y
de gestación de condiciones para facilitar el complejo problema de su
incorporación a la vida civil.
Como para destacar ahora que
de esos 7 puntos más definitorios
de los Acuerdos de la Habana, TRES – 1, 2 y 3 -
más que una parte integrante del Acuerdo Final, no son más que una forma
de acordar la aplicación de la Constitución de 1991; que UNO – el 4- es un recorderis al Gobierno sobre su Política
de abordaje del problema de las drogas ilícitas y un compromiso de las Farc de
cooperar en su manejo humanitario; que
OTRO – el 7- , si bien hace parte del Acuerdo Final, constituye un inevitable
asunto técnico-político asociado a una
adecuada dejación de las armas, a una necesaria protección de los
exguerrileros, así como al inicio de la reparación de las víctimas; y que sólo
2 – el 5 y el 6 -, por hacer parte de las esencia más definitoria de los
Acuerdos, han sido los más cuestionados por los representantes del No. Como
para destacar, por otra parte, que
algunos de los críticos del
conjunto de esos puntos han rechazado casi siempre todo lo que huela a
Constitución de 1991. Por ejemplo,
cuando se discutía el estatuto antiterrorista, altos funcionarios del primer
gobierno de Uribe manifestaron que esa
Carta era buena para “un país europeo como Dinamarca pero no para
Cundinamarca” y Fernando Londoño, siendo Ministro del Interior, en su lenguaje
sofista greco-quindiano con ferocidad quiso volverla trizas. Al
respecto en el 2013 precisó Jorge Andrés Hernández, investigador de la
Universidad de los Andes,
“Pacto de Ralito, los
gobiernos de Uribe (2002-2010) y la radical postura iusnaturalista del
Procurador General de la Nación contra el derecho constitucional positivo y su
jurisprudencia derivada son fenómenos que delatan la amplia oposición al
consenso constitucional de 1991 y a sus valores e instituciones. A diferencia
de la subversión guerrillera, que ejerce su oposición desde la ilegalidad y la
vida social y política al margen de las instituciones, la oposición de derecha
es desleal con las instituciones y normas que le han permitido gobernar y ha
generado una subversión desde adentro, quizás más corrosiva y dañina para la
democracia constitucional que la misma subversión de izquierda”.[19]
Por otra parte,
ninguno de los 7 puntos señalados toca ni la superficie del modelo socioeconómico vigente en la
conducción del Estado colombiano, pues la discusión al respecto, para no
entrabar las conversaciones, en la medida en que fue apareciendo se fue
quedando en un refrigerio llamado
“salvedades” que, en total, para junio del 2016 se elevaban a 42. Mientras que Alejo Vargas dijo que no
todas las salvedades iban a tener arreglo porque muchas se referían a asuntos políticos en los que el
gobierno de Santos no iba a ceder por lo que, como constancias, se quedarían
para la posteridad, el profesor de la Universidad Externado, Frederic Massé,
declaró que las salvedades más técnicas ya habían sido resueltas en las
Subcomisiones Técnicas coordinadas por Generales y miembros especializados de
las Farc, pero que en las de carácter
político, por economía de tiempo, probablemente las Farc, iban a decir, “bueno, para poder
firmar, eso no lo vamos a discutir”.[20]
Entonces, el Modelo
Habanero de Acuerdos tanto en cuanto protagonistas- Gobierno y Farc aunque,
como gran virtud, en la mitad del camino las Victimas emergieron como su disco
duro- en cuanto escenarios- sólo en la Habana con algunos eventos periódicos en
Bogotá y algunas visitas, sobre todo de las víctimas, a la Habana- y contenidos- de los 7 puntos señalados
ninguno se refiere al modelo socioeconómico- fue bastante corto y limitado. Por eso no puede menos que extrañarnos
que el expresidente Uribe Vélez en un texto en el que asimila estrategias y
aspiraciones a medidas ya pactadas,
destaque que la guerrilla
“quiere hacerle pagar al Estado y la Sociedad un alto
costo a cambio de una eventual e indeterminada dejación de las armas, costo que
incluye el trámite y acuerdo sobre una
ambiciosa y radical agenda en la que están incluidos prácticamente TODOS LOS
TEMAS NACIONALES”.[21]
5.2. La RENEGOCIACÓN: La propuesta del
Centro Democrático: “BASES DE UN ACUERDO NACIONAL DE PAZ”.[22]
Entre el 3 y el 13 de
octubre, los ajetreos, agites y
conversaciones orientadas o a introducir
ajustes y precisiones (Santos) o cambios
substanciales (Uribe) en las 297 páginas del Acuerdo Final, en lo básico, han
girado alrededor de representantes de las dos elites del bloque en el poder, la
santista y la uribista, que en los últimos 6 años han tenido divergencias sobre
la estrategia para abordar el conflicto interno armado con el fin de brindarle
seguridad jurídica a la inversión extranjera en el subsuelo colombiano. Pero,
de modo simultáneo, la miniderrota electoral del Plebiscito ha tenido el efecto de poner en marcha estupendas
movilizaciones sociales en las que los estudiantes y la gente joven en general
han tenido la más protagónica presencia con un clamor colectivo en favor del
final de la guerra. Como para recordar ahora lo que los estudiantes hicieron en
la época pre-constitución 1991 cuando, de modo vigoroso, se movilizaron
reclamando la presencia de nuevas ciudadanías, que presionaran por la
convocatoria a una Constituyente. Por esta vía,
han venido adquiriendo forma la patas de una Mesa Plural socialmente más amplia en la que también cabrán los
santistas y los uribistas, así como los amigos del Si y del No.
Por
ahora examinemos el escenario de una renegociación impulsada , de modo directo,
entre Santos y Uribe, y de modo indirecto, entre Uribe y las Farc, que en la
coyuntura postplebiscitaria han emergido como un sujeto central: mientras más
se empeñe Santos en permanecer
cerca de las Farc – y en la actualidad
lo está en materia de los Acuerdos- más
se le alejará Uribe y mientras más se acerque Santos a Uribe cediendo en los
contenidos básicos del Pacto de pacificación -lo que parece improbable-
más se
les alejarán las Farc. Claro que esta hipótesis es relativa pues, si lo
que en realidad busca Uribe, proyectándose como salvador de la actual crisis,
es fraguarse una tercera presidencia, en la actualidad tendrá que ceder. De
todas maneras, no hay condiciones para
reproducir otro Frente Nacional entre
las dos elites del bloque en el poder, como ha sugerido Alfredo Molano.[23]
Aún más, se presenta como muy improbable que se produzca una renegociación
entre esas dos elites mientras Uribe
mantenga como inamovibles la cárcel para los guerrilleros, su no elegibilidad y
el alivio judicial para los militares presos. A este respecto recordar que
Pastrana ha manifestado que no está demandando cárcel para los guerrilleros sino
que su crítica central es la pretensión a hacer del Acuerdo Final una parte
integrante de la Constitución.[24]
Pero, ¿será que las Farc en nada
importante querrán ceder? Daniel Coronell en una aproximación menos formal con
ellos nos cuenta lo que al respecto pudo vislumbrar: que están dispuestos a
aceptar que los acuerdos “aumenten pero
no a que disminuyan”; que están dispuestos a
cumplir sentencias alternativas pero que en cuanto a lo de marginarse de
la política, no lo aceptarán ni siquiera
de manera temporal; que sí están dispuestos
a comprometerse expresamente con el respeto a la propiedad privada, el
modelo económico y el núcleo familiar
tal como están expresados en la Constitución; y finalmente, que parecen
estar dispuestos a discutir el alcance de la JEP, así como su período de
vigencia. Al final de esta aproximación, Coronel les preguntó cuánto valía “sostener
a una tropa de miles de hombres”, pero al observar que ninguno respondía,
personalmente concluyó, “es evidente
que si el cese al fuego no está atado a un acuerdo de paz viable,
pasarán pocos días antes de que suene el primer tiro”. [25]
De entrada es justo
reconocer que en los últimos 20 años mientras Santos ha estado más cercano a
los impulsos de pacificación, Uribe se ha movido más dentro de los arrebatos del guerrerismo. Esto
no fue óbice para que Santos fuese el
Ministro de Defensa durante el segundo gobierno de Uribe de donde salió casi
seguro de que con la guerrilla había que negociar. Por eso Uribe durante los
últimos años le ha hecho oposición
rotunda no a su sus políticas neoliberales si no al manejo que le ha dado a las
relaciones con las Farc lo que, en lo
empírico, evidencia que la tesis
de un Santos castrochavista no ha sido más que una estrategia electoral
orientada a provocar miedo y pánico e indignación no solo entre el pueblo y la
clase media sino aún entre los sectores
sociales adinerados del país. Por estos
días, cuando la estratagema ideológica del castrochavismo que amenazaba a
Colombia ya ha cumplido su papel de generar votos a partir del miedo e ón sincero y de proconciliador, le dijo a Vanesa
Restrepo al hablar del primer punto de los desacuerdos, el tratamiento dado en
el Acuerdo Final al problema de la Empresa privada y de la Tierra,
“El senador reconoció que su alegato de que el acuerdo pone
fin a la empresa privada en el país no está contenido expresamente en el texto,
sino que es producto de una interpretación suya. Aún así, reiteró que es necesario renegociar las
propuestas sobre zonas de reserva campesina y predial rural, porque ´´ “muchos inmuebles salen de la
comercialización y eso lleva a que se extinga la iniciativa privada”.
“En ninguna parte dice que
se acaba la propiedad, eso lo reconozco. Me refiero a los textos que la
asfixian porque en la constitución de Chávez y la plataforma de Castro, por
ejemplo, nunca dijeron que se acababa la propiedad.”[26]
De todas maneras Uribe Vélez, un muy poderoso
terrateniente que en política ha sido muy eficaz dada su enorme capacidad para
utilizar, apelando a los medios que sean incluida la mentira y la
tergiversación, sus soportes de poder para hacer un ejercicio socialmente diferenciado de trabajo en la intimidad y
subjetividad de ricos, clases medias y sectores populares generando para
cada clase social sus miedos e
indignaciones más apropiadas, salió fortalecido con los resultados del 2 de
octubre no obstante el escasísimo margen electoral con que ganó. En contraste, el derrotado
político y simbólico fue Santos que cinco días después pudo limpiarse las
lágrimas con la bandera internacional de un Nóbel de la Paz que, con
dificultad, no obstante el alboroto de gozo nacional e internacional, por sí
sólo no le alcanzará, si no se abre a otros espacios, para superar la crisis y
la amenaza real de la reanudación de una guerra todavía más alocada y perversa.
No obstante este
contraste, lo que sí debe resaltarse es que durante la campaña para el
Plebiscito Uribe Vélez tuvo un comportamiento polivalente y cínico a la vez. De
un lado, lideró la renegociación- estamos por la paz pero con otros Acuerdos,
fue lo que proclamó- movilizando por esa
vía mediante el Centro Democrático a un buen porcentaje de los 6.4 millones de
votos que obtuvo, pero, por otros caminos y con otros líderes, de modo
silencioso imbricó en el contradictorio No, de un lado, a muchos colombianos
que al no querer una vida sin guerra, odian a la guerrilla y desean su derrota
militar, y, del otro, a una masa de miembros de las Iglesias cristianas a quien
se les inyectó el imaginario que en esas
297 páginas había un Acuerdo sobre la Ideología de género orientado a mostrarle
a la juventud las puertas de entrada al
homoxesualismo y que, por eso, en el gobierno de Santos no sólo había Ministras
Gay, sino que, además,
desde el Ministerio de Educación se
tenía como Política introducir en las Plataformas Escolares de Convivencia una Agenda homosexual, así como la idea de
que la familia y la educación de los hijos eran un asunto del Estado en el que
nada o casi nada tenían que ver los padres de familia.
Una vez reunido con
Santos, Uribe, adornando algunos puntos y suavizando en apariencia los más
problemáticos, en la primera semana condensó en 13 los ajustes y
precisiones que habría que introducirle
al Acuerdo final, pero en la segunda, más exactamente el 14 de octubre, presentó un texto de 26
páginas al que le adicionó algunos lineamiento generales, así como nuevas consideraciones para que sus representados - 1.los tres presidenciables del Centro
Democrático, Oscar Iván Zuluaga, Carlos Holmes Trujillo y el más joven y
lúcido, Iván Duque; 2. el Exprocurador Ordoñez
y Marta Lucía Ramírez; y 3.representantes de líderes de Iglesias evangélicas- como posición
de partida se los entregasen al gobierno.[27]
Este texto de 26 páginas, en su presentación
formal está bien organizado; como contexto el documento comienza con unos lineamientos generales sobre “aspectos
de fondo…y proyectos concretos”; al presentarlo Uribe señaló,
“…este no es un tema
de retoques cosméticos…Nuestra principal propuesta es la construcción de un
Acuerdo Nacional que proteja a las Farc
y proteja los valores democráticos; como aspectos de fondo se trata de evitar que los guerrilleros responsables de delitos
atroces tengan impunidad total y
elegibilidad política, así como plantear alivios judiciales a miembros de la
Fuerza Pública presos”. (Subrayado nuestro). Finalmente dijo, “La prórroga
del status de no violencia entre Gobierno y Farc, más la positiva voluntad de
acompañamiento expresado por las Naciones Unidas es una buena noticia que
permite la reflexión sobre los correctivos a temas de fondo de Los Acuerdos”.
De todas maneras, esas
26 páginas están cruzadas por la idea de que los únicos victimarios son las
Farc, así como por la intención disimulada de dividirlas separando al
Secretariado de sus tropas.
Condensamos así la
posición de Uribe,
1. Que el acuerdo
aclare que serán penas privativas de la libertad entre 5 y 8
años, aunque acepta, por vez primera, que sea en “sitios alternativos
como granjas agrícolas”; en el texto del 14 de octubre, al reemplazar la noción
de “restricción de la libertad personal”, que
aparece en el texto del Acuerdo
Final, por la de “privación efectiva de
la libertad” propone que ésta tenga un mínimo de 5 y un máximo de 20 años para quienes hayan
cometido violación de los derechos humanos o del DIH, penas que se
reducirían a un mínimo de 5 y un máximo
de 8 si hay reconocimiento de la responsabilidad.
2. Que el narcotráfico no sea calificado como delito político en
ninguna circunstancia; es decir, que en ninguna de sus versiones sea
amnistiable.
3. Que se reevalúe
el papel del Tribunal Especial de Paz y sus facultades, pues para él sería
mejor aplicarle a las Farc la Ley de Justicia, Paz y Reparación o,
incluso, se podría crear en la Corte Suprema la Sala Transicional y la doble
instancia. Al respecto precisó en el documento de 26 páginas del 14 de octubre:
que se cree un “Tribunal Transicional” pero dentro de la estructura de la
Justicia Ordinaria con unas Salas Especializadas que se denominarían “CORTES DE PAZ” adscritas al Tribunal Superior de Bogotá; por otra
parte, precisó que estas Cortes de Paz “no pueden desconocer el carácter de
cosa juzgada de las decisiones anteriores de la Justicia Ordinaria”, pero
admitió la homologación de condenas de quienes hayan sido sentenciados por la
Justicia Ordinaria a una pena superior a la contemplada en el mecanismo de la
Justicia Transicional.
4. Evaluar los privilegios al partido de la Farc y la
elegibilidad de responsables de delitos atroces. De no excluirse, debería
meditarse en el efecto sobre quienes no gozan de derechos políticos como
condenados por proceso 8 mil y parapolítica, los paramilitares y los 140 mil
presos. En el texto más extenso del 14 de octubre propuso que el partido de ls
Farc no debe gozar de “privilegios excesivos” sino los mismos de los demás
partidos y por eso rechaza que tengan asiento en el CNE, pues no todos los
partidos lo tienen.
5. Protección a los guerrilleros de las Farc que
suspendan todos los delitos, narcotráfico y extorsión incluidos.
6. Amnistía a guerrilleros rasos no incursos en
delitos de lesa humanidad; en el texto más amplio del 14 de octubre propone
ampliar la amnistía a Terceros No Combatientes, como colaboradores y
auxiliadores siempre y cuando entreguen todo el material bélico que posean.
7. Ingresos a guerrilleros rasos que sean contratados
para la destrucción remunerada de cultivos ilícitos; y en el texto más amplio
ya señalado propone que las Farc se comprometan
a suministrar toda la información que posean sobre cultivos ilícitos y rutas empleadas.
8. Tramitar en el
Congreso de la República una norma de alivio judicial para
los soldados y policías con “alivio sin impunidad y sin
igualarlos a las Farc”.
9. Privilegiar
la erradicación manual de drogas ilícitas, sin que el
Gobierno pierda la facultad de fumigar cuando lo estime conveniente, siempre
con el cuidado de no hacer daño al ser humano, a los animales ni a otros
recursos naturales.
10. Los acuerdos no
deben afectar propietarios o poseedores honestos, darles presunción de ausencia
de culpa. El apoyo al campesino no implica desconocer la necesidad de la empresa
agropecuaria transparente. En relación
con esto último, el 14 de octubre agregó
algo que no es más que un crítica personal: “como el desarrollo rural es algo inseparable de la
economía de país, el haberlo negociado con las Farc genera una ilegitimidad insubsanable”.
11. Los compromisos
con las Farc deben cumplirse dentro de las posibilidades fiscales y financieras
del país; esto es, sin afectar la regla fiscal, la confianza de inversión del
sector privado, la competitividad, los programas sociales como educación
universal y de calidad, y sin afectar la capacidad adquisitiva de los
ciudadanos.
12. Los compromisos con Farc no pueden limitar la descentralización ni la
obligación de alcaldes y gobernadores de atender con equidad las
necesidades de todos los ciudadanos.
13. Las consultas a comunidades podrán ser limitadas en el tiempo por
decretos reglamentarios del Gobierno, a fin de que no entorpezcan el desarrollo
equilibrado de la Nación.
Finalmente, Uribe
pide que el cese al fuego y hostilidades bilateral y definitivo no tenga el
límite anunciado por el presidente Santos del 31 de octubre.
En el ya señalado
texto adicional del 14 de octubre, Uribe
se refiere a la falta de compromiso de las Farc con la reparación económica de
las víctimas y como un 14 punto , de
modo un poco confuso, formula una consideración sobre la cadena de mando en las
Farc en cuanto organización de poder; al respecto señala,
“la responsabilidad de
los jefes de las Farc frente a las acciones de sus subordinados deberá fundarse
en lo que denomina “el control de la
voluntad por virtud de la doctrina de la autoría mediata en los aparatos organizados de poder”.
De estos 13 puntos,
el 6
hace parte de la Constitución (por razones de conveniencia pública el presidente puede aplicar la amnistía en el
caso de delitos políticos; el 7 ya
está en el Acuerdo Final; el 9 hace
parte ya de una Política Pública de manejo de las drogas ilícitas; el 11 sobre sostenibilidad fiscal es una
práctica de la Política fiscal de los
gobiernos de orientación neoliberal; el 12
constituye un simple preaviso para que no haya choques entre las Políticas
Públicas; y el 13 no es más que un
componente constitucional de la democracia de participación. De manera, que de
13 puntos, ya van 6 que con seguridad no van a presentar mayor debate en la
Mesa Gobierno-Partidarios del No. Sólo quedan 7. De éstos, en relación con el 2 habría que entrar a debatir sobre el
carácter de la real relación de las Farc con el narcotráfico y de acuerdo a lo
que se concluya, el punto podría ser muy
polemizado. En relación con el
punto 5 que, con seguridad, también
será objeto de fuerte debate, podría
destacarse lo siguiente: si se está negociando con las Farc, hasta que éstas no
hagan total dejación de las armas, están incursas en un delito político llamado
subversión armada, y, entonces, para que esa operación se realice según lo
pactado, deben tener toda la protección del caso lo mismo que para su
incorporación de los guerrilleros a la
vida civil aunque para este proceso,
como ciudadanos y por los enemigos que los amenazan, deben gozar de una
protección especial para que no se repita la historia de la Unión Patriótica.
Entonces de 7, se tienen dos más
quedando 5 que, en realidad, por hacer parte de la substancia más íntima y del
mismo espíritu de las Acuerdos, serán el
centro de la más acalorada discusión y casi con seguridad de un disenso final
si las posiciones de las partes al respecto no se modifican. Se trata de los
puntos:
1 (las
granjas agrícolas como pena alternativa);
3. (la incorporación de la Justicia Transicional a la Justicia ordinaria
colombiana);
4. (La elegibilidad y los beneficios económicos para las Farc);
8. (el alivio judicial para los militares); y
10. (la presunción
de buena fe para los propietarios de tierras).
Sobre
la materia así editorializó The New York Times, aunque importa contrastar que The Wall Street Journal, el único medio de la
gran prensa mundial que de frente ha
criticado el Acuerdo de paz, sostuvo que
si alguien merecía el Nobel era Uribe Vélez,
recordó “los mensajes ´hiperbólicos y
´engañosos´ que difundieron Uribe y su equipo, como cuando señalaron a Santos
de ofrecer amnistía a esos ´criminales de guerra marxista´ que se podían tomar
el poder en el país. También hicieron creer, sin evidencias, que el acuerdo
podría afectar al sector privado. Advierte que si las diferencias se prolongan
más allá de este año, es muy probable que se debilite el compromiso para enviar
ayuda internacional con el propósito de implementar el acuerdo. Para el medio,
se señaló en el Editorial, Uribe todavía
está a tiempo de empezar a comportarse como un estadista en lugar de un
aguafiestas, y debe jugar un papel constructivo para que se logre un acuerdo
con las FARC y el ELN. Si todas las partes están dispuestas a negociar con
buena fe, se podría llegar a un acuerdo en el 2016”.La conclusión es inevitable
según The New York Times: "Un retorno a la lucha sería catastrófico, si
eso pasa, Uribe sería el principal culpable".[28]
De todas maneras, importa destacar
que Uribe, por las razones que sean, ha entrado cediendo en el primer punto al
destacar que las penas pueden ser en “granjas agrícolas” aunque, con seguridad
amarrará esta primera propuesta a la segunda asociada a la incorporación de la
Justicia Transicional, o mejor, de la ya muy colombiana Jurisdicción Especial
de Paz, a la Justicia judicial del país.
Pero, supongamos que esto último no suceda, entonces como ha propuesto Rodrigo
Uprimny, “una fórmula intermedia sería dejar claro de una vez por todas cuáles
serían las locaciones y condiciones de reclusión una vez condenados, para que
la opinión sienta que la restricción de
la libertad no es simbólica y está sujeta a control de las autoridades”.[29] En relación con la
elegibilidad, el único aspecto que sería
de discusión viable es respecto a la precisión de que los condenados no
aspirarían a cargos públicos mientras no
cumplan sus penas alternativas. Pero, pensamos que plantear la incorporación de
la Jurisdicción Especial de Paz a la Justicia ordinaria no sólo sería muy
complicado sino, que, sobre todo, implicaría juntar en un mismo saco dos asuntos de naturaleza
cualitativamente distinta, una de esencia punitiva con otra de esencia
reparadora y restauradora. Finalmente, por lo que ha sido la historia de los
debates en la Habana, se puede afirmar ahora que las Farc preferirán reanudar la guerra antes de ir a una cárcel o a tener que renunciar
a algo que ha sido de su pasión más intensa, el ejercicio de la política.
De todas maneras, presumimos que Uribe está liderando de buena fe la Mesa
con Santos, pues algunos de los que conocen en algo el actual estado de su
intimidad, afirman a que, con su reiterado llamado a la paciencia, lo que está buscando es ganar
tiempo para dilatar hasta lo más cerca que pueda a las elecciones
presidenciales del 2018, la concreción de una renegociación en la que su figura
aparezca, nacional e internacionalmente, como la gran salvadora. De todas
maneras, no se podrá olvidar que por las
razones que sean, ya para ganar visibilidad mediática ya para encuadrarse mejor
dentro de las coaliciones que lo han apoyado, Uribe Vélez en materia de
Justicia Transicional ha pasado por tres muy distintos momentos[30]:
1. En mayo de 1992
cuando un Juez sin Rostro responsabilizó penalmente a los líderes del M19 por la toma del Palacio de Justicia, como
senador por Antioquia presentó un proyecto de ley orientado a brindarles
garantías jurídicas;
2. En agosto del 2003,
siendo presidente, presentó un proyecto de ley en el que se concedían penas
alternativas de “restricción geográfica de la libertad personal” para los
guerrilleros y mandos medios de grupos
armados irregulares que se desmovilizaran; y
3. En la actual etapa
de los Diálogos de la Habana ha cuestionado de modo tenaz los Acuerdos
en distintas dimensiones (por otorgárseles elegibilidad política a responsables de delitos atroces; por no
contemplar penas privativas de la libertad para miembros del Secretariado; por
no establecer compromisos concretos de
las guerrillas en materia de entregar
bienes materiales para la reparación de las víctimas; por equiparar el
tratamiento jurídico penal de los integrantes de la Fuerza Pública al de los
guerrilleros; y, sobre todo y ante todo,
por crear un sistema de Justicia por fuera del régimen constitucional vigente.
Y ahora en este octubre del 2006,
agregamos nosotros para completar esa periodización, habrá que agregar un
cuarto momento pues, por las razones que sean, lo reiteramos, ha empezado a
abrirse a la posibilidad de incorporar la Justicia Transicional al sistema de Justicia
constitucionalmente vigente.
Existe, por otra parte, en la
oposición de los opositores a los Acuerdos, una dimensión que no ha sido
suficientemente enfatizada por una buena parte de los analistas. Hasta antes de
los resultados del 2 de octubre éramos muchos los que hablábamos de la posibilidad de que Colombia, a partir
del simple dejar de matarnos acompañado no de una genuina reforma agraria sino de la
mera reforma rural integral pactada, pudiese entrar a una etapa de transformación de la sociedad a partir de
un cambio importante en las relaciones sociales rurales. Es que el simple hecho
de tocar problemas como los del avalúo catastral, el de un fortalecimiento del
impuesto predial y el del papel de las olvidadas economías campesinas en la
definición de una estrategia orientada a
lograr la soberanía alimentaria se estaba produciendo ya un tremendo y desacostumbrado revolcón en el conjunto de la vida social. Por la
tanto, habrá que recuperar la idea de
que en la oposición a los Acuerdos se encuentra
también oculta la real oposición de un
sector importante del bloque en el poder a importantes reformas
sociales, políticas e institucionales. De acuerdo con el portal de “La Silla
Vacía” de 75 propuestas que ha hecho la oposición, 33 no serían aceptables para los farquianos. Para el historiador
economista Salomón Kalmanovitz el conservatismo de extrema derecha busca sabotear todas las reformas políticas y
sociales y lo concreta en situaciones concretas: por ejemplo, la propuesta del
Centro Democrático de proteger la
propiedad de segundos ocupantes de buena fe “legalizaría el despojo
de quienes adquirieron tierras en zonas de conflicto- recordar que de
acuerdo con estudios serios 8 millones
de hectáreas han sido objeto de desalojo
violento-; también se están oponiendo a la actualización del catastro y a que
se cobre un impuesto predial progresivo según
el uso económico de la tierra. En Colombia el impuesto predial sólo alcanza al o.6%del
PBI y más de la mitad lo aportan Bogotá
Y Medellín cuando en países
serios alcanza al 3% siendo un instrumento muy importante para que la tierra se
utilice productivamente de acuerdo con su vocación. La tierra en Colombia,
escribe Kalmanovitz, se encuentra concentrada en manos de propietarios que
esperan su valorización y, por eso, la tiene subexplotada, 70% de bosque y una
vaca en hectárea y media. [31]
5.3.El Escenario de la Dilatación.
En la actual coyuntura, Uribe no
puede trabajar bajo el supuesto de que si la
guerra se reanuda, a partir del 2018
podrá poner en marcha un nuevo gobierno orientado a derrotar
militarmente a las guerrillas mediante
una segunda versión de la Seguridad Democrática, que es lo que siempre ha buscado desde el 2002. Aún más, en este momento el mayor obstáculo
que tiene para acceder a un tercer
gobierno se encuentra ligado a la idea
muy fuerte de la opinión pública internacional y aún de la nacional, que
después de los resultados del plebiscito se
ha venido reconfigurando, en el sentido de que si este histórico
esfuerzo por iniciar la pacificación del país fracasa, él es el primer responsable tal como ya lo expresó the New York Times.
En la actualidad, como para ninguno otro de los embarcados en
una renegociación, el tiempo ha
empezado jugar en contra Uribe
interesado en llevar el asunto hasta el 2018, pero tampoco tanto y tanto como
para “mantener por mucho tiempo y
sin incidentes trágicos un cese del
fuego con un grupo armado irregular”. [32] Sobre la materia ha
escrito Gustavo Duncan,
“…con la victoria del ‘no’
el uribismo se encuentra arrojado a un dilema que si no sabe manejarlo puede
convertirse en un lastre para sus aspiraciones presidenciales y, sobre todo,
para las aspiraciones de paz del país. Para proyectar sus candidatos lo más
conveniente es alargar la mayor cantidad de tiempo posible la firma de un
acuerdo final. De ese modo estarán en el centro del debate y la agenda
política. Pero si se exceden pueden dañar irreversiblemente el proceso de paz y
eso nunca se lo va a perdonar la sociedad a Uribe”.[33]
El expresidente Uribe
empezará, como ya está sucediendo, a aparentar estar cediendo y concediendo
para desorientar a todo el mundo, interno y externo, mientras sus tres candidatos a las presidencia- Oscar Iván
Zuluaga, Carlos Holmes e Iván Duque- y
seguramente el Exprocurador y Marta
Lucía Ramirez conformarán un quinteto que, de modo implacable, continuará machacando sobre puntos y temas
substanciales que las Farc rechazarán para que todo vaya continuando igual hasta el 2018 cuando el Uribe
apaciguador formulará concesiones más
importantes proyectando así a su candidato como el gran salvador y de paso golpeando a un Uribe, que no
obstante su Nobel, no pudo fraguar la pacificación. El gran problema será si le
alcanzará el tiempo para un horizonte tan amplio.
5.4.El Escenario de la Repeticición de las Elecciones en la Costa Atlántica
Viable en lo jurídico
este escenario, sería deplorable y escandaloso y hasta generador de violencias
que esta institucionalidad colombiana no tuviese otra salida que ésta para abordar la crisis
reversando o ratificando resultados en función de meros intereses electorales.
Pero, de todas maneras, eso es posible en un país donde el santanderismo
juridicista ha permitido que lo jurídico legal tenga primacía pero solamente en
el discurso ideológico que no en la realidad pues, por estos lares, la cultura
legal es paupérrima dado que la mayor
parte de los ciudadanos sólo obedecen las leyes por miedo a las sanciones.
Ocurre que varias
personas han presentado a la Corte tres reclamaciones en las que solicitan,
1.que se recuenten los votos nulos; 2. que
se repitan en todo el país las elecciones del 2 octubre; y. 3.que se hagan en
los municipios donde no hubo elecciones. [34] De acuerdo con el
Magistrado Alexander Vega, Presidente de la Corte Nacional Electoral,
“La petición es
viable si las circunstancias
coinciden con el Código Electoral que
establece la figura del aplazamiento, como también si se demuestra que un
fenómeno natural o constreñimiento y
violencia sobre el electorado afecta
directamente el porcentaje, entonces, tendría lugar es a repetirse”.
Por su parte,
prospectiva en Justicia trae a colación
la sentencia c-490 que se refiere
a la universalidad del voto, del que nadie puede ser excluido.[35] Ya en primera instancia
la corte Constitucional declaró exequible la ley que convocó al plebiscito; ahora se trataría
de extender el examen a su “realización” para evaluar una situación de
afectación en las elecciones del 2 de octubre. Sobre datos bien fundados habría
que demostrar que hubo una situación de fuerza mayor en algunos municipios de
la costa atlántica y que, por lo tanto, habría que repetir el plebiscito en
esas regiones y municipios que no en todo el país. En efecto el 2 de abril el
senador Armando Benedetti solicitó que se extendiera la jornada electoral para
que las personas que, por las torrenciales
lluvias y fuertes huracanes e
inundaciones, no pudieron votar por la mañana lo hiciesen hasta después de las
4 de la tarde. De todas maneras, con razón se le dijo que eso legalmente no era
posible. Pasado el Plebiscito, Benedetti retomó la idea y aunque reconoció que
eso era peligroso para la institucionalidad”, sin embargo, estaba ajustado a un marco jurídico. El
Espectador ha dicho que, por lo menos
informalmente, habría un grupo de 5
Magistrados que se habían reunido para
evaluar el caso y que estarían dispuestos a tenderle un salvavidas al presidente Santos si lo ven muy maniatado.[36]
Al concluir el debate que abrió al respecto,
Prospectiva y Justicia destacó que hasta ahora no se sabe si la Corte Nacional va a reabrir las
votaciones en esa región del país, pero que, “una cosa sí es clara ahora y es
que para la alta magistratura al derecho al voto se le deben de garantizar
todas las condiciones”. Reiteramos, en primer lugar, lo que ya dijimos al
iniciar este acápite, que sería casi catedralicia la falta de imaginación de
esta institucionalidad colombiana si para superar una de las más graves crisis
de la última década no posee si no esta
torpe salida electorera por muy ajustada a lo jurídico que se encuentre,
y en segundo lugar, muy al azar destacamos tres posiciones al respecto:
mientras el exprocurador Ordonez ha
dicho “eso sería tratar de hacerle conejo a los resultados del domingo”, a una
ciudadana cibernética le alcancé a leer, “sería un desafío claro contra la
democracia, están procurando una guerra civil en nombre de la paz”; pero la que
puso el dedo en una de la grandes llagas
del país fue Cecilia Lopez,
“Comparar la votación del pasado domingo en la Región Caribe
con la de cualquier otra elección presidencial o para Congreso deja a muchos en
evidencia. Y solo atribuirle esa diferencia al huracán Matthew es una
exageración porque, si bien este fenómeno incidió en La Guajira, en Cartagena y
en otros municipios, lo que pasó en la Costa no es más que la verdadera prueba
de nuestra ‘maravillosa’ clase política, que está en mora de dar explicaciones.
Desde hace semanas se planteó la posibilidad de una altísima abstención, y poco
o ningún caso se hizo a esta advertencia. Pero dos hechos salen a la luz con
absoluta claridad. A nuestra clase política le debemos esa cultura clientelista
que existe en todo el país, pero que en el Caribe alcanza su máxima expresión.
Se le enseñó a la mayoría de la gente que solo se vota por quien le pone
transporte, le da almuerzo y le paga por su sufragio. Si no hay esto no hay
voto. Esa forma de concebir la participación en elecciones se la debemos a
ustedes, líderes políticos, y es por ustedes que, en la elección más importante
de Colombia, la gente no votó porque “no mandaron los buses”, porque a ustedes
no les interesó una elección que no les traía beneficios personales”. [37]
5.5.El escenario de unos Acuerdos
jurídicamente válidos y que sólo requieren su reconstrucción política: La
demanda del Exfiscal Montealegre puede salvar el valor jurídico de los
Acuerdos.
Sobre la materia,
desde el primer acápite fijamos nuestra posición: Los resultados del plebiscito
determinaron la muerte del Acuerdo Final y, por lo tanto, con ella
desaparecieron las realidades políticas que, para efectos de impulsar no tanto
la paz sino el inicio de la pacificación
con el grupo subversivo más antiguo, importante e impactante, tienen que ser
juridizadas en alguna instancia institucional adecuada. Esta tesis no concuerda
con la posición actual de las Farc, que, en forma más débil es también la de
algunos sectores santistas, esbozada desde tiempo atrás por Enrique Santiago,
el asesor jurídico político más
destacado de las Farc. En una de sus últimas entrevistas postplebiscito[38], Enrique destacó que el problema de los Acuerdos de la Habana era eminentemente
político y, en ningún caso un grave
problema jurídico, pues así lo había establecido en su sentencia C-379 la Corte
Constitucional; pero, en su opinión, aún
antes del Plebiscito, esos Acuerdos, para el Derecho Internacional, ya tenían fuerza y valor jurídicos toda vez que habían sido suscritos
como como Acuerdo Especial- figura
jurídica de obligatorio cumplimiento prevista en las Convenciones de Ginebra de
1949- ante el Organismo depositario de esas Convenciones en Suiza dándole así
legitimidad a sus contenidos al hacerlo
formar parte del llamado Bloque Constitucional. Pero, en contraste, y sin
necesidad de incorporarlos a la legislación interna, habrá que recordar que en
la actualidad hace turno en la Corte
Constitucional una demanda, que ya tiene ponencia, presentada por el exfiscal Eduardo Montealegre[39] en que pide que se
reconozca que, en desarrollo del derecho a la paz, el pacto entre el Gobierno y
las Farc constituye un Acuerdo Especial
en los términos del art.3 común de los Convenios
de Ginebra de 1949 sin necesidad de incorporarlo a la legislación interna. En
nuestra opinión esta demanda del Exfiscal Montealegre puede ser la fórmula jurídicamente salvadora de los Acuerdos, que
reformulados y enriquecidos, por un referendo por ejemplo, le sale al paso a
una de las más fuertes objeciones de un sector importante de los opositores,
que no están de acuerdo con la constitucionalización de los Acuerdos como Acuerdo
especial.
Haríamos ahora una
observación y una pregunta. Lo primero: de acuerdo con la Sentencia de la
Corte, es claro que aunque hubiese ganado el Si, los resultados del Plebiscito
no habrían otorgado fuerza jurídica al
Acuerdo Final, pues para Corte la no validez jurídica de ese evento
político significaba que no tenía alcances para alterar el derecho a la paz
previsto en el artículo 22 de la Carta política. Y lo segundo: ¿Acaso el simple
hecho de haber asumido el pacto como un Acuerdo Especial y entregarlo como tal
ante el Organismo depositario en Suiza
le imprimió fuerza jurídica y lo hizo parte, por esa sola acción, de la
legislación interna o del llamado Bloque Constitucional? Esta pregunta recoge
un poco la preocupación del exfiscal Montealegre en el sentido de hacer
intervenir al Estado colombiano en la refrendación jurídica del llamado Acuerdo
Especial pero sin que entre a formar parte de la legislación interna.
De todas maneras, sea la que sea la discusión jurídica, y hasta
leguleyezca, sobre el Acuerdo Final, lo cierto es que, hacia adelante, aunque
éste no requiera, aunque sí sería deseable, de una nueva legitimación
socio/ciudadana, sin embargo, como tal, después del Plebiscito del 2 de
octubre, no existe como realidad política
requiriéndose, además, de alguna instancia para la refrendación jurídica
de un nuevo Acuerdo Final Gobierno-Farc.
De todas maneras, desde los meses de mayo y junio el Congreso estudió y aprobó
el Acto Legislativo de la Paz en el que el Acuerdo Final aparece asumido como
Acuerdo Especial según los principios y lógicas de los Convenios de Ginebra de
1949. Pero, la verdad es que, tras los resultados del Plebiscito, como que casi todo ha quedado en suspenso: el
desarrollo normativo del mismo Acto Legislativo de la Paz se ha congelado en el Congreso. Se esperaba que tras un Plebiscito victorioso
en lo del Sí, se iniciara un trabajo vertiginoso por parte del Congreso que,
por Fast Track, abordara más de 50 proyectos, que le darían valor jurídico al
Acuerdo Final; en su orden estaban, 1. La Ley de aprobación del Acuerdo Final; 2, La ley de Amnistía; y.
3. La Ley de incorporación de la JEP en
la Constitución Política. [40]
5.6. O Referendo o, mejor aún,
una Asamblea Nacional Constituyente.
A
una nueva Constituyente hay que enhebrarla no con hilos
mecánicos sino con agujas muy dialécticas, confrontando las diferencias
personales y grupales con sus
contradicciones y tensiones. Con su
propuesta de poner en acción una Mesa Multilateral, el ELN está pre-marcando el camino: a ella deben
entrar las dos elites del bloque en el
poder, la santista y la uribista, el conjunto de las fuerzas políticas y
sindicales, el movimiento social/ciudadano por la paz, las Farc y el ELN, Los
Jubilados, la mayor parte de los Abstencionistas, las Iglesias, las diferentes
categorías de jóvenes y mujeres, los distintos Nodos de REDUNIPAZ y del sistema
educativo, las organizaciones profesionales,
y, sobre todo y ante todo, los 8 millones de víctimas directas, buena
parte de ellas indígenas y afrodescendientes.
En
primer lugar, en una Constituyente se lograría, al mismo tiempo, legitimar
socio-ciudadanamente los Acuerdos, otorgarles valor jurídico y definir unas
estrategias robustas para su implementación. Los temas limitados de la Constituyente, cuya
convocatoria y condiciones tendría que ser pactada en la MESA MULTILATERAL,
podrían ser, 1. El reordenamiento
territorial del país; 2. La Reforma de la Justicia; 3. La Negociación Política del
Conflicto interno armado: Acuerdos y Estrategias de Implementación; y.4. La
Construcción de la Paz en y desde los Territorios comunales quedando todo
sometido a las correlaciones político-ideológicas de fuerza que se configuren en su seno. La
fecha más lejana para realizar esa Constituyente sería la primera semana de octubre del 2017 al
cumplir Santos y las Víctimas el primer año como Nóbels de la Paz. Fracasado el
camino de las armas para impulsar el inicio o comienzo de la revolución
social que el país requiere, al pueblo no le quedan otros caminos que el de las
luchas sociales democráticas, las limitadas luchas parlamentarias, pero, sobre
todo y ante todo, el de la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente
con una temática lo suficientemente
amplia como para que quepamos todos,
incluido el tema referencial central definido por el modelo socioeconómico en el que se
inscribiría la acción pública del Estado en
sus distintas expresiones
territoriales.
Esto
no obstante, como en el caso de Uribe,
el problema del tiempo es el gran enemigo de ésta la más rica posibilidad
de superar la crisis bajo un más
optimista horizonte de futuro.
Aunque
en un momento dado de los Diálogos de la
Habana, las Farc miraron con simpatía la idea de una Constituyente- también el
centro Democrático, bajo otra mirada, también lo hizo- , sin embargo, Santos la
rechazó que “se borren de la mente esa idea, que eso no va a ser así”, fue lo
que dijo el presidente de entrada. Entonces, se recogieron las opiniones de
tres expertos de la paz.[41] Marco
Palacio manifestó que esa era una idea/panacea que provenía de la izquierda de
los años 50 y 60, que las Farc se habían
apartado de ella cuando en la década del
90 se salieron del proceso de paz y que
ahora, al pensar que una Constituyente lo
arreglaría todo, la han vuelto a colocar en la agenda de discusión.
Entonces, no la juzgó “conveniente” planteando, más bien, el referendo o el plebiscito.
Que ¿para qué? si la Constitución de 1991
era seria y eficaz y en ella estaban previstos los mecanismos que el país
necesitaba, fue lo que respondió Angela Rettberg, amén de que ese espacio
podía abrirse a oportunidades
adicionales, que algunos sectores aprovecharían
para recortar libertades, pero que “si la única manera por medio de la
cual las Farc dejarían las armas era con
una nueva Constitución, entonces habría que considerar hasta qué punto el
Estado y la sociedad colombiana querían
asumir ese costo”. Finalmente, Carlos
Nasi dijo que una Constituyente solo se justificaba si había “una crisis institucional
profunda y/o cuando las reglas del juego son profundamente
anacrónicas y disfuncionales. No es el
caso”, culminó.
En
nuestra opinión, en esta coyuntura una Constituyente es más que “conveniente”y estamos de cara a una crisis más que profunda. Sin embargo, estamos jugando en
contra del tiempo, y es muy poco
probable que el cese bilateral del fuego
resista por mucho tiempo a un grupo irregular armado que se encuentra
“semi-acampamentado”.
Sobre
la materia y las consideraciones hechas sobre los otros escenarios, el debate
se encuentra más que abierto.
”LAS 10 ESTRATEGIAS DE LAS FARC EN LA HABANA”,
[1] .
Uribe Vélez, Alvaro.Fundación Centro de Pensamiento PRIMERO
COLOMBIA, 10/10/2016.
[2] .
Velez Ramírez,, Humberto.
[3] .
Bonilla, Maria Elvira,”Cachetada a los políticos”, El País, 14/10/2016.
[4] .
Wade, Davis, “ARDIENDO DE ESPERANZ POR COLOMBIA”, 16-10-2016.
[5] .
Duque Naranjo, Lisandro, “Lo divino y lo humano”, El Espectador, 17-10-2016.
[6] .
COMITÉ EDITORIAL, “Uribe, el hombre que está bloqueando la paz en Colombia”,
The New York Times, Lg,Life¨Gool, 14-10-2016.
[7] .
“LA REVELADORA ENTREVISTA DE DANIEL CORONEL A IVÁN MÁRQUEZ”, 17-10-2016, www.noticiascolombianas.com.co
.
[8] .
Duque Daza, Javier, “Un Plebiscito Innecesario, una derrota inesperada”. En, Razón
Pública, 03ó9/2016.
[9] .Corte
Constitucional de Colombia, Sentencia c-379 del 18 de julio de 2016.
[10] .
Semana No 1797, del 9 al 16 de octubre
de 2016, pg.18.
[11] .
Santiago, Enrique, “Nos vemos dentro de 10.000 muertos”, 04/10/2016.
[12] .
Idem, ¨El Acuerdo es inmodificable para el Derecho Internacional¨, 07-10-2016.
[13] .
“Así registra la prensa internacional el
Nobel a Santos¨, 07-10-2016.
[14] .
Cepeda, Iván, “La paz es la que va ganando”, El Tiempo, 17-10-2016.
[15] .COMUNICADO
CONJUNTO GOBIERNO NACIONAL/FARC, La Habana, 7 de octubre de 2016.
[16] .
Currea, de Victor, “El ELN después del Plebiscito’’, El Espectador, 03/09/2016.
[17] .
Uprimny, Rodrigo “18 tesis para pacificar la paz’´, 05/10/2016.
[18] .
Revista Semana, No 1795, 25 de septiembre al 2 de octubre, CONFIDENCIALES,
pg.15.
[19] .Hernández,
Jorge Andrés, “La Constitución de 1991 y sus enemigos”, En, COLOMBIA
INTERNACIONAL, U de los Andes, www.colombiainternacional.uniandes.edu.co,
[20] .
m.elcolombiano.com, 7 de junio de 2016.
[21] .
Uribe Vélez, Alvaro.”LAS 10 ESTRATEGIAS
DE LAS FARC EN LA HABANA”, Fundación Centro de Pensamiento PRIMERO
COLOMBIA, 10/10/2016.
[22] .
static.iris.net.co/semana/upload/documentos/bases-de-un-acuerdo-nacional-de-paz.pdf.
[23] .
htps//books.google.com.co/books?isbn=95889931436; Molano, Alfredo, “El gran
chantaje”, El Espectador, 16-10-206, pg. 39.
[25] .
Coronell, Daniel, “La cuenta regresiva”, Semana, No 1798, del 16 al 23 de
octubre, pg.20
[26] .
Vanesa, Restrepo, “Seis puntos que Uribe quiere cambiar en el Acuerdo de Paz”,
COLPRENSA, 06-10-2016.
[27] .
“URIBE REVELA LAS PROPUESTAS CONCRETAS PARA MODIFICAR ACUERDO DE PAZ CON LAS
FARC”, O9-10-2016, www.bluradio.com/medellin.
[28] .
Columnistas Libres, 14-10-2016.
[29] .
El Espectador, No 1797, del 9 al 16 de octubre de 2016, pg.
[30] .
Velasco, Juan David, “URIBE Y LA JUSTICIA TRANSICIONAL”, La Razón Pública, 17/10/2016.
[31] .
Kalmanovitz, Salomón, “El No a las Reformas”, El Espectador, 17-10-2016.
[32] .
Uprimny, Rodrigo, “De un cacho, pero de un hilo”, El Espectador, 16-10-2016.
[33] .
Duncan, Gustavo.”EL PLAN B”, El País, 15-10-2016.
[34] “Estudian repetir el plebiscito en zonas
afectadas por el huracán Matthiew”, Publimetro, octubre 11 de 2016.
[35]
.https://pojusticiaydesarrollo.com/2016/
[36] .
“Los salvavidas del Plebiscito”, El Espectador, domingo 6 de octubre de 2016,
pg.
[37]
.López Montaño Cecilia, “Pelaron el Cobre”, https:mail.google.com/
[38] .
Santiago, Enrique, “Nos vemos dentro de 10.000 muertos”, 04-10-2026.
[39] .
El Espectador, 9 octubre 2016, pg.12.
[40] .
“CONGRESO EN MODO PAUSA”, Semana, No 1798, del 16 al 23 de octubre de 2016, pg.
38.
[41] .
¿Una Constituyente para la paz? , www.uniandes.edu.co/xplorer/epeciales/noticias/paz2/constituyente,html
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario