PORQUÉ
NEGOCIAR CON EL ELN:
DESAFÍOS Y SALIDAS.
Luis
Eduardo Celis-Humberto Vélez r
Abstract.
1.
La NEGOCIACIÓN DE QUITO: HASTA AHORA UNA AGENDA MÁS
INSTRUMENTAL QUE SUBSTANTIVA.
2.
PRECISANDO Y
ADICIONANDO UNA BUENA PONENCIA
DE CARLOS
ANTONIO VELANDIA.
3. FARC Y ELN: DOS MESAS DISTINTAS PARA DOS
PROCESOS DIFERENTES FINALMENTE COMPLEMENTARIOS.
4.
UNA ENTREVISTA
REVELADORA: LA DE “SEMANA”A GABINO Y A
ANTONIO GARCÍA
5. EL COCE PODRÍA HACER ALGUNOS REPLANTEOS TÁCTICOS
CON
IMPACTO SOBRE LO ESTRATÉGICO:
5.1. HASTA LA VENIDA DEL VENERABLE
FRANCISCO, TAN CERCANO “A UNA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN SIN ARMAS”, DECRETAR UN CESE UNILATERAL TEMPORAL AL FUEGO
Y A LA “RETENCION” DE PERSONAS.
5.2. REPENSAR LAS CONSECUENCIAS QUE TENDRÁ QUE SOPORTAR Y
ENFRENTAR CON LA NUEVA GUERRA ESTATAL-PRIVADA QUE SE DESATARÁ CONTRA EL ELN EN LOS
MESES POR VENIR SI FRACASAN LOS DIÁLOGOS DE QUITO.
INTRODUCCIÓN
Deseable
y necesaria como siempre, posible como nunca ahora en el presente actual, pero
poco probable en el resto del corto tiempo que le queda a Santos, se vislumbra
en la actualidad una negociación con el ELN. Después de hacer pública su
voluntad de negociar, más temprano que tarde tanto las Farc como el Eln
quedaron atrapados por un tema que, central en
la evolución histórica de cada organización, quedó recogido en las
Agendas- substantiva la de los farianos
pero todavía operativo-instrumental la
de los elenos- de cada organización: en el primer caso, el tema de una reforma
rural integral cargada de potencialidades de cambio y en el segundo, el tema de
una proactiva participación en los diálogos de la sociedad históricamente excluida casi como tercera
parte del conflicto.
1.
La
Negociación de Quito: Hasta ahora una Agenda más instrumental que Substantiva.
Más allá de las denominaciones- fase privada o
pública de la exploración- de entrada se debe precisar que el Gobierno y el Eln entraron a las conversaciones con una especie de Pre-Agenda (1.Participación de la sociedad en los diálogos; 2.
Democracia para la Paz; 3. Transformaciones
para la Paz; 4. Víctimas; 5 Fin del conflicto armado; y 6.
Implementación) en la que sólo recogen importantes puntos sueltos, muy sentidos para el Eln, porque tendrían que ver, se infiere, con la ampliación de la
democracia y con los cambios sociales, puntos
a los que habría que dotar de contenido concreto y de interrelaciones precisas mediante Audiencias Preliminares con distintos
sectores de la Sociedad.
Importante
parece entonces hacer la distinción entre Agendas instrumentales en torno a las
cuales ha habido Acuerdos operativos
( según el Comunicado Conjunto 3 del 6 junio[1]:
creación de un Equipo bipartito de Pedagogía y Comunicación para la Paz que, al
alimentar la confianza y la credibilidad, le “dé mayor solidez al trabajo de la
Mesa”, definición de los tiempos de referencia que orienten el trabajo de los
Países Amigos y creación de un Fondo de
financiamiento para la Mesa de Conversaciones) y Agendas estratégicas, que se refieren a la producción de acuerdos
substantivos. Una impresión similar es la que se obtiene cuando se examina el
contenido de los Comunicados de la
Delegación de Diálogos del Eln del 6 y 10 de junio: inclusión en la Agenda del
punto sobre el Cese Bilateral del fuego, “sin entrar todavía en la materia”;
continuación del trabajo sobre
“desminado humanitario”; y “en lo
referente a Dinámicas y Acciones humanitarias “no logramos acordar el mandato para esta Submesa, debido
a que la Delegación del gobierno argumenta que tiene capacidades limitadas para hacer acuerdos que prevengan el
genocidio en curso”; y, siendo esto lo más importante,
“No se ha logrado aún poner en marcha las
llamadas Audiencias Preparatorias, las que están consideradas como un paso
preliminar de consulta con distintos sectores de la sociedad, acerca de sus
experiencias y propuestas en torno a las formas y mecanismos de su
participación. Estas Audiencias brindarán herramientas para diseñar el proceso
de participación y ayudarán a hacerlo más consultivo y democrático”.
Cabe destacar
que la creación y puesta en acción de estas Audiencias ha sido el
Acuerdo instrumental más importante hasta ahora logrado, pues esa fue la vía
acordada para proceder a la construcción de una Agenda más substantiva. Pero
aún más, su misma operatividad se vio entrabada pues, según el Comunicado de la
Delegación del Eln del 10 de junio, “la
Delegación del gobierno decidió, unilateralmente congelar la implementación de
los Acuerdos firmados y pactados esta semana con lo que pretenden posesionar otros criterios, deferentes a los
acordados hasta ahora, que son la celeridad
y rigurosidad en las conversaciones”[2].
A esta posición del Eln, la Delegación del gobierno respondió que “no
es posible avanzar en la paz mientras el
Eln defienda el secuestro”. [3]
Como podrá observarse, mientras la Mesa de la
Habana ya terminó con la producción de Acuerdos que están en la fase de implementación, la Mesa
de Quito, apenas se encuentra en los momentos de la construcción de una Agenda
estratégica. Por lo tanto, pretender acompasar las dos Mesas, a lo que aspiran
algunos, no haría otra cosa que introducir en ambos procesos unos tiempos “borrachos
y envolatados” que, por una parte,
frenarían los ritmos de la implementación de los Acuerdos de la Habana
mientras, a la par, podrían echar por la
borda el proceso de Quito. Por ahora, lo más pertinente parece ser respetar los
ritmos de temporalidad propios de cada
proceso, lo que en sí mismo, tal como
veremos, es sano y adecuado pues se
trata de guerrillas con semejanzas pero también con diferencias casi
estructurales, a la par que, en lo táctico, también es prudente, pues se trata
de dos procesos distintos que aunque buscan lo mismo, sacar lar armas del ejercicio
de la política, se encuentran en fases muy distintas de negociación de un
conflicto macro. Sólo más tarde, cuando Gobierno y Eln entren en la
implementación de Acuerdos substantivos no importa que sea más allá del
gobierno de Santos, cuando Gobierno y Eln hayan logrado ponerse de acuerdo en lo
substancial para las partes, las dos guerrillas podrían pensar en acompasarse
mediante algunas estrategias conjuntas de implementación.
Esto no
obstante, la renuncia a negociar con el Eln tornaría cojo y muy incompleto el
proceso de construcción de una pacificación abierta a la construcción de paz
integral.
2.
Precisando y adicionando una muy buena Ponencia
de Carlos Antonio Velandia
En un lenguaje
sencillo, pedagógico y conciso, el exdirigente del Eln Carlos Arturo Velandia
presentó desde el 2014 un documento en el que destaca que ésta, la de esta
segunda década del siglo XXI, es la
década más propicia para una negociación tanto para el Estado como para ambas
guerrillas. De ahí el título de su trabajo, “La Paz, ahora o nunca”[4].
Es cierto, reafirmamos en este artículo, que con mucha frecuencia las
coyunturas de oportunidad- las que, de modo espontáneo, parecen proclamar ahora o nunca- pasan
desapercibidas, pues los triunfalismos y las desconfianzas entre las partes y
la imposición de los deseos sobre la reflexión analítica impiden que
madure una posibilidad real hasta darle
trámite a las salidas negociadas. En su artículo, Velandia nos habla de 4 tipos
de oportunidades, o mejor de coyunturas de oportunidad para una negociación,
adicionamos nosotros,
1. Cuando las
partes desean la paz negociada y lo expresan públicamente;
2. Cuando una de
las partes desea la paz negociada y lo expresa públicamente;
3. Cuando la sociedad
nacional y la comunidad internacional desean la paz negociada y presionan a las
partes en esa dirección; y
4. Cuando por causa
de un desastre natural- o de “una grave crisis social o económica”- adicionamos
así a Velandia- la devastación o “la crisis” dejan a las partes, o a alguna de
ellas, en estado de ilegitimidad para continuar el conflicto armado o “en
situación altamente dificultosa para enfrentar un problema macro”.
De acuerdo con
Velandia, en Colombia en medio siglo de guerra ha habido cuatro grandes
oportunidades, o coyunturas de oportunidad en nuestro lenguaje, 1.en los años
80 con Belisario Betancur; 2.en la década del 90 con César Gaviria; 3. Entre
los dos siglos con Pastrana; y. 4. En la segunda década del 2010 con Santos.
Como si se tratara de ciclos, esas oportunidades han ocurrido cada 10 años.
Pero, esto, en su concepto, ha sido ocasional o casual, pues
“lo que sí ha
sido posible de establecer es el alto costo que han pagado el país y las dos
partes por dejar pasar cada una de las oportunidades anteriores; observación
que hoy debe mover a la sociedad entera, en el sentido de asumir esta cuarta
oportunidad como ‘una oportunidad de país’, más que como una ‘oportunidad de
las partes y para las partes”.
Quizá a Velandia
le faltó explicitar o precisar que en
ninguna de esas oportunidades como en la cuarta se han cumplido las cuatro condiciones
señaladas. En los años de Belisario Betancur la oposición a una negociación fue
fuerte, sobre todo y ante todo, por parte de un amplio sector de los Altos
Mandos Militares siendo en el Eln donde menos acogida tuvo la propuesta
del gobierno[5]; en la
época de Gaviria, claras fueron las incoherencias por parte del Ejecutivo en la
conducción de las conversaciones, lo que explica la ausencia de las Farc y del
Eln en la Asamblea Nacional
Constituyente de 1991 aunque el Eln sí participó en las frustradas
conversaciones de este gobierno en Venezuela
y luego en México en la llamada
Paz de Tlaxcala, proceso que fracasó con el asesinato del ex-ministro Argelino
Durán[6];
en el caso del Caguán fuerte fue la oposición por parte de los empresarios que
hicieron suya la tesis irónica de López Michelsen según la cual las Farc con
una Agenda tan abultada pretendían que “les hiciesen la revolución por decreto”; de todas maneras
hasta el final del Gobierno de Pastrana en el 2002 hubo varios Encuentros con el Eln, así: una primera
ronda en Caracas con un evidente fracaso, que se intentó frenar con la
mediación del periodista Jaime Garzón a través de una Comisión facilitadora
civil, labor humanitaria ésta que permitió que se retomaran las conversaciones
primero en la Habana y luego en Venezuela e incluso Pastrana y Gabino alcanzaron a
establecer una Zona de Encuentro en los municipios de San Pablo y Cantagallo,
Bolívar, y en Yondó, Antioquia[7]; y ahora, no obstante la radicalización de la
extrema derecha con su trasnochada tesis del castro-chavismo-santismo, así como
de numerosos grupos cristianos, que hablan del “Estado homosexualizador” de
Santos que destruiría a la familia[8]
y no obstante la pasividad de un amplio sector de la ciudadanía que solo ha
visto la guerra por televisión, juntas y muy juntas se encuentran las cuatro coyunturas de oportunidad
esbozadas por Velandia incluida la cuarta asociada, no a un fenómeno natural,
sino a una crisis en el bloque de poder
ligada a las forma predominante de ponerle fin a un conflicto armado, que está
afectando la llegada de la inversión extranjera al sector extractivista de la
economía.
Es claro que
Velandia habló de las 4 grandes oportunidades en que hubo en Colombia una
posibilidad real de negociar y no de los 7 intentos de conversaciones del Eln
faltando, por lo tanto, otras tres referencias así: Durante el Gobierno
de Barco se creó la Consejería de Paz, que hizo infructuosos esfuerzos por
acercarse a la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar a la que pertenecía el Eln, que no participó en la construcción
de una Agenda Conjunta; durante el Gobierno de Samper, los elenos escribieron “Propuesta Urgente para Colombia” donde
plantearon la importancia de la participación de la Sociedad Civil y en 1998 se
oficializó en España un Preacuerdo entre las partes que recogió la propuesta de
la convocatoria a una Convención
Nacional, iniciativa que se reforzó luego en Encuentros en Alemania y
Suiza.[9]
En este caso el tiempo jugó en contra de esta línea de iniciativas del Eln,
pues el Gobierno de Samper se encontraba en sus meses finales y el nuevo
Gobierno, le otorgó más importancia a
las Farc en las conversaciones. Finalmente, durante el gobierno de Uribe se
establecieron diálogos exploratorios con los voceros del Eln Francisco Galán y
Felipe Torres, inicio de conversación que se fue al traste por varias razones
entre ellas la negativa de Uribe de reconocer la existencia en Colombia de un
conflicto interno armado, así como por el
pronto fortalecimiento de la Política de Seguridad Democrática.
Finalmente,
para redondear la primera parte de su artículo, Velandia, en un nivel de
generalidad, precisa 10 tesis asociadas a las razones por las que en esta
segunda década del siglo XXI habría que
apoyar las negociaciones de las dos guerrillas:
***La
inexistencia de un ganador o de que lo pueda haber a corto y mediano plazo;
***El
costo de mantener la guerra es mayor que el de intentar pactar la paz;
***Existencia
de un enorme cansancio social: las partes ya no convencen con el discurso de la
guerra;
***Los
niveles de degradación alcanzados por la guerra, deslegitiman cualquier
discurso;
***
Los apoyos internacionales se han desquebrajado; por el contario, las partes
reciben presión de gobiernos y de
fuerzas exteriores que antes las apoyaban;
***Para
financiar la guerra los gobiernos han acudido a los recortes en la inversión
social;
***En
lo nacional, las partes reciben presión
para que se ponga fin a la confrontación armada: o piden que se negocie
o le piden al gobierno que derrote a las guerrillas;
***Lo
prolongado de la guerra ha generado un impacto negativo sobre las regiones,
sobre todo fronterizas, lo que ha afectado la convivencia con los países
vecinos;
***Colombia
por razones ligadas al conflicto, es vista en todas partes como una sociedad
pre-moderna; y
***El
país en su conjunto, principalmente la sociedad, ha pagado un alto costo a
causa de las insostenibles e insoportables cifras de Víctimas.
3. FARC Y ELN: DOS MESAS DISTINTAS PARA DOS
PROCESOS DIFERENTES FINALMENTE COMPLEMENTARIOS.
Tres
años atrás Farc y Eln acordaron que habría Dos Mesas para un solo proceso, pero
en los últimos meses cada día ha sido más claro que lo que se ha impuesto han
sido Dos Mesas para unos procesos que, por notas intrínsecas a cada
organización, sobre todo las asociadas a la forma de construcción del poder social[10],
son diferentes aunque tengan un mismo fin: posibilitarle a los actores de cada proceso, y también al Estado, hacer política sin un fusil en la mano
mediante una negociación que posibilite
la ampliación de la democracia, así como un conjunto de reformas sociales e institucionales signadas
por los énfasis específicos ya de las Farc ya del Eln; sólo más adelante, cuando se encuentren ya definidos los
Acuerdos estratégicos o substantivos del Eln, los ritmos podrían acompasarse
jalonando en muchos casos, desde las regiones y los territorios comunitarios,
estrategias comunes de implementación. Esto no obstante, de varias maneras el
proceso adelantado con las Farc, puede señalar un horizonte flexible a la Mesa de Quito en materias, por
ejemplo, de la centralidad de las
Víctimas, del polemizado, que en este caso lo será más, Modelo de
Justicia, de medidas de seguridad para los exguerrilleros etc. , pero, lo que
sí posee bases sólidas para plantearlo es que será muy difícil, si todo marcha
bien con tiempos a tono, que la
producción de Acuerdos substantivos con el Eln termine antes del 7 de agosto
del 2018; sin embargo, si se asimilan las enseñanzas pasadas y presentes si
será posible dejar el proceso en un nivel adecuado de irreversibilidad.
4. UNA ENTREVISTA REVELADORA: LA DE “SEMANA”
A GABINO Y A ANTONIO GARCÍA.
La
importante Entrevista hecha por Semana en Cuba a dos líderes del Eln, Gabino y
Antonio García[11],
más moderado el primero pero más radical el segundo, expresan con claridad cómo
serán los tiempos del Eln hacia futuro. La conclusión general de los
Entrevistadores, en sí y por sí misma y porque fue hecha a dos líderes con
diferencias secundarias entre sí,
es muy significativa, “Su visión sobre el país y el proceso de paz, demuestran que se está
muy lejos de un acuerdo con esa
organización política”,
Esto
fue lo que dijo Gabino respecto a puntos centrales, la reunión con las FARC
“fue un encuentro fraterno. Ni ellos ni nosotros teníamos el propósito de
entrar a un debate, sino más bien conocer los propósitos de ambos procesos. Los
compañeros fueron claros en que eran
revolucionarios que entraban a una dinámica legal, que su proceso era
irreversible a pesar de que no veían que
les fueran a cumplir. Nosotros expresamos que también nos la jugábamos por la
paz pero que en nuestro caso no se habían
concretado los acuerdos y que por dificultades del momento pensamos que no
alcanzamos a culminar el proceso con
este gobierno de Santos…Hace tres años acordamos con las Farc que debía
haber dos mesas y un solo proceso. Lo que pasa es que el de ellos se desencadenó con una velocidad inusitada,
mientras nosotros encontramos en el gobierno una acción muy lenta. Hoy no es fácil acompasar los procesos
porque ellos son prácticamente una organización legal trabajando por la implementación.
Asistimos a los diálogos con una definición de nuestro Congreso y es que
estos son de carácter exploratorio. No sabemos hasta dónde llegará lo
exploratorio porque no encontramos la disposición de la clase en el poder para
pactar un acuerdo real. Vemos cosas muy
difíciles, como el incumplimiento de los acuerdos con las FARC…Por supuesto
que sobre el diálogo exploratorio hay discusiones como en cualquier partido,
pero existe la voluntad y la decisión de
buscar la paz. Donde sí hay una gran fractura
sobre los acuerdos es en la clase gobernante. Ahora la frase en boga es ‘los vamos a volver trizas’. ¿‘Qué acuerdo se puede refrendar y salir
adelante en medio de esa realidad del Estado?’. Un proceso de paz no puede ser
un acuerdo entre insurgencia y gobierno en un papel. Eso es lo que siempre se
ha hecho y se ha caído. Muy buena la Constitución del 91 pero qué quedó de
ella luego de ciento y pico de reformas.
El proceso de paz no sólo es para firmantes sino para quienes tienen
expectativas de cambio más allá del
silencio de los fusiles. ” Respecto a los cambios que buscaban dijo, “Hay problemas de salud, educación,
tierras y soberanía. Pero eso lo tiene que plantear es la gente, sobre todo
la excluida, la que no llega al Congreso”. Cuando se le preguntó si se
acogerían a la Justician Transicional ya en camino, dijo, “Es que si uno no ha
participado en el diseño es muy jodido decir que nos acogemos” Al preguntársele
en qué punto debería estar el proceso en agosto del 2018, respondió, “Ojalá el presidente se la juegue por dos
cosas: el cese del fuego y dejar andando la participación de la sociedad. Eso
sería de tremenda importancia. Así la campaña electoral no diluiría el
proceso”.
Por
su parte, estos fueron planteamientos
centrales de Antonio García, respecto a la índole del Acuerdo con el Eln, “consideramos que el proceso del Eln debe
ser diferente. La sociedad debe ser más protagónica y se debe lograr una
dinámica política de participación. Para nosotros no es tan importante que se
cumplan o no unos acuerdos, sino que la gente participe en la discusión, y que
los acuerdos no sean actas de promesas que luego no se cumplen…Nosotros estamos
dispuestos a pasar a la política sin armas, pero no de cualquier manera…Debe
haber cambios.” Cuando se le preguntó
cuándo se pasaría de un diálogo exploratorio a uno encaminado a poner
fin al conflicto, respondió, “Cuando
podamos establecer con la sociedad qué cosas deben cambiar. Que haya un acuerdo
político, una agenda básica de transformaciones. En ese momento habría
salidas hipotéticas y en el marco de esos cambios la insurgencia puede
también cambiar. En el congreso no están todas las voces y por
eso no es el escenario de diálogo. Hay un amplio espectro que no se siente
representado en la política colombiana. Hay
que reactivar consensos políticos para una Colombia posible y no sólo para una
desmovilización. Pueden ser los diálogos nacionales o regionales. En lo relacionado con el secuestro,
señaló, “El DIH prohíbe la toma de rehenes, que es cuando se
usan escudos humanos. No habla de secuestros ni de la privación de la libertad.
Se puede decir que eso es monopolio del Estado, pero como nosotros somos rebeldes eso es parte de nuestra naturaleza”.
Que
se nos perdone la amplitud de la cita, pero era necesaria, pues recoge lo que en realidad está pensando la dirección del
Eln. Al leer esta entrevista, en algunos pasajes al lector le queda la
impresión de que los elenos están en la Mesa de Quito más como rebeldes en
condición de reafirmar su situación de RESISTENCIA que como NEGOCIADORES
dispuestos a abrirse a las lógicas de
toda negociación, o sea, a la lógica del otorgamiento de concesiones
recíprocas. Claro que lo que sucede es
que, primero, los ha sobreembargado un
elevado nivel de desconfianza más ahora
cuando han evidenciado que en el proceso de la Habana las Farc han estado más
predispuestas a cumplir que el propio Gobierno y, segundo, que por eso se han
reafirmado en la posición, como vimos que declaró Antonio García, de que solo
pensarán en hacer dejación definitiva de las armas cuando en La Mesa de Quito
se haya acordado “una Agenda de Transformaciones”. Interpretamos que eso fue lo
que afirmó cuando dijo que “en el marco
de esos cambios la insurgencia también puede cambiar”.
5. EL COCE PODRÍA HACER ALGUNOS REPLANTEOS
CON IMPACTO SOBRE LO ESTRATÉGICO
Esto
no obstante, en nuestra opinión, el COCE en dos materias debería estar
dispuesto a reanalizar la coyuntura para hacer algunos posibles replanteos
tácticos con impacto sobre lo estratégico:
5.1.
HASTA LA VENIDA DEL VENERABLE FRANCISCO, TAN CERCANO A LAS IDEAS DE “UNA
TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN SIN ARMAS”, DECRETAR UN CESE UNILATERAL Y TEMPORAL AL
FUEGO Y A LA “RETENCION” DE PERSONAS.
Recordemos
que se está negociando con un gobierno de
esencia neoliberal, que en las conversaciones con las FARC, de modo reiterado,
se opuso a todo debate alrededor de su Modelo socioeconómico. Entonces, en esta
etapa de producción de Acuerdos y de su Implementación, etapa que, sin duda
alguna, será larga, cualquier
concesión o reivindicación social robusta y substantiva, más que del Estado, dependerá de la fuerza y
presión y convergencias entre las luchas del movimiento social por la paz, para
utilizar el lenguaje preferido por los
elenos, y las luchas de las Comunidades territoriales por construir Paz en,
desde y para sus respectivos territorios, para apelar al lenguaje fariano.; y
no se trata de deponer o desmontar la Agenda de cambios y transformaciones
sino, más bien, de encontrarles, en el ámbito de las luchas sociales, los espacios
y fuerzas y momentos más adecuados.
en
esta fase del proceso de Quito, Eln y Gobierno se están agotando en un ya
estéril forcejeo: mientras que el Eln
insiste y machaca que,
“nosotros
seguimos reivindicando, como rebeldes y alzados en armas, el derecho a privar
de la libertad a quienes por diferentes
circunstancias consideremos hacerse merecedor de ello”[12],
el gobierno de
Santos se aferra a una línea de conducta
según la cual
“no es posible
avanzar hacia la consecución de la paz mientras el Eln defienda el secuestro o
siga secuestrando”. (Juan Carlos Restrepo, 11 de junio de 2017)[13].
Hoy por hoy es ya sabido que ninguna
negociación avanza cuando las partes se aferran a iniciales y extremas posiciones iniciales; entonces,
en este caso, el Eln, que ya ha asumido
como criterio lo de “acuerdo pactado y firmado,
acuerdo implementado”[14],
podría llevar la iniciativa, lo que lo legitimaría
de modo importante, de presentar una propuesta temporal, hasta la ida del Papa de
Colombia el 11 de septiembre, más o menos concebida así:
como un homenaje al Venerable Francisco, en muchos aspectos tan cercano a una “teología de la liberación sin armas”,
decretar un Cese unilateral al fuego acompañado de una suspensión temporal de las
“privaciones de la libertad de personas… merecedoras de ello”, como ha reiterado Gabino.
Por
esta vía, más temprano que tarde, se podría provocar un destrabe de las
Negociaciones de Quito.
5.2. REPENSAR LAS CONSECUENCIAS QUE TENDRÁ QUE SOPORTAR Y
ENFRENTAR CON LA NUEVA GUERRA ESTATAL-PRIVADA QUE SE DESATARÁ CONTRA EL ELN EN LOS
MESES POR VENIR SI FRACASAN LOS DIÁLOGOS DE QUITO.
Digamos
ahora que no se trata de apoyar una negociación con el Eln siguiendo el
incorrecto “pordebajeo” que casi todos los gobiernos han asumido de cara a esta
organización que, en número de miembros
y territorios ocupados ha sido inferior a las Farc, por ejemplo, pero que, más
allá del número y las marcas de los fusiles,
se ha tratado de una movimiento armado etnosocialmente muy importante,
sobre todo en el nivel de las luchas locales y regionales. Sería ésta una decisión que, con escaso análisis
académico adecuadamente desideologizado en la actualidad, sólo podría
tomar el propio Eln en el marco de las fuerzas sociales en el que se
desenvuelve su accionar. Nos vamos a referir a una muy posible agudización que
pueden alcanzar ahora en Colombia “las
nuevas guerras” a partir de la dejación de las armas por parte de las Farc.
Digamos
de entrada que las llamadas “nuevas guerras” no se han configurado en el mundo
actual para combatir a paramilitares, señores de la guerra y mercenarios sino,
más bien, para a partir de ellos y mediante ellos y con su proactiva
participación, más tecnificada y racional, agilizar la derrota de las
guerrillas. En adelante, el Eln tendrá que enfrentar una más intensa lucha armada no sólo contra las Fuerzas de
Estado si no que, además , arreciará la
que hasta ahora han tenido contra los paramilitares y los Señores de la Guerra,
los pequeños y los medianos y los grandes que, bajo el soporte de la propiedad,
la acumulación y el despojo de tierras, han y continúan haciendo política
institucional con las armas debajo de los colchones y de los corazones y de los
brazos de cierto sector de militares, de policías y de autoridades.
En
el libro “El Negocio de la Guerra” publicado en Berlín en el 2003[15]
con Darío Azzellini como editor y reeditado en el 2005 con un Capítulo sobre
Colombia escrito por el mismo analista, “Colombia,
Laboratorio experimental para el manejo privado de la Guerra”, se presenta
una hipótesis que, condensada, resumimos
así en su primer componente: Las formas de conducción de las guerras: al lado de los Ejércitos
estatales han surgido cada vez más compañías militares privadas,
paramilitarismo, Señores de la Guerra, ejércitos privados y mercenarios como nuevos
Actores de Guerra, que son un síntoma del “debilitamiento del Estado” sin que
esto signifique, de modo necesario, la configuración de “Estados fallidos”; en
su segunda parte la hipótesis desentraña así orígenes de las nuevas guerras:
“Es
la globalización del capitalismo neoliberal impulsada por occidente la que está
impulsando a nuevas guerras en las periferias de este sistema. Esto queda
demostrado en el deshielo que presenta en la actualidad el ejército
norteamericano donde las compañías militares privadas han asumido no sólo la construcción de
campamentos sino también Misiones de
Combate; en la actualidad se privatizan incluso las Misiones de la Onu”. Se
afirma entonces con añoranza, “Qué lejos
se está de aquellos tiempos cuando en la declaración de la Independencia
de Estados Unidos se calificó ‘el uso de mercenarios por el Rey de Inglaterra
como totalmente indigno de una Nación civilizada’”.[16]
En el capítulo sobre Colombia Azzellini
destaca, primero, que nuestro país ha constituido desde hace 20 años un laboratorio para la conducción privatizada de la guerra; segundo, que con el auspicio
financiero y político de los Estado Unidos, así como de la narcomafia, fueron
las elites locales las que propiciaron la creación de grupos paramilitares; tercero, que las víctimas privilegiadas de esas
corporaciones y actores privados de la guerra han sido, sobre todo, sindicalistas,
activistas de los derechos humanos o miembros de los movimientos campesinos
calificados por los paramilitares como
militantes de las guerrillas; cuarto,
que la creciente presencia de corporaciones privadas en las nuevas guerras son un síntoma del
“debilitamiento del Estado” pero que no expresa, de modo necesario, la
existencia de un “Estado colapsado”; y quinto,
que una particularidad de
Colombia ha sido la de que aquí el paramilitarismo ha sido un asunto no sólo de las actuales nuevas guerras sino de muy vieja data.
Como
Azzellini sólo destaca el carácter
histórico de la presencia de actores privados
en Colombia en el ejercicio de la
violencia estatal, así como de las luchas contrainsurgentes sin aventurar una
hipótesis explicativa, digamos que en
nuestro país, por lo menos desde la guerra civil de 1885 y de los inicios de la Constitución de 1886, que configuró un Estado estructuralmente reacio a reformas
políticas y sociales substantivas, se configuró una forma de Estado
anticipadamente neoliberal, que siempre necesitó de la ayuda y cooperación de
sujetos y actores privados para el
manejo de las políticas de orden público[17]..
El
enfoque analítico hasta ahora esbozado
es muy importante a la hora de examinar las conductas de las
insurgencias, que han sido enfrentadas no sólo por el Estado sino también por “el componente privado” de su accionar
armado y que ahora, de cara a la dejación de las armas por parte de las Farc,
se pondrán en condiciones de redoblar su accionar armado contra el Eln, por
ejemplo.
Como
lo destaca Azzellini, desde hace más de dos décadas, en un contexto de
intensificación de la guerra interna, las Fuerzas de combate de los Estados
Unidos han asumido en Colombia un papel cada vez más activo pero disfrazado con
la máscara de luchadoras contra el narcotráfico: Exploradores Acwacs- sistema
aereotransportado de Alertas y Control Tempranos y Estaciones de Radar – que
deberían servir para luchar contra el narcotráfico- desde 1999 han venido transmitiendo informaciones sobre
los movimientos de las guerrillas. En la actualidad 14 Corporaciones Militares
Privadas, como mínimo, acompañan al Estado en el planeamiento y ejecución de su lucha contrainsurgente con más de dos mil empleados extranjeros a su
servicio.[18]
¡Cómo
para pensar qué es lo que va suceder en Colombia con ese ejército de actores
privados extranjeros, técnica y militarmente altamente especializados, y que
han quedado vacantes con la dejación de las armas por parte de las Farc!!!
POR ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ | PUBLICADO
EL 11 DE OCTUBRE DE 2014
En los últimos días se han
generado debates señalando que el actual Gobierno está haciendo cosas novedosas
-algunos insinúan que son indebidas- en función de las conversaciones para
terminar el conflicto armado. Lo que se evidencia son episodios de "memoria
selectiva", se olvidan, por algunos de los anteriores presidentes y sus
amigos, de aquello que ahora no quieren recordar.
Lo real es que los últimos nueve gobiernos -siete presidentes a partir de Belisario Betancur - han hecho esfuerzos para lograr una solución concertada al conflicto armado interno, lo cual concuerda con el mandato constitucional, solo que a unos les ha funcionado y a otros no, por diversas circunstancias, pero todos han intentado pactar la paz con la guerrilla.
Belisario Betancur (1982-1986) fue el pionero en intentar esta salida concertada y logró con las Farc los Acuerdos de La Uribe en los cuales se acordó, entre otras cosas, una tregua bilateral, la creación de la Unión Patriótica como mecanismo político para iniciar la transición de las Farc de las armas a la política y esto acompañado de unas reformas políticas, entre ellas la elección popular de alcaldes.
Luego Virgilio Barco va a formular la política pública denominada "Iniciativa para la Paz", con la cual se logra concretar y culminar acuerdos con las guerrillas del M-19, el EPL, el Quintín Lame y el PRT, en un contexto de cambios internacionales -terminación de la guerra fría- y de fuerte confrontación interna con los carteles del narcotráfico y que va a concluir en la Constituyente de 1991.
César Gaviria continúa con las políticas del anterior gobierno y culmina los procesos de conversaciones en curso; posteriormente y con la política del gobierno Barco va a lograr la desmovilización de la Corriente de Renovación Socialista y la primera desmovilización de los grupos paramilitares de Fidel Castaño y del Magdalena Medio. Igualmente intenta conversaciones, que no fructifican, con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que agrupaba a las Farc, el ELN y el sector minoritario del EPL, en Caracas y Tlaxcala.
Ernesto Samper intentó conversaciones con las Farc despejando el municipio de La Uribe, Meta, pero no se concretaron. Hubo acercamientos con el ELN, reconociendo como voceros a "Francisco Galán" y "Felipe Torres", presos de esta organización, se concretaron algunos acuerdos humanitarios para liberar niños y en relación con la presencia de la Comisión de Encuesta -mecanismo del Protocolo I de los Convenios de Ginebra, aplicable a conflictos internos armados-, luego la firma del Pre-Acuerdo del Palacio de Viana en Madrid y finalmente el Encuentro de Maguncia, Alemania, con un grupo representativo de personas de la sociedad civil.
Andrés Pastrana, luego de la reunión en medio de la campaña presidencial entre un delegado suyo y "Manuel Marulanda", jefe de las Farc, se comprometió a hacer la zona de despeje en el Caguán e iniciar diálogos con esta guerrilla, que desafortunadamente para el país, no terminaron positivamente. Igualmente hubo intentos con el ELN que nunca lograron consolidarse, entre otras razones porque esa no era la prioridad para este Gobierno.
Álvaro Uribe puso el acento en la desmovilización de los grupos paramilitares; en buscar la liberación de los secuestrados por las Farc -militares, policiales y políticos- incluyendo ofertas de zonas de distensión para ese propósito, la liberación presidencial del líder de las Farc "Rodrigo Granda" a solicitud del presidente de Francia Sarkozy, pero el resultado fue agridulce; inició conversaciones con el ELN que incluyeron la traída desde Caracas a Casa de Paz en Medellín de "Antonio García" del ELN, con autorización presidencial y casi dos años de conversaciones en La Habana con esta guerrilla, con el apoyo de Cuba como país huésped de las mismas y Venezuela como país encargado de transportar a los miembros del ELN; lamentablemente con la crisis andina de fines del 2007 estas conversaciones quedaron suspendidas.
Juan Manuel Santos, inició un proceso de conversaciones con las Farc en La Habana, precedido de una fase secreta de pre-negociación, y hasta el momento las mismas avanzan promisoriamente. Con el ELN se está en la fase de prenegociación y se espera que en las próximas semanas se formalicen las mismas y la terminación del conflicto armado interno sea una realidad
Lo real es que los últimos nueve gobiernos -siete presidentes a partir de Belisario Betancur - han hecho esfuerzos para lograr una solución concertada al conflicto armado interno, lo cual concuerda con el mandato constitucional, solo que a unos les ha funcionado y a otros no, por diversas circunstancias, pero todos han intentado pactar la paz con la guerrilla.
Belisario Betancur (1982-1986) fue el pionero en intentar esta salida concertada y logró con las Farc los Acuerdos de La Uribe en los cuales se acordó, entre otras cosas, una tregua bilateral, la creación de la Unión Patriótica como mecanismo político para iniciar la transición de las Farc de las armas a la política y esto acompañado de unas reformas políticas, entre ellas la elección popular de alcaldes.
Luego Virgilio Barco va a formular la política pública denominada "Iniciativa para la Paz", con la cual se logra concretar y culminar acuerdos con las guerrillas del M-19, el EPL, el Quintín Lame y el PRT, en un contexto de cambios internacionales -terminación de la guerra fría- y de fuerte confrontación interna con los carteles del narcotráfico y que va a concluir en la Constituyente de 1991.
César Gaviria continúa con las políticas del anterior gobierno y culmina los procesos de conversaciones en curso; posteriormente y con la política del gobierno Barco va a lograr la desmovilización de la Corriente de Renovación Socialista y la primera desmovilización de los grupos paramilitares de Fidel Castaño y del Magdalena Medio. Igualmente intenta conversaciones, que no fructifican, con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que agrupaba a las Farc, el ELN y el sector minoritario del EPL, en Caracas y Tlaxcala.
Ernesto Samper intentó conversaciones con las Farc despejando el municipio de La Uribe, Meta, pero no se concretaron. Hubo acercamientos con el ELN, reconociendo como voceros a "Francisco Galán" y "Felipe Torres", presos de esta organización, se concretaron algunos acuerdos humanitarios para liberar niños y en relación con la presencia de la Comisión de Encuesta -mecanismo del Protocolo I de los Convenios de Ginebra, aplicable a conflictos internos armados-, luego la firma del Pre-Acuerdo del Palacio de Viana en Madrid y finalmente el Encuentro de Maguncia, Alemania, con un grupo representativo de personas de la sociedad civil.
Andrés Pastrana, luego de la reunión en medio de la campaña presidencial entre un delegado suyo y "Manuel Marulanda", jefe de las Farc, se comprometió a hacer la zona de despeje en el Caguán e iniciar diálogos con esta guerrilla, que desafortunadamente para el país, no terminaron positivamente. Igualmente hubo intentos con el ELN que nunca lograron consolidarse, entre otras razones porque esa no era la prioridad para este Gobierno.
Álvaro Uribe puso el acento en la desmovilización de los grupos paramilitares; en buscar la liberación de los secuestrados por las Farc -militares, policiales y políticos- incluyendo ofertas de zonas de distensión para ese propósito, la liberación presidencial del líder de las Farc "Rodrigo Granda" a solicitud del presidente de Francia Sarkozy, pero el resultado fue agridulce; inició conversaciones con el ELN que incluyeron la traída desde Caracas a Casa de Paz en Medellín de "Antonio García" del ELN, con autorización presidencial y casi dos años de conversaciones en La Habana con esta guerrilla, con el apoyo de Cuba como país huésped de las mismas y Venezuela como país encargado de transportar a los miembros del ELN; lamentablemente con la crisis andina de fines del 2007 estas conversaciones quedaron suspendidas.
Juan Manuel Santos, inició un proceso de conversaciones con las Farc en La Habana, precedido de una fase secreta de pre-negociación, y hasta el momento las mismas avanzan promisoriamente. Con el ELN se está en la fase de prenegociación y se espera que en las próximas semanas se formalicen las mismas y la terminación del conflicto armado interno sea una realidad
[2] .
“ACUERDO FIRMADO, ACUERDO IMPLEMENTADO”, Comunicado de de la Delegación de
Diálogos del Eln, Quito, 10 junio 2017.
[3] .
“NO ES POSIBLE AVANZAR EN LA PAZ MIENTRAS EL ELN DEFIENDA EL SECUESTRO: JUAN
CAMILO RESTREPO”, www.publimetro.co/co/
.
[4]
.Velandia, Carlos Antonio, “La Paz, ahora o nunca”, en, ¿POR QU{E NEGOCIAR CON
EL ELN?, Víctor de Currea, Etor, U. Javeriana, 2014,
[5]
.ARBOLEDA, LORENA”LOS PROCESOS DE PAZ CON EL ELN”, colombia.elespectador2020.com
.
[6]
idem
[7] .
Idem
[8]
.SALGADO CARDONA, ANDREA,”MUERTE, FUNERAL Y RESURECCIÓN DE LA PAZ EN COLOMBIA”,
ElFaro, 15-11-2016
[9] .
A la reunión de Suiza, uno de los autores de este Ensayo, Humberto Vélez tuvo
la oportunidad de asistir en compañía del profesor Alejo Vargas en representación
de las Universidades colombianas.
[10]
. Vargas, Alejo, “El año de terminación del conflicto con las FARC y el avance
con el ELN”, www.unperiodico.com,
02-13-2016; Medina Gallego, Carlos, ELN: una historia contada a dos voces,
1996, Rodriguez Quito Editores; Farc-Ep Notas para una historia política, Unal,
2009; Borges G, Andrés, “8 diferencias entre el Eln y las Farc que todo
colombiano debe saber”, al día; Navarrete, Steven, “Tan cerca y tan lejos”, www.elespectador.com, 10-o7-2014.
[11] .
“COMO ESTÁN LAS COSAS , LA REBELIÓN SIGUE VIGENTE”, Entrevista de SEMANA a Gabino y a Antonio García, pgs. 24-27.
Edición 1831 4 a 11 de junio de 2017
[12]
. Ultima y vieja declaración de
Gabino a Caracol Radio, 16-06-2017
[13] .
Noticia difundida por EFE, Bogotá, 11-06-2017.
[14] .
Delegación de Diálogos del Eln. (NOTA DE
PRENSA), 10-06-2007.
[15] .
EL NEGOCIO DE LA GUERRA, Txalaparta, 205, 209 páginas
[16] Idem, .pg 5.
[17]
. Vélez r, Humberto, LOS DIALOGOS DE LA HABANA, LA COMISIÓN DE
HISTORIA DEL CONFLICTO Y DE LAS VÍCTIMAS Y LA COLOMBIANIZACIÓN DE LA JUSTICIA
TRANSICIONAL, Programa de Estudios Políticos y Resolución de Conflictos,
Univalle, 2014, versión digital.
[18] .
Ver el Capítulo de Azzellini sobre Colombia.
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