Atisbos
analíticos no 246, agosto 1 de 2016 HUMBERTO Vélez r armenia nodos
regionales de redunipaz del eje cafetero y del suroccidente
colombiano. Instituto colombiano de la paz y para la Paz. Incopaz
“POR UN NUEVO ESTADO PARA UNA
NUEVA COLOMBIA”. humbertovelezr@gmail.com,
atisbosanaliticos2000.blogspot.com.
Lo
histórico del plebiscito del 2016 ;
O
votar para que las farc RENUNCIEN A matar
O
votar-abstenerse para que lo continúen haciendo.
EL
PLEBISCITO EN MIL SEICIENTAS INTERDISCIPLINARIAS PALABRAS.
Ya
se trate de Plebiscito o de “Mecanismo Especial para la
refrendación de la paz”, este dispositivo posee un explícito
carácter de hecho histórico, cuya constitucionalidad ha sido
aceptada- 5 votos a favor y 2 en contra- por la Corte, pues con
él en lo cualitativo se han modificado las
maneras como el Estado y su élite de poder han manejado
tradicionalmente los posibles desenlaces del ya más que
cincuentenario conflicto interno armado; histórica debería ser
también la respuesta que el pueblo colombiano, como soberano
supremo, podría darle a esta invitación a legitimar en lo
socio-político-electoral este evento. Pero, lo que
ningún colombiano debe ignorar en este julio del 2016 es que
con este Plebiscito se le ha entregado a la ciudadanía
la opción de aceptar o no el final de la guerra interna.
Unos días más y ya será tarde para lagrimear un tardío apoyo al
sí.
Qué
bueno sería que aquella invitación, que desde décadas se le ha
venido haciendo a los ciudadanos, “si no quieres que la política
se meta en ti, métete a la política”, ahora en esta coyuntura del
2016, como un suave y atrapante efluvio, quedito y quedito le
susurrara al oído de cada colombiano- niño, joven o
adulto, cristiano, indiferente o ateo, hombre, mujer o gay- en
una versión muy colombianizada,
“Si
no quieres que la guerra con todas sus perversidades
y
dramas y miserias se siga metiendo en tu existencia y en
tu
corazón y en los de tu familia, amigos y vecinos, métete
a
conquistar la paz iniciando ahora este largo proceso
con
UN
VIGOROSO APOYO AL SI EN EL PLEBISCITO, es decir,
con
un proactivo apoyo al comienzo de la pacificación del
país,
pues desde hace dos siglos de modo perverso nos
imaginamos
estar construyendo una nación común masa-
crando,
al mismo tiempo, al ’compatriota vecino’, que habita
a
nuestro lado, en un mismo sitio geoterrenal".
El
Plebiscito con un Umbral Aprobatorio del 13% sería
la puerta de entrada al inicio de la construcción de una paz querida
por todos; en sí, en lo objetivo, más integral; y en lo subjetivo,
más completa para el conjunto de la ciudadanía, y si eso es lo que
desean los enemigos de la Negociación de la Habana, en sus manos
también estaría la obtención de un Umbral Negatorio para lo cual
en esta coyuntura debería participar absteniéndose de
promocionar la abstención en una sociedad de abstencionistas en la
medida en que el N0 le gane al SI al obtener un Umbral de
participación superior al 13% del Censo electoral. De todas
maneras, ni por etapa histórica ni por contexto constitucional
ni por contenidos substantivos serían comparables los Plebiscitos de
1957 y del 2016.Solo los anudaría el elemento común de haber sido
ambos- aún con el deseo analizamos que el de este siglo XXI
también lo sea- una decisión parcialmente colectiva de la
ciudadanía como soberana suprema ordenándole a los implicados
parar la matazón correspondiente a cada una de esas dos etapas de la
historia del país. Es que lo que ahora en este 2016 lo que en
Colombia, en concreto, se ha puesto a la orden del día no ha
sido la paz integral o completa o querida (aquella sin guerra (1) y
con equidad social para todos (2) y con procesos
finalizados de perdón y reconciliación (3) y con una nueva
cultura ciudadana capaz de asimilar con creatividad la siempre
inevitable y hasta necesaria conflictividad social (4)- si no
que lo que en la circunstancia se ha elevado a la condición de
asunto central ha sido la posibilidad muy real de pactar por
fin el dejar de matarnos por razones de congénita intolerancia
política y esto, de un modo tan original y oportuno y
productivo, que ésa sea la puerta de entrada a unos
procesos substantivos que nos permitan organizarnos para
empezar a jalonar – por favor léanse bien- los temas 2 y 3 y
4 ya sugeridos como una condición sine qua non para la
construcción de una paz querida e integral y completa en y desde los
territorios.
En
la Colombia actual en donde, por poseer algunos imaginarios al
respecto, todos nos creemos especialistas en los temas de la guerra y
de la paz, es aconsejable la dosificación del uso de la palabra paz.
En este breve Ensayo ya la hemos utilizado en 7 ocasiones. Un
uso social intensivo pero sobre todo inadecuado del vocablo, al
aplicarlo, por ejemplo, a lo que no significa en lo semántico
objetivo, puede llevar a despojarlo de contenidos concretos
haciendo de él un pantotum o constructo social con el que cada quien
afirma lo que le interesa o le viene en gana produciéndose así su
obsolescencia idiomática. En su formulación
abstracta, un Programa de Construcción de Paz,
de modo indirecto es un Programa de Gobierno para el conjunto de la
ciudadanía; relacionado ya con el régimen político (ese
especio donde habitan y se mueven los sujetos o fuerzas que aspiran
o a manejar El Estado- los partidos y movimientos
políticos- o a presionar para que las decisiones
gubernamentales se correspondan con sus intereses básicos- grupos de
interés y de presión- cada quien lo coloreará con ideas e
imaginarios e intereses ajustados a los idearios de Sociedad y
de Estado de cada quien; pero historizado para el caso
colombiano, construir paz significa cuatro cosas muy
precisas: primera: tras dos siglos de venirlo
haciendo, dejar de matarnos por razones políticas; segunda:
tras 200 años de odios y venganzas , empezar a
reconciliarnos; tercera: tras cincuentenas y
cincuentenas de injusticia social, jalonar procesos hacia la
equidad social en uno de los países más inequitativos del mundo; y
cuarta: tras años y años de ausencia de espacios y
dispositivos para un manejo creativo de los conflictos cotidianos
entre ciudadanos, echar las bases de una nueva cultura democrática.
Con este Plebiscito sólo se nos está convocando a tener una presencia masiva en una acción colectiva todavía incierta en sus resultados positivos, razón por la cual, como están analizando algunos analistas con los deseos, no podemos jugar con la idea de que 10 millones de votos por el SÍ se encuentran a la vuelta de la esquina. Para que el Plebiscito conmueva y direccione la flacuchenta democracia hasta ahora alcanzada en Colombia, urgen rectificaciones de parte y parte. Ojalá así lo entienda la oposición y reformule el pobre y cojo y reiterativo discurso que han venido esgrimiendo de cara a los diálogos de la Habana. Hace cuatro años cuando se iniciaron estas conversaciones la oposición señaló que la negociación sobraba porque Uribe había dejado a las Farc estratégicamente derrotadas, razón por la cual en esa coyuntura sólo cabía o su derrota militar o su sometimiento. Pero, como para Uribe un país sin guerrillas era un Uribe sin Programa, los analistas y comunicadores cercanos a él, nunca examinaron cómo unas Farc, golpeadas pero no derrotadas, con rapidez lograron replantear en el último año del octoennio uribezco, sus estrategias y territorios de guerra. Este silenciamiento de lo real, lo llenaron con cuatro o cinco mentiras manejadas bajo apariencias y efectos de verdad. Que Colombia, producto de una alianza entre el “neoliberal Santos” y el ‘’socialista Timochenko’’ estaba a punto de caer en las garras del comunismo, fue lo primero que adicionaron. Para no decir más, hace apenas dos semanas, Uribe sonó ante el mundo como un ser viviendo en una estratosfera desglobalizada cuando en Roma reiteró tan disparatada tesis. Por otra parte, sin hacer la mínima referencia a una larga historia mundial de negociación con los subversivos- en ninguna de ellas la clásica cárcel ha aparecido como sanción central y en todas ellas su participación en política institucional ha sido una condición sine qua non- aquí los uribistas han querido negociar con las Farc ofreciéndoles piyamas a rayas y negándoles la posibilidad de hacer política, es decir, algo consubstancial a su existencia vital.. Pero, cuando se ha llegado al colmo del cinismo ha sido cuando opositores que han gobernado este país y han tenido que ver con la configuración institucional de su Estado, con uno de los sistemas formales de Administración de Justicia más impunes del mundo, han dicho y redicho que la Justicia Transicional, que ha sido y continúa siendo el modelo especial y temporal y excepcional de defensa de las víctimas en todo el mundo en casos de conflictos armados extremos como el colombiano, es un monumento a la impunidad.
En
nuestra opinión, toda esta carga de argumentación, más emocional
que racional, más mentirosa que verídica, más apariencia que
substancia no ha sido más que la máscara con la que la oposición
ha buscado ocultar el Programa real de Uribe: DERROTA MILITAR
DE LAS GUERRILLAS, ANTIREFORMA AGRARIA Y EL MÁXIMO POSIBLE DE
MERCADO EN LA ORIENTACIÓN DEL PAÍS. En su legítimo y muy
legal derecho están al calladamente sostener un Programa así;
pero que, para hacer política lo expliciten y no envuelvan en
papel de regalo.
Entonces,
ojalá la oposición con una argumentación alternativa se decida a
participar; si le ganan al SI aunque sea por un solo voto pero
con un umbral negatorio del 13%, la que habrá ganado será la
democracia colombiana.
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