04 junio 2014

Atisbos No. 207. Voto por la pacificación y los pacificadores.

"EL 15 DE JUNIO, más que por Santos o la Paz, VOTEMOS POR LA PACIFICACIÓN Y LOS PACIFICADORES"

Humberto Vélez Ramírez. 


para ver el documento completo, con sus anexos  y descargar ir a: https://docs.google.com/file/d/0B5ro9VGGR03fak1MRTlLZ0FwbTg/edit

Nota: Ideas principales. Estas dos cuartillas son las centrales para fundamentar nuestra posición que señala: “El 15 de junio, más que por Santos o la Paz, votemos por la Pacificación y los Pacificadores.”    
A.      Se ha tornado casi costumbre denominar “paz” a toda acción orientada a ponerle fin a los conflictos. Para el actual caso colombiano, sería más conveniente distinguir entre hacer una pacificación- o pacificaciones-  y construir paz positiva imperfecta: la pacificación  se encuentra asociada a la idea de impedir que guerrilleros y soldados se sigan matando, así como a que se continúe asesinando a las poblaciones de indígenas, negros y mestizos, que pueblan numerosos  territorios de guerra neutralizando, así, por otra parte, los efectos perversos  de ésta sobre  el cuadro clínico de los derechos humanos, sobre la infraestructura vial e hidroeléctrica  del país, así como sobre el presupuesto nacional; en cambio, la paz positiva imperfecta  se encuentra ligada a toda acción colectiva social orientada a realizar la necesaria revolución social democrática que el país está reclamando.
B.      En la coyuntura de los dos últimos años, Santos se ha evidenciado como  pacificador mientras que Uribe se ha reafirmado como des-pacificador no siendo pequeña la diferencia y la importancia social y cultural de una y otra conducta; por otra parte, ni Santos ni Uribe,  por ser neoliberales en distintos grado, pueden ser considerados como capaces de  construir paz positiva imperfecta. Como lo ha evidenciado la experiencia histórica del país,  y mucho más, como lo han significado los paros agrarios de los dos últimos años, en Colombia la construcción de paz positiva  es y continuará siendo una tarea histórica de las luchas del conjunto de los subalternos y subordinados.  
C.      En las anteriores condiciones y dado que en la potencial pacificación que se ha venido jalonando en la Habana, se ha avanzado como nunca en los últimos 30 años, parece como política y éticamente pertinente apoyar en la segunda vuelta a Santos más como pacificador que como constructor de paz. Vale decir, votar por la pacificación.  En un país como Colombia, al que la guerra interna lo ha impactado en lo cualitativo en todas sus dimensiones, la sola pacificación tendría por si misma elevados méritos, méritos que se agigantan si se considera  que ella constituiría un primer paso importante en el proceso de construcción de paz positiva imperfecta. Por eso, si, de modo  irreal,  se pudiese desdoblar el voto en un 50 % para el pacificador y otro 50%, y muchos cincuenta por ciento más,  para las constructores de paz positiva, no habría que dudar en realizar tal operación electoral.
D.     Pero, hay algo más. Todo parece indicar que la propuesta de pacificación que vendría de la Habana para que sea el conjunto de la ciudadanía el que la pruebe o desapruebe, arrastraría ya cierta dosis de paz positiva imperfecta asociada a importantes cambios (reforma agraria integral, democratización del régimen político, estrategia para enfrentar, en un marco nacional-regional,  el problema del narcotráfico e inicio del proceso de reparación de las víctimas). Entonces, en esa misma dirección, el movimiento social por la paz debería levantar una propuesta, de claro sabor gramsciano, orientada a lograr importantes reivindicaciones sociales, que en los últimos dos años han entrado a hacer parte de la agenda de las luchas sociales. Una razón más para apoyar a Santos como pacificador porque las mismas dinámicas de los dos paros agrarios, el del 2013 y el del 2014, lo han obligado a hacer presencia como Estado en esas luchas.
E.       Como podrá, entonces, observarse, no se trata del clásico y hasta “entusiasta” apoyo crítico al programa de gobierno de Santos; tampoco se trata de perder la independencia como oposición. Se trata, más bien, de apoyar a un Santos pacificador en un momento especialmente crítico en el que la extrema derecha, no necesariamente “fascista” pero sí ultra-represiva en lo objetivo y en lo subjetivo,  amenaza seriamente con llegar al gobierno para echar para atrás todo lo que se ha logrado en términos de avances hacia la pacificación.
Pero, como que Uribe-Zuluaga, dados los avances objetivos logrados en la Habana en materia de una posible pacificación casi irreversible, por fin han empezado a aceptar  que, no obstante que el grueso de la ciudadanía y de los altos Mandos Militares participan de una versión u otra de la concepción uribista de “paz”, sin embargo, ellos jamás le han  presentado  a la ciudadanía un análisis concreto y razonado sobre los diálogos en la Isla de Martí. En su posición más elaborada,  no han pasado de repetir y repetir la boba generalidad  de que allá en la Habana “todo ha sido impunidad”. Pero, como saben, 1. que los diálogos de la Habana cuentan con un sólido respaldo internacional, y, sobre todo, latinoamericano, y 2. que, en mayor o menor grado, las tres minorías derrotadas  han sido proclives al proceso de la Habana- proceso en relación con el cual han formulado análisis con críticas razonadas- entonces, de cara a su expectativa de triunfo en la segunda vuelta, han decidido retomar esa palabra efectista llamada “paz”. O una de tres: 1. o simple cálculo racional electorero ; 2. o conciencia de que no podían pensar en alianzas  y en ganar el porcentaje del voto de opinión  que se inclinó por Clara López, Marta Lucía y Peñalosa esgrimiendo las mismas  generalidades, mentirosas unas y malintencionadas otras, desplegadas durante los últimos años sobre las dinámicas de esos diálogos ; y 3.  o sana intención de aprovechar un proceso ya en marcha que ha venido produciendo efectos positivos para inyectarle, una vez Zuluaga en la presidencia,  un nuevo  modelo de negociación. Por militarista que  haya sido  en sus concepciones y prácticas, no podrá olvidarse que Uribe, sobre todo en su segundo gobierno, y muy calladito, buscó aproximaciones “secretas” con las Farc; aún más, en el 2007  intentó un " intercambio humanitario” como preludio de una aproximación más formal.[1]



[1] . “LOS ENCUENTROS SECRETOS  DE PAZ DE ALVARO URIBE”. ARCHIVO, eltiempo.com, 26-16-2012.

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