Atisbos analíticos No 225,
mayo 2015, Humberto Vélez r. Profesor, miembro
del grupo de investigación “CONFLICTO Y
POLÍTICA” DEL
PROGRAMA DE ESTUDIOS POLÍTICOS, IEP-UNINERIDAD DEL VALLE; PRESIDENTE DE
ECOPAIS, Fundación “Estado-Comunidad y País.
LA COMISIÓN DE HISTORIA Y EL PROBLEMA DE LOS
RESPONSABLES
COLECTIVOS DEL CONFLICTO INTERNO ARMADO.
¿Se siente usted responsable? O ¿lo
será el grupo colectivo del cual
usted es un par civil ideológico? O ¿quiénes lo serán?
Acápite
del texto (todavía borrador, 80 páginas) “LOS DIALOGOS DE LA HABANA Y LA COMISIÓN DE HISTORIA DEL CONFCLICTO Y DE
LA VERDAD”.
En nuestra opinión, para esta primera semana de mayo del
2015 la situación de los Diálogos de la Habana es más grave de lo que aparenta
y se representa ser. Desde mayo del 2104, desde hace ya un año, tras tres
acuerdos informales de especial relevancia no
se ha vuelto a producir un
acuerdo más de una envergadura similar, pues lo de los minados no ha sido más
que un acto de cooperación humanitaria
de la guerrillas a una acción
oficial como debe ser la del desminado. Desde noviembre del 2012, cuando
tras el acto de inauguración de los Diálogos
en Oslo, se inició la discusión del primer punto sobre “Política de
desarrollo agrario integral”, el debate sobre lo que parecía más difícil de acordar, el
problema de la estructura de tenencia y uso de la tierra, sólo duró seis meses,
pues el 16 de mayo del 2012 se produjo ese primer acuerdo. Vinieron luego otros seis
meses y el 6 de noviembre enhebraron el segundo sobre participación
política y no necesitaron si no de seis meses más para acordar en mayo del 2014 algunos asuntos
centrales sobre “La Solución del problema de las drogas ilícitas”. En total,
para los tres primeros acuerdos informales, sólo necesitaron 18 meses, algo insólito al tratarse del
conflicto armado más largo de la historia.
Pero, desde mayo del 2014 hasta ahora, mayo del 2015, no se ha producido
un acuerdo más sobre los puntos en que han estado centrados, el 5 sobre las
“Víctimas” y, un poco menos, el 3 sobre “El Final del Conflicto”.
En este último largo año, los diálogos alcanzaron unos
apoyos internacionales como nunca los habían tenido[1];
también, aunque a este respecto la
posición de la población colombiana sobre una negociación con los rebeldes
siempre ha parecido ir al arrastre, “al jale y jale que no quiero ir”, la
subjetividades ciudadanas colombianas se aproximaron, de un modo más positivo,
al proceso de la Habana[2].
Pero, este fue también el año de las dos más grandes crisis[3]
por las que han pasado las negociaciones en sus 30 meses de existencia: la
rara retención del General Rubén Darío
Alzate en noviembre del 2014 y los 11 soldados muertos en Timba Cauca en el mes
de abril del 2015; en ambos casos, brutal y torpe el segundo, han sido las
Farc, o alguna de sus disidencias, las que han aparecido más cerca de los
hechos.
Pero, hace presencia ahora una pregunta nodal: ¿por qué unos diálogos que en 18 meses
produjeron tres importantes acuerdos parciales, en los últimos 360 días no han
vuelto a mostrar avance alguno en esa dirección? Desde mayo del 2014 se ha
venido debatiendo sobre las víctimas y con las víctimas siendo ésta otra de las
notas inéditas de la actual negociación, pero, hasta ahora nada de decisiones
concertadas sobre su derecho a la verdad y a su reparación material y
simbólica; también sobre la marcha se ha abordado un aspecto u otro del Final
del Conflicto, pero nada que este punto 3, que había sido encerrado en el
congelador, es abordado como punto central de discusión. Durante todo el año,
en los discursos paralelos a los debates formales los negociadores de Gobierno
y Farc a toda hora han soltado frases y palabras y tesis y sugerencias e
hipótesis sobre una dimensión u otra de los temas congelados- que la justicia
transicional sí, que no, que ésta no es válida, que el referente debe ser el
derecho de rebelión; que sanciones para todos los victimarios, que no, que sólo
deben ser sancionados los guerrilleros con cárcel como condición
sine qua non; que el máximo responsable del conflicto es el Estado, que no, que
lo es la guerrilla; que el dispositivo de formalización de los acuerdos debe
ser un Referendo, que no, que lo debe ser una Asamblea Nacional Constituyente-
y así nos han tenido durante todo el año
sin avance alguno en materia de producción de nuevos acuerdos.
En nuestra opinión, esta situación de parálisis en materia
de gestación de nuevos acuerdos no es más que la manifestación de muchas dudas
de las dos partes sobre los alcances políticos y prácticos del que debería
haber sido, desde los primeros meses, UN ACUERDO ESTRUCTURAL CENTRAL: el de la
adopción consensuada de un Modelo de Justicia Transicional, que sirviese
de referente nodal para poder entrar a
negociar políticamente en este 2012-2015
un cincuentenario conflicto interno armado en esta etapa en la que,
aunque ambas partes en lo objetivo necesitan ponerle punto final, sin embargo,
ni el Estado ha derrotado militarmente a las Farc ni éstas han logrado vencer
al Estado. Entonces, al haber sido ello así, aunque en los meses venideros se
acordasen 10 o 15 importantes acuerdos
informales más, en casi nada se estaría avanzando mientras no
se acuerde colombianizar o historicizar la aplicación de La Justicia
Transicional, que no es otra cosa que la HUMANIZACIÓN, o mejor, la
DES-ENEMIGACIZACIÓN DE LA JUSTICIA para poder acceder así al inicio de la
construcción de la muy compleja paz integral.
A
ninguno de los 14 estudiosos de la Comisión de Historia del Conflicto interno
armado y de las Víctimas -CHCV- se le
pidió que levantase un relato o narrativa historiográfica sobre esa forma,
estatal y contra-estatal, de violencia política; tampoco se les pidió, lo que
habría sido más provechoso que, sin dejarse absorber de la obsesión por los
orígenes, periodizaran su evolución histórica evidenciando sus más importantes
mutaciones históricas entre 1966, año fundacional de las Farc, y el 2014, tercer año de los Diálogos de la
Habana; tampoco se les solicitó que narraran la historia de las violencias
estatales y contra estatales que ha habido en el país. Sólo se les encomendó[4],
1.
que
estudiaran las razones del origen, persistencia e impacto del conflicto interno
armado que ya cada cual vería hasta
dónde, al partir de la década de 1960 cuando surgieron las guerrillas como
fenómeno subversivo contrainsurgente, extenderían la cronología desentrañando
sus antecedentes y circunstancias potencialmente desencadenantes;
2.
que evidenciaran el nivel de complejidad de
esa forma de violencia política;
3.
que, sobre todo, precisaran a sus máximos responsables, bajo el
sobrentendido que se trataba de los responsables colectivos y no de los
individuales, pues la Habana de los Diálogos no era un Tribunal de Justicia
penal;
4.
que esos 12 Informes de los expertos les
permitiese a los 2 relatores elaborar UN INFORME SÍNTESIS que, en el contexto
de la diversidad analítica, recogiese los consensos y disensos;
5.
que ojalá esos Informes sirviesen de insumo
para avanzar a la creación de una
Comisión de la Verdad.
Vencidos los plazos,
el 15 de febrero del 2015 a la Habana llegaron 14 Informes- los dos relatores,
para poder leer a sus colegas desde algún “sitio”, también elaboraron, de modo
legítimo, sus respectivos Informes-; muy
pocos sistematizaron en un acápite especial el importante asunto de las
responsabilidades; no hubo UN INFORME SÍNTESIS; y en las anteriores
condiciones, no es que las 809 cuartillas “no sirvan para nada o que sean
inanes” sino que deben ser ajustadas para que, en la práctica, posibiliten su
utilidad potencial, que quedó muy esfumada.
Para la elaboración de los estudios o ensayos,
cada quien, desde muy distintos horizontes
historiográfico-analíticos y
dando lo mejor de sí como investigador y como ciudadano comprometido con
el país, se centró en condensar lo que ya había estudiado sobre el conflicto.
Desde un punto de vista estrictamente académico, los 14 resultados plurales del trabajo de la CHCV en sí y por sí mismos constituyen la mejor y
mayor prueba empírica en contra del mito del objetivismo positivista de tantos
investigadores; al leerlos y palparlos y
leerlos, de inmediato se siente que no hay investigación social que, como
necesario mínimo, no contenga una pequeña dosis de subjetividad.
Conocidos los
Informes, al hacer en “Los Atisbos Analíticos” una primera aproximación a esas
muy plurales 809 páginas, constatamos que, no obstante su valor académico, baja
iba a ser su operatividad práctica, pues un problema central para la
historicización o colombianización del
Modelo de Justicia Transicional a aplicar en la Habana, como era el de precisar
a los máximos responsables colectivos, había quedado, por
lo menos, muy mal manejado. Decidimos entonces hacer una lectura - desde
nuestra propia interpretación de los orígenes de esa forma de violencia
política estatal y contra-estatal llamada subversión contrainsurgente[5] -
para preguntarles a los 12 Informantes y a los 2 Relatores qué era lo que se
había pasado con el encargo de delimitar, de modo expreso, el asunto de los
máximos responsables colectivos.
Mientras avanzábamos
durante esas semanas de febrero y marzo del 2015 en una lectura crítica de esas 809 páginas
cuyos resultados publicaremos en un posterior Atisbos Analíticos, no dejaba de
sorprendernos no el que no hubiesen armado una “polvareda” sino, más bien, la poca trascendencia publicitaria que lograban. Como fuente para nuestro propio
trabajo, en un principio, sólo una buena presentación en RAZÓN Pública, un Foro
de la Revista Semana al que sólo asistieron cinco informantes ; algunas
anotaciones iniciales de tres importantes analistas- Medófilo Medina, Salomón
Kalmanovitz y Germán Ayala[6]-;
entre los columnistas habituales sólo una que otra referencia residual aquí o
acullá; pero en general, el silencio aún de los propios ensayistas, algunos de
los cuales, en concreto Víctor Manuel Moncayo y Francisco Gutiérrez, que, para
nuestro caso, fueron invitados a la
Universidad del Valle por los Programas de Historia, Sociología y Estudios Políticos.
Desde la Mesa de la
Habana, sólo ahora a mediados de abril de 2015,
el equipo negociador de las Farc empezó a reaccionar cuando le demandó
en Carta al presidente Santos,
a) Que se difunda masivamente el informe aludido. Imperante esta
necesidad. Urgente. Debe enviarse a todos los rincones del país para su estudio
y consideración. A las universidades, colegios, normales, para que así se
contrarreste el hecho de que el país retiró de su pensum de formación académica
la historia de Colombia. Si no se conoce lo que ocurrió en la patria en los
últimos cincuenta o sesenta años, no se puede crear una conciencia y una
cultura de la paz.
b) Que el señor Presidente conozca de manera detallada dicho documento
denominado Contribución al Entendimiento del Conflicto Armado en Colombia,
(Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas), de febrero de 2015, e invite
a su gabinete ministerial y funcionarios con capacidad de decisión a que se
ocupen de su lectura y estudio.
c) La integración inmediata por la Mesa de una comisión de evaluación de
los resultados del informe y del estudio de los alcances para la paz, de la
responsabilidad del Estado. Urge hacerlo para establecer precisamente
responsabilidades jurídico-políticas derivadas de su fundado contenido.[7]
Esto no obstante, por estos días al iniciarse el
mayo del 2015, algunas de nuestras
dudas iniciales sobre los compromisos de la CHCV, aparecieron agrandadas
en un artículo de León Valencia titulado “El fracaso de la Comisión histórica del conflicto”,
“No se han preguntado los Comisionados ¿por qué su informe
no ha levantado ninguna polvareda en el país y en el exterior? Porque es
un Informe inane. Porque no toca a nadie,
porque nadie se siente aludido. No se
sienten aludidas las guerrillas, ni las elites políticas con sus aliados paramilitares, ni los militares, ni los
empresarios, nadie. Porque la fuerza de
un informe de esta naturaleza
reside en los acuerdos establecidos, en las definiciones colectivas. En cambio
los 14 ensayos dan para todo y para todos” (Subrayado nuestro). Tengo un
gran respeto por los 14 intelectuales que conformaron esta comisión… Por eso
leí y releí las páginas del informe publicado, indagando si habían cumplido el
encargo que les hicieron. Esperé a que
algunos de los comisionados le contaran
al país las razones de tan estruendoso
fracaso y ninguno ha sido capaz de hablar. Esperé a que los contradictores del proceso de paz hicieran la tarea y nadie se refirió al tema.
No se trataba de que cada uno resumiera en 50 páginas lo que siempre había dicho sobre el
conflicto. Esa no era la tarea. Si esa hubiera sido la tarea tendría que decir
que la mayoría de los ensayos son buenos, algunos regulares y dos muy malos.
Pero todos los comisionados se dedicaron a discurrir” sobre cinco temas, que ya estaban en la agenda y en
los tres puntos acordados (que la
naturaleza política de las guerrillas; que la centralidad del tema agrario en el conflicto armado; que
el carácter excluyente y limitado de la democracia colombiana; que la
incidencia insoslayable del narcotráfico en la guerra; que la
trascendencia de las víctimas en un
acuerdo de paz estable y duradero)… “en
vez de concentrarse de manera colectiva en el gran tema de diferencia en la
Mesa, el de las RESPONSABILIDADES. Ese
era el asunto a resolver. Ese el asunto clave
sobre el cual la Comisión estaba obligada a establecer un consenso mínimo que le sirviera a la Mesa de la Habana y al
país para avanzar en la reconciliación…Y déjenme decir una cosa drástica. En el
esclarecimiento de las responsabilidades y en la aceptación de ellas por parte
de los implicados reside el futuro de la paz y la reconciliación”.
Ahora se discute sobre cárcel o no cárcel para
las Farc… Otra cosa dirían si
también estuviesen en el banquillo de los acusados”. [8]
A León Valencia se lo podría criticar por
simplificador al agotar en cinco importantes temas unos contenidos informáticos
que son más amplios y ricos. En justicia habría que decir que los estudiosos sí
se refirieron a esos temas, y a muchos más pero desde enfoques
metodológico-analíticos muy plurales. Pero, en lo que si resulta dificultoso cuestionar al columnista
de “Semana” es en su reclamo por el asunto nodal de las responsabilidades, que
sólo 3 de los ensayistas trataron, de modo explícito y sistemático, en acápites
especiales; a los restantes hay que leerlos en detalle para inferir de la
lógica del análisis presente en cada Informe quién o quienes emergen en
calidad de tales advirtiendo que en algunos casos, como en el de los profesores Francisco Gutiérrez, Alfredo
Molano y Maria Emma Wills y Eduardo Pizarro, la pluralidad de actores que hacen
presencia es tan amplia que se hace dificultoso centrar las responsabilidades
colectivas en uno o en unos cuantos. Pero de todas maneras, León Valencia bien que
mal abrió una reflexión-debate, que no
despegaba. Fue así así como el 5 de mayo Marco León Calarcá del Equipo de
Negociadores de las Farc hizo una
defensa cerrada de la CHCV: que esos Informes no podían ser ignorados ni
trivializados porque constituían un
importante insumo para los temas que se estaban discutiendo en la Mesa, fue su
tesis de entrada.[9]
Señaló enseguida que no era que la Comisión fuese “inane” sino que lo que sucedía era que había sectores y
factores de poder interesados en borrar
y desaparecer a la Comisión porque le tenían miedo al veredicto inapelable de
una verdad histórica que, recogida en
los relatos históricos contenidos en “La
Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia”, titulación
que le dio Eduardo Pizarro al conjunto de los Informes, destacaba al
Estado como máximo responsable, por
acción u omisión. En opinión de Calarcá, eso era lo que se pretendía
ocultar, la condición del Estado como
máximo responsable, responsabilidad que muchos buscaban trasladar a las Farc,
“Múltiples circunstancias, agregó
Calarcá, no permitieron que el mundo se
diera cuenta de lo ocurrido en Colombia
durante décadas. Solo el narcotráfico nos puso en el mapa, pero para la fecha
de su aparición, miles de compatriotas habían caído muertos. No podemos aceptar que por fuera de contexto o por concierto
mediático se nos tome como SUPREMOS RESPONSABLES, bajo la incitación de los inspiradores del paramilitarismo de
Estado y de los verdaderos determinadores de la vorágine de violencia que ha azotado al país”. (Subrayado
nuestro).
El mismo 5 de mayo,
“RECONCILIACIÓN COLOMBIA”[10] entrevistó a cinco de los ensayistas, quienes hablaron así,
“Las relatorías fueron más ensayos que relatorías”: Maria Emma
Wills: León nos reclama porque no hicimos
una lista de responsables. Pero la complejidad del conflicto hace que tengamos
que ver a los responsables dinámicamente y no haciendo una lista jerárquica. A
esos responsables hay que ponerlos en contexto y eso fue lo que hicimos. ¿En
qué ayuda una lista jerárquica a aglutinar a los actores que están en La
Habana? El problema fue que las relatorías sí debieron haber sido unas cartas
de navegación sobre los 12 ensayos, especificando las coincidencias y las
diferencias, para que así se guiaran las personas del común. Al final
terminaron siendo más ensayos que relatorías”.
“El objetivo no era alcanzar un consenso”: Gustavo Duncan:
Yo voy a responderle a León Valencia en una columna que publicaré en El Tiempo. Lo que puedo decir, por ahora, es que yo creo que él comete la misma imprecisión de las Farc al creer que una comisión, conformada por una serie de expertos académicos, puede establecer las responsabilidades en el conflicto de distintos sectores sociales en concreto. El hecho de que tengan conocimiento acerca del conflicto no implica que lo puedan hacer. Mucho menos que puedan señalar como responsables a personas en particular, como él sugiere hacerlo con Alvaro Uribe Velez. Yo no creo que el objetivo de la comisión fuera decir que el conflicto es culpa de Uribe o de alguien en particular.
El objetivo tampoco era alcanzar un consenso. El trabajo académico de interpretar un conflicto es, por el contrario, producto de un debate y de una investigación permanente que nunca se acaba. Uno no puede dar una versión definitiva de la historia que le indilgue responsabilidades a la gente.
“Le está pidiendo a la comisión algo para lo cual no se creó”: Jorge Giraldo:
Él le está pidiendo a la comisión algo para lo cual no se creó. En La Habana contemplaron que hubiera varios informes individuales y no un gran informe colectivo que saliera del consenso de los 12 comisionados. Incluso, en su discurso del 10 de marzo (el día que estuvimos en Cuba) ‘Iván Marquez’ dejó claro que celebraban que hubiera una pluralidad de visiones.
La comisión tenía un mandato impreciso. Nos pedían indagar por los orígenes, las razones de la persistencia y la forma en la que el conflicto ha afectado a la sociedad. También estaba claro que cualquier información que saliera en los informes de tipo individual o colectivo no iba a contar para efectos penales o criminales.
Yo voy a responderle a León Valencia en una columna que publicaré en El Tiempo. Lo que puedo decir, por ahora, es que yo creo que él comete la misma imprecisión de las Farc al creer que una comisión, conformada por una serie de expertos académicos, puede establecer las responsabilidades en el conflicto de distintos sectores sociales en concreto. El hecho de que tengan conocimiento acerca del conflicto no implica que lo puedan hacer. Mucho menos que puedan señalar como responsables a personas en particular, como él sugiere hacerlo con Alvaro Uribe Velez. Yo no creo que el objetivo de la comisión fuera decir que el conflicto es culpa de Uribe o de alguien en particular.
El objetivo tampoco era alcanzar un consenso. El trabajo académico de interpretar un conflicto es, por el contrario, producto de un debate y de una investigación permanente que nunca se acaba. Uno no puede dar una versión definitiva de la historia que le indilgue responsabilidades a la gente.
“Le está pidiendo a la comisión algo para lo cual no se creó”: Jorge Giraldo:
Él le está pidiendo a la comisión algo para lo cual no se creó. En La Habana contemplaron que hubiera varios informes individuales y no un gran informe colectivo que saliera del consenso de los 12 comisionados. Incluso, en su discurso del 10 de marzo (el día que estuvimos en Cuba) ‘Iván Marquez’ dejó claro que celebraban que hubiera una pluralidad de visiones.
La comisión tenía un mandato impreciso. Nos pedían indagar por los orígenes, las razones de la persistencia y la forma en la que el conflicto ha afectado a la sociedad. También estaba claro que cualquier información que saliera en los informes de tipo individual o colectivo no iba a contar para efectos penales o criminales.
Además, como yo lo digo en mi informe, hay varios tipos de responsabilidades: políticas, morales y penales (o cuasi-penales), como las que tienen que ver con el Derecho Internacional Humanitario. Es un tema muy complejo. De hecho, en La Habana se ha hablado de una comisión de la verdad y se está discutiendo el tema de la justicia trancisional, que va a tocar las responsabilidades directamente relacionadas con el derecho internacional humanitario.
“Nosotros no somos jueces”: Eduardo Pizarro:
León Valencia plantea objetivos que no eran de la comisión y como no se cumplieron, dice que la comisión fracasó. Es una lectura absolutamente cuestionable.
Primero, dice que la comisión fracasó porque no sacó un documento de consenso. Pero nuestro trabajo no se trataba de eso, sino de que la Mesa de La Habana contara con múltiples miradas sobre tres preguntas centrales: los orígenes del conflicto, los factores que inciden en su prolongación y las consecuencias. También dice que no se señalaron responsabilidades, pero nosotros no somos jueces y está no era una comisión de la verdad, que sí tiene esa responsabilidad.
La comisión, por el contrario, ha sido muy útil para la Mesa de La Habana porque tanto las Farc como el Gobierno han encontrado una serie de percepciones que les permiten avanzar en los puntos que hacen falta, pero ante todo pensar en cómo construir el posconflicto.
…..
Jairo Estrada: "No tengo interés en referirme a la columna de un opinador, que demuestra falta de juicio y rigor en la lectura del Informe".
“La gran falla ha sido
la poca difusión”: Alfredo Molano: No me
parece un fracaso. Es una muy seria aproximación a la historia del conflicto
armado a través de múltiples miradas. El tiempo y el espacio que nos dieron fue
excesivamente estrecho. La gran falla ha sido la poca difusión que ha tenido el
trabajo, quizá debido a su extensión. He propuesto, e insisto, en que un par de
periodistas reconocidos hicieran una síntesis de los trabajos para facilitar su
divulgación y adquirir un mayor peso en la Mesa de Negociación de La Habana.[11]
Por otra parte, el 8 de mayo
los pronunciamientos de los estudiosos continuaron:
“Cuando acepté participar en la Comisión…estaba plenamente consciente de
que cualquiera fuera el producto, recibiría junto con mis coequiperos toda la
madera del mundo: Francisco Gutiérrez Sanín: Los resultados de los textos de
la Comisión se tienen que evaluar en
centímetros cúbicos de materia gris, no en milímetros de adrenalina…uno de los
tres encargos explícitos a los
comisionados era que establecieran responsabilidades, y lo hicimos de manera
detallada. Ciertamente, no dejamos indemnes a los poderosos de Colombia. Y a
los actores que nombra León- militares, empresarios, políticos,
guerrilleros…los textos les atribuyen
una pesada carga de responsabilidad, obviamente de manera diferenciada: porque
en la Comisión confluyeron personas de distintas perspectivas, preferencias y
convicciones. Naturalmente , la Comisión.
Por otra parte, en
una primera aproximación al problema de las responsabilidades
colectivas- más adelante cuando se haga la crítica de cada uno de los ensayistas
se tendrá este punto como central- estos son los actores que de acuerdo con las
lógicas de cada análisis, aparecen como supremos responsables. Veamos el asunto
por orden alfabético;
1. DUNCAN GUSTAVO: 1. Narcotraficantes; 2. Guerrilleros y
Paramilitares.
2. DE ZUBIRÍA, SERGIO: 1. Estado; 2. Algunos sectores civiles
manejadores de una Cultura Política valorizadora de la relación
amigo-enemigo y de lo
contrainsurgente como valores políticos;
3. ESTRADA JAIRO: 1. El orden social
capitalista; 2. El Estado como fenómeno de clase; 3. Las organizaciones
mercenarias paramilitares; 4. Las Fuerzas Armadas y de Policía y de
Inteligencia del Estado como fenómeno de fuerza; 5. Los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial; 6. Los partidos y organizaciones políticas de las
clases dominantes; 7. Los grupos económicos
y los gremios empresariales; 8. Los Estados Unidos; y 9. La insurgencia
armada , “le cabe responsabilidad por
los impactos que con ocasión de su
accionar rebelde a lo largo del conflicto hayan producido sobre la población
civil”.
4. FAJARDO, DARÍO: 1. “Los sectores o
fracciones de clase que impusieron políticas que propiciaron la consolidación y
reproducción de un estatuto altamente concentrado de la propiedad rural”; 2. El
Estado que aplicó esas políticas.
5. JORGE GIRALDO: 1. Narcotraficantes;
2. Guerrilleros y Paramilitares.
6. JAVIER GIRALDO: 1. El Estado; 2.
Corresponsabilidad de Narcotraficantes y de la alianza Estado-paramilitares;
7. GUTIERREZ FRANCISCO: Dada la lógica
metodológica de su análisis, se torna dificultoso inferir de él un máximo
responsable colectivo, aunque señala que las Farc tuvieron su origen en “un
acto de voluntad de un puñado de personas”.
8. MOLANO ALFREDO: El conflicto armado es
parte de la Violencia, ésta se encuentra asociada al control sobre la
tierra y sobre el Estado; o sea que no
es más que parte de los formidables actos de resistencia y de persistentes alzamientos armados con los que desde mediados de la década de 1920 hasta la fecha se ha respondido a las
acentuadas tendencias de exclusión política y económica de la mayoría de la
población colombiana. También en este caso, como en el de una buena parte de los estudiosos de la
Comisión, la lista de actores colectivos
responsables es larga y heterogénea; esto no obstante, tanto en materia de
exclusión política como económica, esa larga lista tiene que ver con corrientes
políticas arraigadas en el aparato de Estado siguiendo prácticas
patrimonialistas y clientelares. Aunque la creación de las Farc, como
guerrilla subversiva insurgente, no fue un acto realizado entre la noche y la
mañana, Molano sólo se refiere a la dimensión organizativo militar de su
gestación[12]:
meses después de la toma de Marquetalia
el 14 de junio de 1963, El Secretariado de la Resistencia convocó una Conferencia donde se analizaron
las operaciones de Marquetalia y
Riochiquito ylas que se esperaban enfrentar en el Pato y Guayabero, se adoptó
el Programa Agrario de 1964 como bandera de lucha y se citó a otra Conferencia
en el río Duda que se reunión en mayo de 1965 donde se crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Y
250 guerrilleros eligieron a Manuel Marulanda Comandante en Jefe.
Como podrá inferirse
de la lógica de su análisis, para Molano, en buena medida, Las Farc surgieron
como expresión objetiva de resistencia a
la exclusión no del Frente Nacional en sí sino del sistema político imperante
en Colombia, pero, en su génesis también incidió la voluntad del puñado de 250
guerrilleros que eligieron a MARULANDA Vélez como Comandante en Jefe de la
nueva organización subversivo insurgente.
9. MONCAYO VICTOR MANUEL: 1. El Estado como máxima
expresión del orden capitalista”; 2.Los detentadores del monopolio de la fuerza
del Estado; 3. Los partidos y agrupaciones políticas ligadas al sistema de
mediación y representación política, así como sus dirigentes e integrantes; 4.
En el sector privado o no estatal, las agremiaciones que lo representan y las
personas que lo lideran; 5. Las restantes instituciones civiles y sus voceros;
6. La Iglesia Católica y demás organizaciones religiosas; y “en el campo de la
subversión o de la contrainsurgencia formalmente no estatal, las agrupaciones que las expresan y sus
dirigentes e integrantes”.[13]
10. PECAUT DANIEL: 1. Narcotraficantes;
2. Paramilitares; 3. Guerrilleros; 4. La Fuerza Pública.
11. PIZARRO EDUARDO: de este estudioso,
puede decirse algo similar a lo que ya se dijo de Francisco Gutiérrez, aunque
en varias oportunidades manifestó que hablar de responsabilidades significaba
convertir a los informantes en jueces.
12. TORRIJOS VICENTE: 1. Ante todo y sobre
todo, “LAS AGRUPACIONES SUBVERSIVAS (Farc y Eln), cuya principal característica
es que han privilegiado la rapacidad y el terrorismo como método de lucha
revolucionaria e interacción política” contra “una democracia que
ciertamente innovadora y creativa, ha
honrado a las víctimas y ha convertido la amenaza subversiva en una razón más
para cohesionarse, modernizarse y globalizarse”.[14]
13. VEGA RENÁN: 1. Como máximos
responsables los Estados Unidos; en “Conclusiones” dedicó tres páginas a
sustentar esta tesis.
14. WILLS MARIA EMMA: Como en la primera etapa de “una nueva vieja
guerra” el conflicto armado contemporáneo es el resultado de un conjunto de
interacciones, no siempre premeditadas, de una pluralidad de actores
colectivos, se hace dificultoso delimitar uno que tenga la centralidad; sin
embargo, como a partir de la década de los ochenta, los tres nudos que la han
desencadenado y alimentado (la incapacidad del sistema político para tramitar
la demandas de campesinos y campesinas; la ineficiencia de una burocracia, la
militar sobre todo, capaz de administrar con autonomía con respecto a los
actores del conflicto, la institucionalidad democrática; y la grave dislocación
entre la agenda política a nivel
nacional y las regionales y locales) se han reproducido con ferocidad en contra
de las poblaciones civiles, de acuErdo con su análisis, habría una
responsabilidad compartida entre PARAMILITARES, GUERRILLEROS Y AGENTES DEL
ESTADO.
Para una primera confrontación, así ubicamos a los
máximos responsables colectivos en
nuestro análisis de los orígenes del conflicto interno armado,
“Dada esta
situación- y, ajustada, ésta fue la hipótesis que presentamos en el Atisbos Analíticos 224:un en este estudio
sólo podemos hablar de tres responsables
políticos colectivos de los orígenes del
conflicto interno armado: primero, “El
Estado estructural e institucional y culturalmente Opositor”, para este
caso contrainsurgente y, en muchas otras coyunturas, ora ejecutor de violencia estatal ora terrorista; segundo, “Los Estados Unidos”, que siempre han
alimentado y cualificado en lo técnico la contrainsurgencia; y tercero, “las Farc” y en este lugar secundario
porque aunque fueron los guerrilleros de las Autodefensas Campesinas los que,
en 1966, en Asamblea General, tomaron la decisión de convertirlas en una
organización guerrillera subversiva, sin embargo, esa decisión, en la época en la que la
Cultura de la revolución ganaba terrero en toda América Latina, se vio animada
por un Estado que se creyó el cuento de las cinco Repúblicas Independientes,
invento que, como escribió el colombianólogo francés Pierre Gilodhés, lo
condujo a inventarse su propio enemigo”.[15]
En nuestra
opinión apresuradamente duro se mostró León Valencia al caracterizar de
“fracaso” la labor de la Comisión; también estuvo equivocado al agotar los 14
Informes en cinco temas que, muy concretos en las apariencias, se tornaban muy
complejos bajo el enfoque analítico
propio de cada estudioso. Por eso, pertinentes algunos aspectos de las cinco
respuestas, sin embargo, digamos que en
varios aspectos sobre todo, la labor realizada fue, por lo menos,
insuficiente:
1 .Encargo no fue el producir un documento consensuado, lo
que era imposible dada la pluralidad de miradas, pero, sí elaborar un documento corto que
recogiese consensos- en qué se acercaban- y disensos- en qué se distanciaban;
2. Encargo no fue construir un consenso básico sobre las
responsabilidades colectivas- que no las individuales pues la Habana no era un
Tribunal de Justicia Penal- pero sí lo fue que cada uno delimitase los que, de
acuerdo con las lógicas de sus análisis, apareciesen como los máximos
responsables colectivos; en cumplimiento de esa tarea, por lo menos, tres informantes,
Jairo Estrada, Víctor Manuel Moncayo y
Renán Vega, en un acápite aparte y específico se refirieron al tema.
Importa destacar, entonces, que en esta primera
aproximación al asunto de las responsabilidades colectivas, dos- Sergio de
Zubiría y El Padre Javier Giraldo- señalan al Estado como máximo responsable
directo; otros tres -Jairo Estrada,
Víctor Manuel Moncayo y Darío Fajardo- destacan también al Estado pero
como fenómeno de expresión de clase del orden social existente o como aplicador
de políticas favorables a la reproducción y consolidación de la gran propiedad rural; estos tres analistas
también señalan a las guerrillas como responsables colectivas sobre todo “por
los impactos que con ocasión de su accionar rebelde a lo largo del conflicto
hayan producido sobre la población civil” (Jairo Estrada”[16])
Para otros cuatro, los tres primeros lugares de la corresponsabilidad se la disputan los
narcotraficantes (tres veces primeras en todos, menos en Vicente Torrijos), las
guerrillas (una vez primeras en Torrijos, dos veces segundas en Duncan y Jorge
Giraldo y una vez terceras en Pecaut) y
los paramilitares (una vez segundas en Pecaut y dos veces terceras en Duncan y
Jorge Giraldo). Para Renán Vega el máximo responsable colectivo fueron los
Estados Unidos. Y en los casos de Francisco Gutiérrez, Alfredo Molano, Maria
Emma Wills y Eduardo Pizarro, dada la pluralidad de actores, resultó muy
dificultoso puntualizar un máximo responsable colectivo, por lo menos, en esta
primera aproximación. Ya veremos qué
sucede al hacer una aproximación crítica más puntual a los análisis de
cada uno de los 14 Informes.x
[3] . Moreno,
Héctor Alonso. “Las Crisis del diálogo habanero”, 20-11-2014,
viva.org.co/cajavirtual/svc0443/articulo 03.html .
[5] . Vélez R, Humberto, “LOS
DIÁLOGOS DE LA HABANA Y LOS RESPONSBLES
POLÍTICOS COLECTIVOS DEL ORIGEN DEL CONFLICTO INTERNO ARMADO” 0tra Mirada sobre sus
Orígenes, En, Atisbos Analíticos No 224,
abril 2015,
[6] . Jaramillo, Jefferson. “La
Comisión histórica de la Habana: antecedentes y retos”. En, Razón
Pública, http:
//razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-y-paz-temas-30.html. Médina, Medófilo. “Las diferentes formas de
entender el armado en Colombia”, www.razonpublica.com ; Kalmanovitz,
Salomón. “La Historia del Conflicto”. El Espectador, 05-03-2015…; Ayala, Germán, “ Disquicisiones
sobre los orígenes del conflicto interno
armado” 13-02-2015.
[7] . Carta Abierta de las Farc-ep al Presidente Santos, abril 2015, farc-ep.co/?p=4450
[8]. Valencia,
León. El fracaso de la Comisión histórica del conflicto”, SEMANA, del
3 al 10 de mayo del 2015, pg.51
[10] “Expertos de la Comisión de
historia del conflicto y de las víctimas dicen que su misión no fue un
fracaso”. En, RECONCILIACIÓN COLOMBIA,
05-05-2015, http://reconciliacioncolombia.com/historias/debate/855/expertos-de-la-comisiion...
[12] .Molano, Alfredo
[13] .Moncayo, Víctor Manuel. “TESIS SOBRE REPONSABILIDADES”(14). En, “Hacia la verdad del conflicto: Insurgencia
guerrilleras y orden social vigente”. Informe, pgs.90-91.
[14] . Torrijos R, Vicente. ”CARTOGRAFÍA DEL CONFCLITO: PAUTAS
INTERPRETATIVAS SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL
CONFCLICTO IREGULAR COLOMBIANO”.
[15] . Gilodhés, Pierre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario