16 junio 2015

Atisbos analíticos  No 225, mayo  2015, Humberto Vélez r.  Profesor, miembro del grupo de investigación “CONFLICTO Y  POLÍTICA” DEL PROGRAMA DE ESTUDIOS POLÍTICOS, IEP-UNINERIDAD DEL VALLE; PRESIDENTE DE ECOPAIS, Fundación “Estado-Comunidad y País.

LA COMISIÓN DE HISTORIA  Y EL PROBLEMA DE LOS
RESPONSABLES COLECTIVOS DEL CONFLICTO INTERNO ARMADO.
¿Se siente usted responsable?  O ¿lo  será el grupo colectivo  del cual usted es un par civil ideológico? O ¿quiénes lo serán?
Acápite del texto (todavía borrador, 80 páginas) “LOS DIALOGOS DE LA HABANA  Y LA COMISIÓN DE HISTORIA DEL CONFCLICTO Y DE LA VERDAD”.

En nuestra opinión, para esta primera semana de mayo del 2015 la situación de los Diálogos de la Habana es más grave de lo que aparenta y se representa ser. Desde mayo del 2104, desde hace ya un año, tras tres acuerdos informales de especial relevancia no  se ha vuelto a producir  un acuerdo más de una envergadura similar, pues lo de los minados no ha sido más que un acto de cooperación humanitaria  de la guerrillas a una acción  oficial como debe ser la del desminado. Desde noviembre del 2012, cuando tras el acto de inauguración de los Diálogos  en Oslo, se inició la discusión del primer punto sobre “Política de desarrollo agrario integral”, el debate sobre lo  que parecía más difícil de acordar, el problema de la estructura de tenencia y uso de la tierra, sólo duró seis meses, pues el 16 de mayo del 2012 se produjo ese primer acuerdo. Vinieron luego otros  seis  meses y el 6 de noviembre enhebraron el segundo sobre participación política y no necesitaron si no de seis meses más  para acordar en mayo del 2014 algunos asuntos centrales sobre “La Solución del problema de las drogas ilícitas”. En total, para los tres primeros acuerdos informales, sólo necesitaron  18 meses, algo insólito al tratarse del conflicto armado más largo de la historia.  Pero, desde mayo del 2014 hasta ahora, mayo del 2015, no se ha producido un acuerdo más sobre los puntos en que han estado centrados, el 5 sobre las “Víctimas” y, un poco menos, el 3 sobre “El Final del Conflicto”.
En este último largo año, los diálogos alcanzaron unos apoyos internacionales como nunca los habían tenido[1]; también, aunque a este  respecto la posición de la población colombiana sobre una negociación con los rebeldes siempre ha parecido ir al arrastre, “al jale y jale que no quiero ir”, la subjetividades ciudadanas colombianas se aproximaron, de un modo más positivo, al proceso de la Habana[2]. Pero,  este fue  también el año de las dos más grandes crisis[3] por las que han pasado las negociaciones en sus 30 meses de existencia: la rara  retención del General Rubén Darío Alzate en noviembre del 2014 y los 11 soldados muertos en Timba Cauca en el mes de abril del 2015; en ambos casos, brutal y torpe el segundo, han sido las Farc, o alguna de sus disidencias, las que han aparecido más cerca de los hechos.
Pero, hace presencia ahora una pregunta  nodal: ¿por qué unos diálogos que en 18 meses produjeron tres importantes acuerdos parciales, en los últimos 360 días no han vuelto a mostrar avance alguno en esa dirección? Desde mayo del 2014 se ha venido debatiendo sobre las víctimas y con las víctimas siendo ésta otra de las notas inéditas de la actual negociación, pero, hasta ahora nada de decisiones concertadas sobre su derecho a la verdad y a su reparación material y simbólica; también sobre la marcha se ha abordado un aspecto u otro del Final del Conflicto, pero nada que este punto 3, que había sido encerrado en el congelador, es abordado como punto central de discusión. Durante todo el año, en los discursos paralelos a los debates formales los negociadores de Gobierno y Farc a toda hora han soltado frases y palabras y tesis y sugerencias e hipótesis sobre una dimensión u otra de los temas congelados- que la justicia transicional sí, que no, que ésta no es válida, que el referente debe ser el derecho de rebelión; que sanciones para todos los victimarios, que no, que sólo deben  ser sancionados  los guerrilleros con cárcel como condición sine qua non; que el máximo responsable del conflicto es el Estado, que no, que lo es la guerrilla; que el dispositivo de formalización de los acuerdos debe ser un Referendo, que no, que lo debe ser una Asamblea Nacional Constituyente- y así nos han tenido durante  todo el año sin avance alguno en materia de producción de nuevos acuerdos.
En nuestra opinión, esta situación de parálisis en materia de gestación de nuevos acuerdos no es más que la manifestación de muchas dudas de las dos partes sobre los alcances políticos y prácticos del que debería haber sido, desde los primeros meses, UN ACUERDO ESTRUCTURAL CENTRAL: el de la adopción consensuada de un Modelo de Justicia Transicional, que sirviese de  referente nodal para poder entrar a negociar políticamente en este 2012-2015  un cincuentenario conflicto interno armado en esta etapa en la que, aunque ambas partes en lo objetivo necesitan ponerle punto final, sin embargo, ni el Estado ha derrotado militarmente a las Farc ni éstas han logrado vencer al Estado. Entonces, al haber sido ello así, aunque en los meses venideros se acordasen 10 o 15  importantes acuerdos informales más,  en casi nada se estaría avanzando mientras no se acuerde colombianizar o historicizar la aplicación de La Justicia Transicional, que no es otra cosa que la HUMANIZACIÓN, o mejor, la DES-ENEMIGACIZACIÓN DE LA JUSTICIA para poder acceder así al inicio de la construcción de la muy compleja paz integral.
 A ninguno de los 14 estudiosos de la Comisión de Historia del Conflicto interno armado y de las Víctimas -CHCV- se  le pidió que levantase un relato o narrativa historiográfica sobre esa forma, estatal y contra-estatal, de violencia política; tampoco se les pidió, lo que habría sido más provechoso que, sin dejarse absorber de la obsesión por los orígenes, periodizaran su evolución histórica evidenciando sus más importantes mutaciones históricas entre 1966, año fundacional de las Farc,  y el 2014, tercer año de los Diálogos de la Habana; tampoco se les solicitó que narraran la historia de las violencias estatales y contra estatales que ha habido en el país. Sólo se les encomendó[4],
1.     que estudiaran las razones del origen, persistencia e impacto del conflicto interno armado que ya cada cual vería hasta  dónde, al partir de la década de 1960 cuando surgieron las guerrillas como fenómeno subversivo contrainsurgente, extenderían la cronología desentrañando sus antecedentes y circunstancias potencialmente desencadenantes;
2.    que evidenciaran el nivel de complejidad de esa forma de violencia política;
3.    que, sobre todo, precisaran a sus máximos responsables, bajo el sobrentendido que se trataba de los responsables colectivos y no de los individuales, pues la Habana de los Diálogos no era un Tribunal de Justicia penal;
4.    que esos 12 Informes de los expertos les permitiese a los 2 relatores elaborar UN INFORME SÍNTESIS que, en el contexto de la diversidad analítica, recogiese los consensos y disensos;
5.    que ojalá esos Informes sirviesen de insumo para avanzar a la creación de  una Comisión de la Verdad.
Vencidos los plazos, el 15 de febrero del 2015 a la Habana llegaron 14 Informes- los dos relatores, para poder leer a sus colegas desde algún “sitio”, también elaboraron, de modo legítimo,  sus respectivos Informes-; muy pocos sistematizaron en un acápite especial el importante asunto de las responsabilidades; no hubo UN INFORME SÍNTESIS; y en las anteriores condiciones, no es que las 809 cuartillas “no sirvan para nada o que sean inanes” sino que deben ser ajustadas para que, en la práctica, posibiliten su utilidad potencial, que quedó muy esfumada.             
 Para la elaboración de los estudios o ensayos, cada quien, desde muy distintos horizontes  historiográfico-analíticos y  dando lo mejor de sí como investigador y como ciudadano comprometido con el país,  se centró en condensar  lo que ya había estudiado sobre el conflicto. Desde  un punto de vista estrictamente  académico, los 14  resultados plurales  del trabajo de la CHCV   en sí y por sí mismos constituyen la mejor y mayor prueba empírica en contra del mito del objetivismo positivista de tantos investigadores; al leerlos y  palparlos y leerlos, de inmediato se siente que no hay investigación social que, como necesario mínimo, no contenga una pequeña dosis de subjetividad. 
Conocidos los Informes, al hacer en “Los Atisbos Analíticos” una primera aproximación a esas muy plurales 809 páginas, constatamos que, no obstante su valor académico, baja iba a ser su operatividad práctica, pues un problema central para la historicización o colombianización  del Modelo de Justicia Transicional a aplicar en la Habana, como era el de precisar a  los máximos  responsables colectivos, había quedado, por lo menos, muy mal manejado. Decidimos entonces hacer una lectura - desde nuestra propia interpretación de los orígenes de esa forma de violencia política estatal y contra-estatal llamada subversión contrainsurgente[5] - para preguntarles a los 12 Informantes y a los 2 Relatores qué era lo que se había pasado con el encargo de delimitar, de modo expreso, el asunto de los máximos responsables colectivos.
Mientras avanzábamos durante esas semanas de febrero y marzo del 2015  en una lectura crítica de esas 809 páginas cuyos resultados publicaremos en un posterior Atisbos Analíticos, no dejaba de sorprendernos no el que no hubiesen armado una “polvareda” sino, más bien,  la poca trascendencia publicitaria  que lograban. Como fuente para nuestro propio trabajo, en un principio, sólo una buena presentación en RAZÓN Pública, un Foro de la Revista Semana al que sólo asistieron cinco informantes ; algunas anotaciones iniciales de tres importantes analistas- Medófilo Medina, Salomón Kalmanovitz y Germán Ayala[6]-; entre los columnistas habituales sólo una que otra referencia residual aquí o acullá; pero en general, el silencio aún de los propios ensayistas, algunos de los cuales, en concreto Víctor Manuel Moncayo y Francisco Gutiérrez, que, para nuestro caso,  fueron invitados a la Universidad del Valle por los Programas de Historia, Sociología y Estudios  Políticos. 
Desde la Mesa de la Habana, sólo ahora a mediados de abril de 2015,  el equipo negociador de las Farc empezó a reaccionar cuando le demandó en Carta al presidente Santos,
  a) Que se difunda masivamente el informe aludido. Imperante esta necesidad. Urgente. Debe enviarse a todos los rincones del país para su estudio y consideración. A las universidades, colegios, normales, para que así se contrarreste el hecho de que el país retiró de su pensum de formación académica la historia de Colombia. Si no se conoce lo que ocurrió en la patria en los últimos cincuenta o sesenta años, no se puede crear una conciencia y una cultura de la paz.
b) Que el señor Presidente conozca de manera detallada dicho documento denominado Contribución al Entendimiento del Conflicto Armado en Colombia, (Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas), de febrero de 2015, e invite a su gabinete ministerial y funcionarios con capacidad de decisión a que se ocupen de su lectura y estudio.
c) La integración inmediata por la Mesa de una comisión de evaluación de los resultados del informe y del estudio de los alcances para la paz, de la responsabilidad del Estado. Urge hacerlo para establecer precisamente responsabilidades jurídico-políticas derivadas de su fundado contenido.[7]
Esto no obstante, por estos días al iniciarse el mayo  del 2015, algunas de  nuestras  dudas iniciales sobre los compromisos de la CHCV, aparecieron agrandadas en un artículo de León Valencia titulado “El fracaso de  la Comisión histórica del conflicto”,
“No se han preguntado los Comisionados ¿por qué su  informe  no ha levantado ninguna polvareda en el país y en el exterior? Porque es un  Informe inane. Porque no toca a nadie, porque nadie  se siente aludido. No se sienten aludidas las guerrillas, ni las elites políticas con sus aliados  paramilitares, ni los militares, ni los empresarios, nadie.  Porque la fuerza de un informe  de esta naturaleza reside  en los acuerdos establecidos, en las definiciones colectivas. En cambio los 14 ensayos dan para todo y para todos” (Subrayado nuestro). Tengo un gran respeto por los 14 intelectuales que conformaron esta comisión… Por eso leí y releí las páginas del informe publicado, indagando si habían cumplido el encargo que les hicieron. Esperé  a que algunos de los comisionados  le contaran al país  las razones de tan estruendoso fracaso y ninguno ha sido capaz de hablar. Esperé a que los contradictores  del proceso de paz  hicieran la tarea y nadie se refirió al tema.
 No se trataba de que cada uno  resumiera en 50 páginas  lo que siempre había dicho sobre el conflicto. Esa no era la tarea. Si esa hubiera sido la tarea tendría que decir que la mayoría de los ensayos son buenos, algunos regulares y dos muy malos. Pero todos los comisionados se dedicaron a discurrir” sobre  cinco temas, que ya estaban en la agenda y en los tres puntos acordados  (que la naturaleza política de las guerrillas; que la centralidad  del tema agrario en el conflicto armado; que el carácter excluyente y limitado de la democracia colombiana; que la incidencia insoslayable del narcotráfico en la guerra; que la trascendencia  de las víctimas en un acuerdo de paz estable y duradero)… “en vez de concentrarse de manera colectiva en el gran tema de diferencia en la Mesa, el de las RESPONSABILIDADES.  Ese era el asunto a resolver. Ese el asunto clave  sobre el cual la Comisión estaba obligada a establecer  un consenso mínimo  que le sirviera a la Mesa de la Habana y al país  para avanzar en la reconciliación…Y déjenme decir una cosa drástica. En el esclarecimiento de las responsabilidades y en la aceptación de ellas por parte de los implicados  reside  el futuro de la paz y la reconciliación”. Ahora se discute sobre cárcel o no cárcel para  las Farc… Otra cosa dirían  si también estuviesen en el banquillo de los acusados”. [8]
A León Valencia se lo podría criticar por simplificador al agotar en cinco importantes temas unos contenidos informáticos que son más amplios y ricos. En justicia habría que decir que los estudiosos sí se refirieron a esos temas, y a muchos más pero desde enfoques metodológico-analíticos muy plurales. Pero, en lo que si  resulta dificultoso cuestionar al columnista de “Semana” es en su reclamo por el asunto nodal de las responsabilidades, que sólo 3 de los ensayistas trataron, de modo explícito y sistemático, en acápites especiales; a los restantes hay que leerlos en detalle para inferir de la lógica del análisis presente  en  cada Informe quién o quienes emergen en calidad de tales advirtiendo que en algunos casos, como en el de los  profesores Francisco Gutiérrez, Alfredo Molano y Maria Emma Wills y Eduardo Pizarro, la pluralidad de actores que hacen presencia es tan amplia que se hace dificultoso centrar las responsabilidades colectivas en uno o en unos cuantos. Pero de todas maneras, León Valencia bien que mal  abrió una reflexión-debate, que no despegaba. Fue así así como el 5 de mayo Marco León Calarcá del Equipo de Negociadores de las Farc  hizo una defensa cerrada de la CHCV: que esos Informes no podían ser ignorados ni trivializados porque constituían  un importante insumo para los temas que se estaban discutiendo en la Mesa, fue su tesis de entrada.[9] Señaló enseguida que no era que la Comisión fuese “inane” sino que  lo que sucedía era que había sectores y factores de poder  interesados en borrar y desaparecer a la Comisión porque le tenían miedo al veredicto inapelable de una  verdad histórica que, recogida en los relatos históricos contenidos en “La Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia”, titulación que le dio Eduardo Pizarro al conjunto de los Informes, destacaba al Estado  como máximo responsable, por acción u omisión. En opinión de Calarcá, eso era lo que se pretendía ocultar,  la condición del Estado como máximo responsable, responsabilidad que muchos buscaban trasladar a las Farc,
Múltiples circunstancias, agregó Calarcá, no permitieron que el mundo  se diera cuenta  de lo ocurrido en Colombia durante décadas. Solo el narcotráfico nos puso en el mapa, pero para la fecha de su aparición, miles de compatriotas habían caído muertos. No podemos aceptar  que por fuera de contexto o por concierto mediático se nos tome como SUPREMOS RESPONSABLES, bajo la incitación  de los inspiradores del paramilitarismo de Estado y de los verdaderos determinadores de la vorágine de violencia  que ha azotado al país”. (Subrayado nuestro).
 El mismo 5 de mayo, “RECONCILIACIÓN COLOMBIA”[10] entrevistó a cinco de los ensayistas, quienes hablaron así,
“Las relatorías fueron más ensayos que relatorías”: Maria Emma Wills: León nos reclama porque no hicimos una lista de responsables. Pero la complejidad del conflicto hace que tengamos que ver a los responsables dinámicamente y no haciendo una lista jerárquica. A esos responsables hay que ponerlos en contexto y eso fue lo que hicimos. ¿En qué ayuda una lista jerárquica a aglutinar a los actores que están en La Habana? El problema fue que las relatorías sí debieron haber sido unas cartas de navegación sobre los 12 ensayos, especificando las coincidencias y las diferencias, para que así se guiaran las personas del común. Al final terminaron siendo más ensayos que relatorías”.
“El objetivo no era alcanzar un consenso”: Gustavo Duncan:
Yo voy a responderle a León Valencia en una columna que publicaré en El Tiempo. Lo que puedo decir, por ahora, es que yo creo que él comete la misma imprecisión de las Farc al creer que una comisión, conformada por una serie de expertos académicos, puede establecer las responsabilidades en el conflicto de distintos sectores sociales en concreto. El hecho de que tengan conocimiento acerca del conflicto no implica que lo puedan hacer.  Mucho menos que puedan señalar como responsables a personas en particular, como él sugiere hacerlo con Alvaro Uribe Velez. Yo no creo que el objetivo de la comisión fuera decir que el conflicto es culpa de Uribe o de alguien en particular.

El objetivo tampoco era alcanzar un consenso. El trabajo académico de interpretar un conflicto es, por el contrario, producto de un debate y de una investigación permanente que nunca se acaba. Uno no puede dar una versión definitiva de la historia que le indilgue responsabilidades a la gente.


“Le está pidiendo a la comisión algo para lo cual no se creó”: Jorge Giraldo:
Él le está pidiendo a la comisión algo para lo cual no se creó.  En La Habana contemplaron que hubiera varios informes individuales y no un gran informe colectivo que saliera del consenso de los 12 comisionados. Incluso, en su discurso del 10 de marzo (el día que estuvimos en Cuba) ‘Iván Marquez’ dejó claro que celebraban que hubiera una pluralidad de visiones.
La comisión tenía un mandato impreciso. Nos pedían indagar por los orígenes, las razones de la persistencia y la forma en la que el conflicto ha afectado a la sociedad. También estaba claro que cualquier información que saliera en los informes de tipo individual o colectivo no iba a contar para efectos penales o criminales.

Además, como yo lo digo en mi informe, hay varios tipos de responsabilidades: políticas, morales y penales (o cuasi-penales), como las que tienen que ver con el Derecho Internacional Humanitario. Es un tema muy complejo. De hecho, en La Habana se ha hablado de una comisión de la verdad  y se está discutiendo el tema de la justicia trancisional, que va a tocar las responsabilidades directamente relacionadas con el derecho internacional humanitario.


“Nosotros no somos jueces”: Eduardo Pizarro:
León Valencia plantea objetivos que no eran de la comisión y como no se cumplieron, dice que la comisión fracasó. Es una lectura absolutamente cuestionable.
Primero, dice que la comisión fracasó porque no sacó un documento de consenso. Pero nuestro trabajo no se trataba de eso,  sino de que la Mesa de La Habana contara con múltiples miradas sobre tres preguntas centrales: los orígenes del conflicto, los factores que inciden en su prolongación y las consecuencias. También dice que no se señalaron responsabilidades, pero nosotros no somos jueces y está no era una comisión de la verdad, que sí tiene esa responsabilidad.
La comisión, por el contrario, ha sido muy útil para la Mesa de La Habana porque tanto las Farc como el Gobierno han encontrado una serie de percepciones que les permiten avanzar en los puntos que hacen falta, pero ante todo pensar en cómo construir el posconflicto.

…..
Jairo Estrada: "No tengo interés en referirme a la columna de un opinador, que demuestra falta de juicio y rigor en la lectura del Informe".
 “La gran falla ha sido la poca difusión”: Alfredo Molano: No me parece un fracaso. Es una muy seria aproximación a la historia del conflicto armado a través de múltiples miradas. El tiempo y el espacio que nos dieron fue excesivamente estrecho. La gran falla ha sido la poca difusión que ha tenido el trabajo, quizá debido a su extensión. He propuesto, e insisto, en que un par de periodistas reconocidos hicieran una síntesis de los trabajos para facilitar su divulgación y adquirir un mayor peso en la Mesa de Negociación de La Habana.[11]
Por otra parte, el 8 de mayo los pronunciamientos de los estudiosos continuaron:
Cuando acepté participar en la Comisión…estaba plenamente consciente de que cualquiera fuera el producto, recibiría junto con mis coequiperos toda la madera del mundo: Francisco Gutiérrez Sanín: Los resultados de los textos de la Comisión se tienen  que evaluar en centímetros cúbicos de materia gris, no en milímetros de adrenalina…uno de los tres encargos  explícitos a los comisionados era que establecieran responsabilidades, y lo hicimos de manera detallada. Ciertamente, no dejamos indemnes a los poderosos de Colombia. Y a los actores que nombra León- militares, empresarios, políticos, guerrilleros…los textos  les atribuyen una pesada carga de responsabilidad, obviamente de manera diferenciada: porque en la Comisión confluyeron personas de distintas perspectivas, preferencias y convicciones. Naturalmente , la Comisión.
Por otra parte, en  una primera aproximación al problema de las responsabilidades colectivas- más adelante cuando se haga la crítica de cada uno de los ensayistas se tendrá este punto como central- estos son los actores que de acuerdo con las lógicas de cada análisis, aparecen como supremos responsables. Veamos el asunto por orden alfabético;
1.    DUNCAN GUSTAVO:  1. Narcotraficantes; 2. Guerrilleros y Paramilitares.
2.    DE ZUBIRÍA, SERGIO:  1. Estado; 2. Algunos sectores civiles manejadores de una Cultura Política valorizadora de la relación amigo-enemigo  y de lo contrainsurgente  como valores políticos;
3.    ESTRADA JAIRO: 1. El orden social capitalista; 2. El Estado como fenómeno de clase; 3. Las organizaciones mercenarias paramilitares; 4. Las Fuerzas Armadas y de Policía y de Inteligencia del Estado como fenómeno de fuerza; 5. Los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; 6. Los partidos y organizaciones políticas de las clases dominantes; 7. Los grupos económicos  y los gremios empresariales; 8. Los Estados Unidos; y 9. La insurgencia armada , “le cabe responsabilidad  por los impactos  que con ocasión de su accionar rebelde a lo largo del conflicto hayan producido sobre la población civil”.   
4.    FAJARDO, DARÍO: 1. “Los sectores o fracciones de clase que impusieron políticas que propiciaron la consolidación y reproducción de un estatuto altamente concentrado de la propiedad rural”; 2. El Estado que aplicó esas políticas.
5.    JORGE GIRALDO: 1. Narcotraficantes; 2. Guerrilleros y Paramilitares.
6.    JAVIER GIRALDO: 1. El Estado; 2. Corresponsabilidad de Narcotraficantes y de la alianza Estado-paramilitares;
7.    GUTIERREZ FRANCISCO: Dada la lógica metodológica de su análisis, se torna dificultoso inferir de él un máximo responsable colectivo, aunque señala que las Farc tuvieron su origen en “un acto de voluntad de un puñado de personas”.
8.    MOLANO ALFREDO: El conflicto armado es parte de la Violencia, ésta se encuentra asociada al control sobre la tierra  y sobre el Estado; o sea que no es más que parte de los formidables actos de resistencia y de persistentes  alzamientos armados con los que  desde mediados de la década de 1920  hasta la fecha se ha respondido a las acentuadas tendencias de exclusión política y económica de la mayoría de la población colombiana. También en este caso, como en el de  una buena parte de los estudiosos de la Comisión, la lista de actores colectivos responsables es larga y heterogénea; esto no obstante, tanto en materia de exclusión política como económica, esa larga lista tiene que ver con corrientes políticas arraigadas en el aparato de Estado siguiendo prácticas patrimonialistas y clientelares. Aunque la creación de las Farc, como guerrilla subversiva insurgente, no fue un acto realizado entre la noche y la mañana, Molano sólo se refiere a la dimensión organizativo militar de su gestación[12]: meses después de  la toma de Marquetalia el 14 de junio de 1963, El Secretariado de la Resistencia  convocó una Conferencia donde se analizaron las operaciones  de Marquetalia y Riochiquito ylas que se esperaban enfrentar en el Pato y Guayabero, se adoptó el Programa Agrario de 1964 como bandera de lucha y se citó a otra Conferencia en el río Duda que se reunión en mayo de 1965 donde se crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Y 250 guerrilleros eligieron a Manuel Marulanda Comandante en Jefe.
Como podrá inferirse de la lógica de su análisis, para Molano, en buena medida, Las Farc surgieron como expresión objetiva de resistencia  a la exclusión no del Frente Nacional en sí sino del sistema político imperante en Colombia, pero, en su génesis también incidió la voluntad del puñado de 250 guerrilleros que eligieron a MARULANDA Vélez como Comandante en Jefe de la nueva organización subversivo insurgente.   
9.    MONCAYO VICTOR MANUEL: 1. El Estado como máxima expresión del orden capitalista”; 2.Los detentadores del monopolio de la fuerza del Estado; 3. Los partidos y agrupaciones políticas ligadas al sistema de mediación y representación política, así como sus dirigentes e integrantes; 4. En el sector privado o no estatal, las agremiaciones que lo representan y las personas que lo lideran; 5. Las restantes instituciones civiles y sus voceros; 6. La Iglesia Católica y demás organizaciones religiosas; y “en el campo de la subversión o de la contrainsurgencia formalmente  no estatal, las  agrupaciones que las expresan y sus dirigentes e integrantes”.[13]
10. PECAUT DANIEL: 1. Narcotraficantes; 2. Paramilitares; 3. Guerrilleros; 4. La Fuerza Pública.
11. PIZARRO EDUARDO: de este estudioso, puede decirse algo similar a lo que ya se dijo de Francisco Gutiérrez, aunque en varias oportunidades manifestó que hablar de responsabilidades significaba convertir a los informantes en jueces.
12. TORRIJOS VICENTE: 1. Ante todo y sobre todo, “LAS AGRUPACIONES SUBVERSIVAS (Farc y Eln), cuya principal característica es que han privilegiado la rapacidad y el terrorismo como método de lucha revolucionaria e interacción política” contra “una democracia que ciertamente  innovadora y creativa, ha honrado a las víctimas y ha convertido la amenaza subversiva en una razón más para cohesionarse, modernizarse y globalizarse”.[14]
13. VEGA RENÁN: 1. Como máximos responsables los Estados Unidos; en “Conclusiones” dedicó tres páginas a sustentar esta tesis.
14. WILLS MARIA EMMA:  Como en la primera etapa de “una nueva vieja guerra” el conflicto armado contemporáneo es el resultado de un conjunto de interacciones, no siempre premeditadas, de una pluralidad de actores colectivos, se hace dificultoso delimitar uno que tenga la centralidad; sin embargo, como a partir de la década de los ochenta, los tres nudos que la han desencadenado y alimentado (la incapacidad del sistema político para tramitar la demandas de campesinos y campesinas; la ineficiencia de una burocracia, la militar sobre todo, capaz de administrar con autonomía con respecto a los actores del conflicto, la institucionalidad democrática; y la grave dislocación entre la agenda política  a nivel nacional y las regionales y locales) se han reproducido con ferocidad en contra de las poblaciones civiles, de acuErdo con su análisis, habría una responsabilidad compartida entre PARAMILITARES, GUERRILLEROS Y AGENTES DEL ESTADO.
Para una primera confrontación, así ubicamos a los máximos responsables colectivos  en nuestro análisis de los orígenes del conflicto interno armado,
“Dada esta situación- y, ajustada, ésta fue la hipótesis que presentamos  en el Atisbos Analíticos 224:un en este estudio sólo podemos  hablar de tres responsables políticos colectivos de los orígenes del  conflicto interno armado: primero, “El Estado estructural e institucional y culturalmente Opositor”, para este caso contrainsurgente y, en muchas otras coyunturas, ora ejecutor de  violencia estatal ora terrorista; segundo, “Los Estados Unidos”, que siempre han alimentado y cualificado en lo técnico  la contrainsurgencia; y tercero, “las Farc” y en este lugar secundario porque aunque fueron los guerrilleros de las Autodefensas Campesinas los que, en 1966, en Asamblea General, tomaron la decisión de convertirlas en una organización guerrillera subversiva, sin embargo,  esa decisión, en la época en la que la Cultura de la revolución ganaba terrero en toda América Latina, se vio animada por un Estado que se creyó el cuento de las cinco Repúblicas Independientes, invento que, como escribió el colombianólogo francés Pierre Gilodhés, lo condujo a inventarse su propio enemigo”.[15]
En nuestra opinión apresuradamente duro se mostró León Valencia al caracterizar de “fracaso” la labor de la Comisión; también estuvo equivocado al agotar los 14 Informes en cinco temas que, muy concretos en las apariencias, se tornaban muy complejos  bajo el enfoque analítico propio de cada estudioso. Por eso, pertinentes algunos aspectos de las cinco respuestas, sin embargo, digamos que en  varios aspectos sobre todo, la labor realizada fue, por lo menos, insuficiente:
1 .Encargo no fue el producir un documento consensuado, lo que era imposible dada la pluralidad de miradas,  pero, sí elaborar un documento corto que recogiese consensos- en qué se acercaban- y disensos- en qué se distanciaban;
2. Encargo no fue construir un consenso básico sobre las responsabilidades colectivas- que no las individuales pues la Habana no era un Tribunal de Justicia Penal- pero sí lo fue que cada uno delimitase los que, de acuerdo con las lógicas de sus análisis, apareciesen como los máximos responsables colectivos; en cumplimiento de esa tarea, por lo menos, tres informantes, Jairo Estrada, Víctor Manuel Moncayo  y Renán Vega, en un acápite aparte y específico se refirieron al tema.
Importa destacar, entonces, que en esta primera aproximación al asunto de las responsabilidades colectivas, dos- Sergio de Zubiría y El Padre Javier Giraldo- señalan al Estado como máximo responsable directo; otros tres -Jairo Estrada,  Víctor Manuel Moncayo y Darío Fajardo- destacan también al Estado pero como fenómeno de expresión de clase del orden social existente o como aplicador de políticas favorables a la reproducción y consolidación de la  gran propiedad rural; estos tres analistas también señalan a las guerrillas como responsables colectivas sobre todo “por los impactos que con ocasión de su accionar rebelde a lo largo del conflicto hayan producido sobre la población civil” (Jairo Estrada”[16]) Para otros cuatro, los tres primeros lugares de la  corresponsabilidad se la disputan los narcotraficantes (tres veces primeras en todos, menos en Vicente Torrijos), las guerrillas (una vez primeras en Torrijos, dos veces segundas en Duncan y Jorge Giraldo y una vez terceras en Pecaut)  y los paramilitares (una vez segundas en Pecaut y dos veces terceras en Duncan y Jorge Giraldo). Para Renán Vega el máximo responsable colectivo fueron los Estados Unidos. Y en los casos de Francisco Gutiérrez, Alfredo Molano, Maria Emma Wills y Eduardo Pizarro, dada la pluralidad de actores, resultó muy dificultoso puntualizar un máximo responsable colectivo, por lo menos, en esta primera aproximación. Ya veremos qué  sucede al hacer una aproximación crítica más puntual a los análisis de cada uno de los 14 Informes.x




[1] . El Espectador, 8-15-22-29 marzo de 2015.
[2] .Idem.
[3] . Moreno, Héctor Alonso. “Las Crisis del diálogo habanero”, 20-11-2014, viva.org.co/cajavirtual/svc0443/articulo 03.html .
[4]. “COMUNICADO CONJUNTO”, Mesa de Coversaciones, La Habana, 08-05-2014.
[5] . Vélez R, Humberto,  “LOS DIÁLOGOS DE LA HABANA Y LOS RESPONSBLES  POLÍTICOS COLECTIVOS DEL ORIGEN DEL CONFLICTO  INTERNO ARMADO” 0tra Mirada sobre sus Orígenes, En, Atisbos Analíticos  No 224, abril 2015,


[6] . Jaramillo, Jefferson. “La  Comisión histórica de la Habana: antecedentes y retos”. En, Razón Pública, http: //razonpublica.com/index.php/conflicto-drogas-y-paz-temas-30.html.  Médina, Medófilo. “Las diferentes formas de entender el  armado en Colombia”, www.razonpublica.com ; Kalmanovitz, Salomón. “La Historia del Conflicto”. El Espectador,  05-03-2015…; Ayala, Germán, “ Disquicisiones sobre los orígenes  del conflicto interno armado”  13-02-2015.          
[7] . Carta Abierta de las Farc-ep al Presidente Santos, abril  2015, farc-ep.co/?p=4450 
[8]. Valencia, León. El fracaso de la Comisión histórica del conflicto”,  SEMANA, del  3 al 10 de mayo del 2015, pg.51
[9]. Calarcá, Marco León. “TRASCENDENCIA DE LA COMISIÓN HISTÓRICA”. Farc-ep, 05-04-2015.
[10]  “Expertos de la Comisión de historia del conflicto y de las víctimas dicen que su misión no fue un fracaso”. En, RECONCILIACIÓN COLOMBIA,  05-05-2015, http://reconciliacioncolombia.com/historias/debate/855/expertos-de-la-comisiion...
[11]. Reproducida la Entrevista por Las20rillas, apareció también Alfredo Molano, 05-07-2015.
[12] .Molano, Alfredo
[13] .Moncayo, Víctor Manuel. “TESIS SOBRE REPONSABILIDADES”(14). En,  “Hacia la verdad del conflicto: Insurgencia guerrilleras y orden social vigente”. Informe, pgs.90-91.
[14] . Torrijos R, Vicente. ”CARTOGRAFÍA DEL CONFCLITO: PAUTAS INTERPRETATIVAS  SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL CONFCLICTO IREGULAR COLOMBIANO”.
[15] . Gilodhés, Pierre.
[16] . Estrada, Jairo. Pg.62.

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